Giliana Kudsha
Abriendo el Corazón
No permitan que los prejuicios obstaculicen el amor hacia sus semejantes de otras partes del mundo, aquellos que provienen de culturas distintas a las suyas.
Es fundamental abrir el corazón y reconocer la riqueza que la diversidad cultural aporta a la vida. Al aceptar y valorar las diferencias, fortalecemos los lazos de fraternidad y entendimiento entre todos los habitantes de este planeta. La verdadera grandeza reside en la capacidad de amar y respetar a quienes son diferentes, reconociendo que, a pesar de las variaciones, todos ustedes son parte de la misma humanidad.
El Corán purificado es parte de sus escrituras, junto con el Tanaj, el Nuevo Testamento, el Evangelio del Profeta Mani, el Oahspe, el Libro de la Verdad y otros.
Estos son sus hermanos y hermanas en la Religión de la Luz. Ellos forman parte del Pacto Unido. Son amados por el Padre de la Grandeza.
Si deseas leer y comprender mejor el Corán en su estado purificado, puedes hablar conmigo al respecto.
Enseñanzas de la Luz Capítulo 69:
Prioridad de las Revelaciones Actuales
1 Mientras que el Creador es inmutable, Él proporciona un rayo de Su Luz en una manifestación de acuerdo con la necesidad del momento.
2 Él sigue ofreciendo la oportunidad para que la humanidad absorba conocimiento que no fue manifestado en tiempos anteriores.
3 Confiar en una revelación anterior sin tener en cuenta lo que Él enseña en cada generación posterior no es digno de un alma que desea desarrollarse en el Camino del Padre.
4 La semilla de la Verdad plantada dentro de vuestro corazón, por el Padre, está destinada a crecer y a convertirse en un gran árbol; pero si no es alimentada con agua fresca, puede deformarse y finalmente se marchita y muere.
5 Si la Verdad que os ha sido proporcionada es debidamente cultivada dentro de vuestro corazón, la sabiduría, la fuerza espiritual y la fe aumentarán y serán más brillantes cada día – porque esta es la naturaleza de la Verdad y la Revelación – es progresiva, es gradual.
El Libro de la Verdad: Los Planes para el Ministerio Público – 136:4, La Décima Aparición (en Filadelfia) – 191:4.1-7:
4. Los Planes para el Ministerio Público
136:4.1
Día tras día, allí en las colinas, Jesús elaboraba planes para el resto de su autootorgamiento en Urantia. Primero pensó Jesús que no enseñaría contemporáneamente con Juan. Decidió permanecer en relativo retiro hasta que la obra de Juan cumpliese su propósito, o bien hasta que ésta fuera interrumpida en forma súbita por su encarcelación. Bien sabía Jesús que la forma temeraria e imprudente de predicar de Juan suscitaría pronto el temor y la enemistad de los gobernantes civiles. En vista de la situación precaria de Juan, Jesús se dedicó a planear definidamente su programa de esfuerzos públicos para el bien de su pueblo, del mundo y para el bien de todos los mundos habitados de su vasto universo. El autootorgamiento de Micael en la semejanza de un ser mortal fue en Urantia pero para todos los mundos de Nebadon.
136:4.2
Lo primero que hizo Jesús, después de elaborar completamente el plan general para la coordinación de su programa con el movimiento de Juan, fue repasar mentalmente las instrucciones de Emanuel. Reflexionó profundamente sobre los consejos de su hermano mayor relativos a los métodos de trabajo y la exhortación de que no dejara escritos permanentes en el planeta. De allí en adelante, Jesús nunca volvió a escribir sino sobre arena. En su visita subsiguiente a Nazaret, con gran pena de su hermano José, Jesús destruyó todos los escritos suyos que se conservaban en las tablillas del taller de carpintería y colgadas en las paredes de la vieja casa. Mucho discurrió Jesús en los consejos de Emanuel relativos a su actitud hacia el mundo en el campo económico, social y político tal como lo encontraría por esa época.
136:4.3
Jesús no ayunó durante estos cuarenta días de aislamiento. El período más largo que pasó sin alimentos fue durante los primeros dos días en las colinas, porque tan ensimismado estaba en sus pensamientos que se olvidó de comer. Pero al tercer día fue en busca de alimento. Tampoco fue él tentado en este período por espíritus malignos ni por personalidades rebeldes de este mundo o de cualquier otro mundo.
