Giliana Kudsha
Vuestro Libro Sagrado
Para mis devotos, os he dicho que hay muchos textos sagrados para leer y que debéis buscar las verdades en cada uno de ellos y que debéis descartar lo que no se originó de Dios. Para mis devotos más cercanos que se reúnen conmigo a diario, mis palabras son vuestro Libro Sagrado* principal. Venerad1 y proteged estas palabras reveladas. Leer y escuchar las enseñanzas contenidas en estas palabras puede quemar vuestros pecados del pasado.
Muchos textos sagrados han sido entregados a la humanidad a lo largo de los siglos; pero hoy, en esta última era, Dios está revelando enseñanzas específicamente a Su Remanente. Estas son las palabras que Él me da a mí. Este Libro Sagrado del que hablo contiene las palabras que me dio el Padre de la Grandeza. Os digo lo que Él me dice. Todo lo que os digo, tal como está escrito en esta Santa Revelación*, es por la Voluntad del Padre que me envió.
Valorad las palabras de Dios. Proteged y defended el Libro Sagrado. Estad en guardia, porque los paganos, los no creyentes, los ateos y, de hecho, muchos de los que son solo nominales en su devoción religiosa os odiarán y perseguirán a causa de las enseñanzas de los Mensajeros. Un falso cristiano se alegrará mucho al unirse con otros no creyentes para quemaros en la hoguera y colgaros de un árbol debido a estas palabras. Los gobiernos os encarcelarán por su temor a perder sus reinos ante el Reino de la Luz.
Recordad esto: La presencia misma de Dios está dentro del Libro Sagrado, así como la presencia del Mensajero. Venerad estas palabras y protegedlas.
Notas del Editor
* La referencia a este Libro Sagrado se llama Giliana Kudsha (Santa Revelación), o La Giliana (ܓܸܠܝܵܢܵܐ) para abreviar. Pronunciado: gui-li-ah-nah. La letra “g” se pronuncia como la primera letra de las palabras “guisar” o “guardar.” Esto no debe confundirse con el término “Giliuna” que se refiere al Libro del Apocalipsis en el Nuevo Testamento. La Giliana es una edición ampliada de la Mitnaranuta d’Mir Izgadda (la Iluminación del Tercer Mensajero; también conocida como un Fragmento de la Enseñanza de Mir Izgadda).
1 A lo largo de los años, algunos devotos de Mir Izgadda han recibido visiones y sueños sobre cómo mostrar el Libro Sagrado. Luego, uno de los Mensajeros dio instrucciones sobre este asunto. Normalmente, el método más sencillo de mostrar el Libro Sagrado es tenerlo en un atril sobre una plataforma acolchada. Cuando no se lee, se cubre con un paño blanco excepto durante los Días Santos. Una presentación más elaborada implica que el Libro Sagrado esté en el mismo atril pero debajo de un dosel o tabernáculo. Este último no es necesario.
Enseñanzas de la Luz Capítulo 77:
El Alma
1 El alma anhela naturalmente por la Luz de Dios y por estar unida con el Espíritu Viviente en todo momento.
2 La adoración de y oración al Único Dios, es el estado natural del alma.
3 El viento siempre es invisible, pero lo sentís en vuestra cara; de la misma manera, Dios, aunque no es visible físicamente, siempre está presente y se le puede sentir dentro de vuestra alma.
4 Para que el alma entre en unión perfecta conmigo, uno debe practicar las Doce Virtudes con un corazón sincero y con manos honestas.
5 La mayoría de las almas que están en la tierra en este momento ya han sido marcadas como justas o malvadas.
6 Las almas malvadas experimentan la aniquilación de la consciencia y son destruidas finalmente, si no se arrepienten después de haber sido provistas con la oportunidad de hacerlo.
7 En cuanto a las almas consideradas malvadas, hay algunas almas que el Padre sabe que tienen el potencial de la redención – a tales se les ofrece la oportunidad de obtener la iluminación y la perfección.
8 Todas las almas tienen la oportunidad de re-educación – es decir, aquellas a las que aún no se les ha proporcionado la educación adecuada.
9 [En respuesta a la pregunta: ¿A aquellas almas que están marcadas como malvadas, como esas almas que una vez estuvieron en el vacío, que no habían sido cosechadas de un mundo anterior, se les permite en algún momento empezar de nuevo?] Esto depende de la situación del alma en sí. A algunas se les ofrece curación, re-educación, mientras que otras caminan, por su propia elección, hacia el Campo del Vacío, que es la aniquilación.