136:4.4
Estos cuarenta días fueron la ocasión del diálogo final entre la mente divina y la humana, o más bien, el primer funcionamiento real de estas dos mentes que ahora formaban una sola. El resultado de esta temporada de meditación, pletórica de acontecimientos, demostró en forma conclusiva que la mente divina ya dominaba triunfal y espiritualmente al intelecto humano. De ahora en adelante, la mente del hombre se ha convertido en la mente de Dios, y aunque la individualidad de la mente del hombre está constantemente presente, siempre esta mente humana espiritualizada dice: «No se haga mi voluntad sino la tuya».
136:4.5
Las transacciones de este momento extraordinario no fueron las visiones fantasmagóricas de una mente hambrienta y debilitada, ni tampoco fueron los simbolismos confusos y pueriles que más tarde se transmitirían como las «tentaciones de Jesús en el desierto». Más bien fue ésta una temporada para la meditación sobre la memorable y variada carrera del autootorgamiento en Urantia y para la preparación cuidadosa de esos planes para el ministerio ulterior que pudieran servir mejor a este mundo y contribuir a la vez al mejoramiento de todas las otras esferas aisladas por la rebelión. Jesús discurrió en toda la gama de la vida humana en Urantia, desde los días de Andón y Fonta, pasando por la falta de Adán, y llegando hasta el ministerio de Melquisedek de Salem.
136:4.6
Gabriel le había recordado a Jesús que tenía dos caminos que podía seguir para manifestarse al mundo en caso de que decidiera permanecer en Urantia por un tiempo. También se le aclaró a Jesús que su elección en este asunto nada tendría que ver ni con su soberanía universal ni con la terminación de la rebelión de Lucifer. Estos dos caminos de ministerio para el mundo eran:
136:4.7
1. Su propia senda—La senda que pudiera parecerle más agradable y fructífera desde el punto de vista de las necesidades inmediatas de este mundo y de la edificación presente de su propio universo.
136:4.8
2. La senda del Padre—La ejemplificación de un ideal a largo plazo en cuanto a la vida de las criaturas, visualizada por las altas personalidades de la administración Paradisiaca del universo de los universos.
136:4.9
Así pues se le aclaró a Jesús que podía tomar dos caminos para ordenar el resto de su vida terrena. Cada uno de estos caminos tenía puntos a su favor a la luz de la situación inmediata. El Hijo del Hombre vio claramente que su elección entre estos dos modos de conducta nada tenía que ver con su recepción de la soberanía de su universo; que ése era un asunto ya establecido y sellado en los archivos del universo de los universos y que sólo esperaba su reclamación en persona. Pero se le indicó a Jesús que mucho complacería a Emanuel, su hermano del Paraíso, si Jesús juzgara conveniente completar su carrera terrenal de encarnación tan noblemente como la había comenzado, siempre sujeto a la voluntad del Padre. Al tercer día de su aislamiento Jesús se prometió a sí mismo que volvería al mundo para terminar su carrera terrenal, y que en cualquier situación que conllevara los dos caminos, siempre elegiría la voluntad del Padre. Así vivió pues el resto de su vida terrestre, siempre fiel a esa resolución. Hasta el amargo fin, invariablemente subordinó su voluntad soberana a la de su Padre celestial.
136:4.10
Los cuarenta días de soledad en el desierto montañoso no fueron un período de grandes tentaciones sino más bien el período de las grandes decisiones del Maestro. Durante estos días de solitaria comunión consigo mismo y con la presencia inmediata de su Padre—el Ajustador Personalizado (ya no tenía él un guardián serafín personal)– tomó, una por una, las grandes decisiones que controlarían su política y conducta por el resto de su carrera terrenal. Posteriormente surgió la tradición de la gran tentación durante este período de aislamiento debido a la confusión con la crónica fragmentaria de la lucha en el Monte Hermón, y además porque era costumbre que todos los grandes profetas y líderes humanos comenzaran su carrera pública sometiéndose a un supuesto período de ayuno y de oración. Había sido siempre la costumbre de Jesús, cada vez que se enfrentaba con decisiones nuevas o importantes, retirarse para comulgar con su propio espíritu, para llegar a conocer la voluntad de Dios.
136:4.11
A través de toda su planificación para el resto de su vida terrenal, Jesús estuvo siempre dividido en su corazón humano por dos formas opuestas de conducta:
136:4.12
1. Abrigaba el intenso deseo de ganar a su pueblo—y al mundo entero– para que creyeran en él y aceptaran su nuevo reino espiritual. Y bien conocía las ideas de ellos sobre el Mesías venidero.
136:4.13
2. Vivir y obrar de la manera que sabía que su Padre aprobaría, llevar a cabo su obra para otros mundos necesitados, y continuar, en el establecimiento del reino, revelando el Padre y mostrando su carácter amante divino.