10 Aquellos que deliberadamente rechazan la Causa de la Creación, la Fuente Divina Suprema, son destruidos junto con su consciencia.
11 Si las almas malvadas rechazan deliberadamente a la Fuente Divina, esas almas son destruidas al igual que la malvada. El Padre, en Su Sabiduría Suprema, es consciente de sus propios pensamientos y es Él quien sabe si tienen el potencial de ser redimidas o no.
La Torá: Éxodo 13:17-15:26; Números 28:19-25; Cantar de los Cantares 1:1-8:14:
13
17 Sucedió que cuando el Faraón envió al pueblo, que Dios no lo condujo por camino de la tierra de los filisteos, que estaba cerca, pues Dios dijo: «Tal vez el pueblo cambie de opinión cuando vea guerra y retorne a Egipto».
18 Dios dirigió al pueblo hacia el camino del Desierto, en dirección al Mar de Cañas. Los Hijos de Israel estaban armados cuando salieron de la tierra de Egipto.
19 Moshé (Moisés) tomó los huesos de Iosef (José) con él, pues había hecho jurar a los Hijos de Israel, diciendo: «Ciertamente Dios os recordará y subiréis de aquí mis huesos junto con vosotros».
20 Ellos se trasladaron de Sucot y acamparon en Etam, al borde del Desierto.
21 El Eterno iba delante de ellos, de día en una columna de nube, para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego, para iluminarlos, para que pudieran marchar de día y de noche.
22 Y no quitó de delante del pueblo la columna de nube durante el día ni la columna de fuego durante la noche.
14
1 El Eterno habló a Moshé (Moisés), diciendo:
2 «Habla a los Hijos de Israel y que regresen y acampen delante de Pi hajirot, entre Migdol y el mar, delante de Baal Tzefon; acamparéis enfrente, junto al mar.
3 El Faraón dirá acerca de los Hijos de Israel: “Están perplejos en la tierra, el desierto los ha encerrado”.
4 Endureceré el corazón del Faraón y él os perseguirá, y Yo Me glorificaré a través del Faraón y de todo su ejército, y Egipto sabrá que Yo soy El Eterno». Y así lo hicieron.
5 Se le dijo al rey de Egipto que el pueblo había huido; y el corazón del Faraón y sus siervos cambió respecto del pueblo, y dijeron: «¿Qué es esto que hemos hecho, que hemos enviado a Israel, que nos servía?».
6 Él alistó su carroza y tomó a su pueblo con él.
7 Tomó seiscientas carrozas selectas y todas las carrozas de Egipto, con oficiales sobre todas ellas.
8 El Eterno endureció el corazón del Faraón, rey de Egipto, y éste persiguió a los Hijos de Israel, y los Hijos de Israel salían triunfantes.
9 Egipto los persiguió y los alcanzó, acampados junto al mar, todos los caballos y las carrozas del Faraón y sus jinetes y su ejército, junto a Pi hajirot, delante de Baal Tzefon.
10 El Faraón se aproximó; los Hijos de Israel alzaron sus ojos, y he aquí que Egipto venía tras ellos. Y tuvieron mucho miedo; los Hijos de Israel clamaron a El Eterno.
11 Le dijeron a Moshé (Moisés): «¿Acaso no había tumbas en Egipto que nos trajiste para que muramos en el desierto? ¿Qué es esto que nos has hecho al sacarnos de Egipto?
12 ¿Acaso no es esto lo que te dijimos en Egipto, diciendo: “Déjanos, y serviremos a Egipto”? pues mejor es que sirvamos a Egipto y no que muramos en el desierto».
13 Moshé (Moisés) le dijo al pueblo: «No temáis. Fortaleceos y ved la salvación de El Eterno, que Él hará hoy por vosotros; porque como habéis visto hoy a Egipto jamás los volveréis a ver.
14 El Eterno librará batalla por vosotros y vosotros permaneceréis en silencio».
15 El Eterno le dijo a Moshé (Moisés): «¿Por qué clamas ante Mí? Habla a los Hijos de Israel y que marchen.
16 Y tú, levanta tu vara y extiende tu brazo sobre el mar, y pártelo; y los Hijos de Israel entrarán en medio del mar, sobre tierra seca.
17 Y he aquí que endureceré el corazón de Egipto y vendrán tras ellos; y Yo Me glorificaré a través del Faraón y a través de todo su ejército, a través de sus carrozas y a través de sus jinetes.
18 Egipto sabrá que Yo soy El Eterno, cuando Me glorifique a través del Faraón, sus carrozas y sus jinetes».
19 El ángel de Dios que había estado yendo al frente del campamento de Israel se trasladó y fue tras ellos; y la columna de nube se trasladó de delante de ellos a detrás de ellos.
20 Se colocó entre el campamento de Egipto y el campamento de Israel, y esa noche había nube y oscuridad, e iluminó la noche para el Pueblo de Israel, y nadie se acercó al otro durante toda la noche.
21 Moshé (Moisés) extendió su mano sobre el mar y El Eterno movió el mar con un fuerte viento del este toda la noche, y corrió el mar a tierra húmeda, y las aguas se partieron.
22 Los Hijos de Israel entraron al mar, sobre tierra seca; y el agua era un muro para ellos, a su derecha y a su izquierda.
23 Egipto los persiguió y fue tras ellos, todos los caballos del Faraón, sus carrozas, y sus jinetes, en medio del mar.
24 Y sucedió al amanecer que El Eterno acometió contra el campamento de Egipto con una columna de fuego y nube, y provocó el desconcierto en el campamento de Egipto.
25 Quitó las ruedas de sus carrozas e hizo que condujeran con dificultad. Dijo Egipto: «Huiré de Israel, pues El Eterno está librando guerra para ellos en contra de Egipto».
26 El Eterno le dijo a Moshé (Moisés): «Extiende tu mano sobre el mar y el agua volverá sobre Egipto, sobre sus carrozas y sobre sus jinetes».
27 Moshé (Moisés) extendió su mano sobre el mar, y hacia la mañana el agua recuperó su fuerza inicial, cuando los egipcios huían en dirección a ella; y El Eterno sacudió a Egipto en medio del mar.
28 El agua retornó y cubrió las carrozas y los jinetes de todo el ejército del Faraón que venían detrás de ellos en el mar, y no quedó ni uno solo de ellos.
29 Los Hijos de Israel anduvieron sobre lo seco en medio del mar; el agua era un muro para ellos, a su derecha y a su izquierda.
30 Aquel día, El Eterno salvó a Israel de la mano de Egipto, e Israel vio a los egipcios muertos en la costa del mar.
31 Israel vio la gran mano que El Eterno infligió sobre Egipto; y el pueblo temió a El Eterno y tuvieron fe en El Eterno y en Moshé (Moisés), Su siervo.
15
1 Entonces Moshé (Moisés) y los Hijos de Israel quisieron cantar esta Canción a El Eterno, y dijeron lo siguiente:
Cantaré a El Eterno pues Él es exaltado sobre el arrogante, habiendo arrojado al caballo junto con su jinete al mar.
2 El poder y la alabanza de Dios fue la salvación para mí. Éste es mi Dios y yo Le construiré un Santuario; el Dios de mi padre y yo Lo exaltaré.
3 El Eterno es el Amo de la guerra. Su Nombre es El Eterno.
4 Las carrozas y el ejército del Faraón arrojó al mar, y lo selecto de sus oficiales se ahogó en el Mar de Cañas.
5 Aguas profundas los cubrieron; descendieron a las profundidades como una piedra.
6 Tu diestra, Oh Eterno, se glorifica con fuerza; Tu diestra, Oh Eterno, destruye al enemigo.
7 En Tu gran Majestad, aniquilas a Tu opuesto; envías Tu ira, que los consume como paja.
8 Con un soplo de Tus fosas nasales las aguas se amontonaron; erguidas como un muro se pararon las aguas corrientes, las aguas profundas se congelaron en el corazón del mar.
9 El enemigo dijo: «Perseguiré, daré alcance, dividiré el botín; saciaré mi codicia con ellos. Desenvainaré mi espada, mi mano los empobrecerá».
10 Tú soplaste con Tu viento, el mar los envolvió; se hundieron como plomo en el agua embravecida.
11 Quién es como Tú entre los poderes celestiales, El Eterno. Quién es como Tú, poderoso en santidad, imponente para la alabanza, Hacedor de maravillas.
12 Tú extendiste Tu diestra: la tierra los devoró.
13 Con Tu benevolencia guiaste a este pueblo que redimiste; Tú los condujiste con Tu poder a Tu sagrada morada.
14 Los pueblos oyeron y se agitaron; el terror dominó a los habitantes de Filistea.
15 Entonces, los jefes de Edom se conturbaron y el temblor dominó a los poderes de Moab, todos los habitantes de Canaán se disolvieron.