136:4.14
A lo largo de estos días extraordinarios Jesús vivió en una antigua caverna rocosa, un refugio en la ladera de la colina cerca de una aldea en un tiempo llamada Beit Adis. Bebía del pequeño manantial que corría por la falda de la colina hasta cerca de este refugio rocoso.
4. La Décima Aparición (En Filadelfia)
191:4.1
La décima aparición morontial de Jesús ante los ojos mortales ocurrió el martes 11 de abril poco antes de las ocho en Filadelfia, ocasión en que se apareció ante Abner y Lázaro y unos ciento cincuenta de sus asociados, incluyendo más de cincuenta pertenecientes al cuerpo de evangelistas de los setenta. Esta aparición ocurrió justo después de la apertura de una reunión especial en la sinagoga, convocada por Abner para discutir la crucifixión de Jesús y el relato más reciente de la resurrección, traído por un mensajero de David. Puesto que Lázaro resucitado era ahora miembro de ese grupo de creyentes, no se les presentaban dificultades para creer en el informe de que Jesús había resucitado de entre los muertos.
191:4.2
La reunión en la sinagoga era inaugurada por Abner y Lázaro, ambos de pie en el púlpito, cuando todos los creyentes reunidos vieron aparecer de súbito la forma del Maestro. Dio unos pasos hacia adelante desde el sitio en el que había aparecido, entre Abner y Lázaro, que no lo vieron, y saludando al grupo, dijo:
191:4.3
«Que la paz sea con vosotros. Todos vosotros sabéis que tenemos un Padre en el cielo y que hay un solo evangelio en el reino: la buena nueva del don de la vida eterna que reciben los hombres mediante la fe. Al regocijaros en vuestra lealtad al evangelio, orad al Padre de la verdad para que os otorgue en vuestro corazón un amor nuevo y más grande por vuestros hermanos. Debéis amar a todos los hombres, así como yo os he amado; debéis servir a todos los hombres, así como yo os he servido. Con compasiva comprensión y afecto fraterno, recibid en la comunión de hermandad a todos vuestros hermanos que se dedican a la proclamación de la buena nueva, sean ellos judíos o gentiles, griegos o romanos, persas o etíopes. Juan proclamó el reino por adelantado; vosotros habéis predicado el evangelio en poder; los griegos ya enseñan la buena nueva; y yo pronto enviaré el Espíritu de la Verdad al alma de todos estos, mis hermanos, que tan altruísticamente han dedicado su vida al esclarecimiento de sus semejantes que están sentados en las tinieblas espirituales. Todos vosotros sois los hijos de la luz; por eso, no tropecéis en marañas de malentendido causadas por sospechas mortales y la intolerancia humana. Si os ennoblecéis, por la gracia de la fe, para amar a los descreídos, ¿no debéis acaso igualmente amar a los que son vuestros concreyentes en la extensa familia de la fe? Recordad que, así como os amáis unos a otros, todos los hombres sabrán que sois mis discípulos.
191:4.4
«Id pues por todo el mundo proclamando el evangelio de la paternidad de Dios y de la hermandad de los hombres a todas las naciones y razas, y sed sabios en vuestra elección de los métodos para presentar la buena nueva a las diferentes razas y tribus de la humanidad. Libremente habéis recibido de este evangelio del reino, y libremente daréis la buena nueva a todas las naciones. No temáis la resistencia del mal, porque yo estoy siempre con vosotros, aun hasta el fin de los tiempos. Mi paz os dejo».
191:4.5
En el momento en que dijo: «Mi paz os dejo», desapareció de su vista. Con excepción de una de sus apariciones en Galilea, donde más de quinientos creyentes lo vieron al mismo tiempo, este grupo en Filadelfia fue el grupo más grande de mortales que le vio en una ocasión particular.
191:4.6
Temprano por la mañana siguiente, aunque los apóstoles permanecían en Jerusalén aguardando la recuperación emocional de Tomás, estos creyentes de Filadelfia salieron a proclamar que Jesús de Nazaret había resucitado de entre los muertos.
191:4.7
El día siguiente, miércoles, lo pasó Jesús sin interrupciones en compañía de sus asociados morontiales, y durante las horas tempranas de la tarde recibió a los delegados visitantes morontiales de los mundos de estancia de todos los sistemas locales de esferas habitadas de toda la constelación de Norlatiadek. Y todos se regocijaron de conocer a su Creador como uno de su propia orden de inteligencias universales.