16 El temor y el terror cayeron sobre ellos, ante la grandeza de Tu brazo se enmudecieron como la piedra; hasta que pase Tu pueblo, Oh Eterno, hasta que pase este pueblo que Tú adquiriste.
17 Tú los traerás y los implantarás en el monte de Tu heredad, el cimiento de Tu lugar de residencia que Tú, El Eterno, has hecho; el Santuario, mi Señor, que Tus manos establecieron.
18 El Eterno reinará por toda la eternidad!
19 Cuando la caballería del Faraón entró con sus carrozas y jinetes al mar, y El Eterno volvió las aguas del mar sobre ellos, los Hijos de Israel anduvieron sobre lo seco en medio del mar.
20 Miriam, la profetisa, hermana de Aarón, tomó su tambor en la mano y todas las mujeres fueron tras ella con tambores y con danzas.
21 Miriam habló ante ellas: «Cantadle a El Eterno, pues Él es exaltado sobre el arrogante, habiendo arrojado al caballo junto con su jinete al mar».
22 Moshé (Moisés) hizo que Israel marchara del Mar de Cañas y salieron hacia el Desierto de Shur; anduvieron durante tres días en el desierto, mas no hallaron agua.
23 Llegaron a Mará, pero no pudieron beber las aguas de Mará, pues eran amargas –marim-; por eso lo llamaron Mará.
24 El pueblo se quejó ante Moshé (Moisés), diciendo: «¿Qué beberemos?».
25 Él clamó ante El Eterno y El Eterno le mostró un árbol; él lo arrojó al agua y el agua se volvió dulce. Allí Él le estableció un decreto y una ordenanza, y allí Él lo puso a prueba al pueblo.
26 Dijo: «Si obedeces diligentemente la voz de El Eterno, tu Dios, y haces lo recto a Sus ojos, prestando oído a Sus preceptos, y observando todos Sus decretos, entonces ninguna de las enfermedades que traje sobre Egipto las traeré sobre ti, pues Yo soy El Eterno, tu Curador».
Números 28:19-25:
19) Pero ofreceréis ofrenda encendida en holocausto a YIHWEH: dos becerros de la vacada, un carnero, siete corderos de un año; os serán sin defecto.
(20) Y su ofrenda, flor de harina amasada con aceite; tres décimas partes ofreceréis con cada becerro, y dos décimas con cada carnero;
(21) por cada uno de los siete corderos ofrecerás una décima parte,
(22) y un macho cabrío como ofrenda por el pecado, para hacer expiación por vosotros.
(23) Esto ofreceréis además del holocausto de la mañana, que es el holocausto continuo.
(24) De esta manera ofreceréis cada día, durante siete días, el alimento de la ofrenda encendida en olor grato a YIHWEH; será ofrecido además del holocausto continuo y de su libación.
(25) Y el séptimo día tendréis santa convocación; ningún trabajo servil haréis.
Cantar de los Cantares 1:1-8:14:
Capítulo 1
1 CANCION de canciones, la cual es de Shlomó.
2 Oh si él me besara con ósculos de su boca! Porque mejores son tus amores que el vino.
3 Por el olor de tus suaves ungüentos, (Ungüento derramado es tu nombre,) Por eso las doncellas te amaron.
4 Llévame en pos de ti, correremos. Metióme el rey en sus cámaras: Nos gozaremos y alegraremos en ti; Acordarémonos de tus amores más que del vino: Los rectos te aman.
5 Morena soy, oh hijas de Ierushaláim, Mas codiciable; Como las cabañas de Kedar, Como las tiendas de Shlomó.
6 No miréis en que soy morena, Porque el sol me miró. Los hijos de mi madre se airaron contra mí, Hiciéronme guarda de viñas; Y mi viña, que era mía, no guardé.
7 Hazme saber, o tú a quien ama mi alma, Dónde repastas, dónde haces tener majada al medio día: Porque, ¿por qué había yo de estar como vagueando Tras los rebaños de tus compañeros?
8 Si tú no lo sabes, oh hermosa entre las mujeres, Sal, yéndote por las huellas del rebaño, Y apacienta tus cabritas junto a las cabañas de los pastores.
9 A yegua de los carros de Paró Te he comparado, amiga mía.
10 Hermosas son tus mejillas entre los pendientes, Tu cuello entre los collares.
11 Zarcillos de oro te haremos, Con clavos de plata.
12 Mientras que el rey estaba en su reclinatorio, Mi nardo dió su olor.
13 Mi amado es para mí un manojito de mirra, Que reposa entre mis pechos.
14 Racimo de cofer en las viñas de Engadi Es para mí mi amado.
15 He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; He aquí que eres bella: tus ojos de paloma.
16 He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y suave: Nuestro lecho también florido.
17 Las vigas de nuestra casa son de cedro, Y de ciprés los artesonados.
Capítulo 2
1 YO soy la rosa de Sarón, Y el lirio de los valles.
2 Como el lirio entre las espinas, Así es mi amiga entre las doncellas.
3 Como el manzano entre los árboles silvestres, Así es mi amado entre los mancebos: Bajo la sombra del deseado me senté, Y su fruto fué dulce en mi paladar.
4 Llevóme a la cámara del vino, Y su bandera sobre mí fué amor.
5 Sustentadme con frascos, corroboradme con manzanas; Porque estoy enferma de amor.
6 Su izquierda esté debajo de mi cabeza, Y su derecha me abrace.
7 Yo os conjuro, oh doncellas de Ierushaláim, Por las gamas y por las ciervas del campo, Que no despertéis ni hagáis velar al amor Hasta que quiera.
8 La voz de mi amado! He aquí él viene Saltando sobre los montes, brincando sobre los collados.
9 Mi amado es semejante al gamo, o al cabrito de los ciervos. Helo aquí, está tras nuestra pared, Mirando por las ventanas, Mostrándose por las rejas.
10 Mi amado habló, y me dijo: Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y vente.
11 Porque he aquí ha pasado el invierno, Hase mudado, la lluvia se fué;
12 Hanse mostrado las flores en la tierra, El tiempo de la canción es venido, Y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola;
13 La higuera ha echado sus higos, Y las vides en cierne Dieron olor: Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y vente.
14 Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, en lo escondido de escarpados parajes, Muéstrame tu rostro, hazme oir tu voz; Porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto.
15 Cazadnos las zorra, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas; Pues que nuestras viñas están en cierne.
16 Mi amado es mío, y yo suya; El apacienta entre lirios.
17 Hasta que apunte el día, y huyan las sombras, Tórnate, amado mío; sé semejante al gamo, o al cabrito de los ciervos, Sobre los montes de Bether.
Capítulo 3
1 POR las noches busqué en mi lecho al que ama mi ser: Lo busqué, y no lo hallé.
2 Me levantaré ahora, y rodearé por la ciudad; Por las calles y por las plazas Buscaré al que ama mi ser: Lo busqué, y no lo hallé.
3 Me hallaron los guardas que rondan la ciudad, Y les dije: ¿Habéis visto al que ama mi ser?
4 Pasando de ellos un poco, Hallé luego al que mi ser ama: Trabé de él, y no lo dejé, Hasta que lo metí en casa de mi madre, Y en la cámara de la que me engendró.
5 Yo os conjuro, oh doncellas de Ierushaláim, Por las gamas y por las ciervas del campo, Que no despertéis ni hagáis velar al amor, Hasta que quiera.
6 ¿Quién es ésta que sube del desierto como columnita de humo, Sahumada de mirra y de incienso, Y de todos polvos aromáticos?
7 He aquí es la litera de Shlomó: Sesenta valientes la rodean, De los fuertes de Israel.
8 Todos ellos tienen espadas, diestros en la guerra; Cada uno su espada sobre su muslo, Por los temores de la noche.
9 El rey Shlomó se hizo una carroza De madera del Levanón.
10 Sus columnas hizo de plata, Su respaldo de oro, su cielo de grana, Su interior enlosado de amor, Por las doncellas de Ierushaláim.
11 Salid, oh doncellas de Tzión, y ved al rey Shlomó Con la corona con que le coronó su madre el día de su desposorio, Y el día del gozo de su corazón.
Capítulo 4
1 HE aquí que tú eres hermosa, amiga mía, he aquí que tú eres hermosa; Tus ojos entre tus guedejas como de paloma; Tus cabellos como manada de cabras, Que se muestran desde el monte de Guilad.
2 Tus dientes, como manadas de trasquiladas ovejas, Que suben del lavadero, Todas con crías mellizas, Y ninguna entre ellas estéril.
3 Tus labios, como un hilo de grana, Y tu habla hermosa; Tus sienes, como cachos de granada a la parte adentro de tus guedejas.
4 Tu cuello, como la torre de David, edificada para muestra; Mil escudos están colgados de ella, Todos escudos de valientes.
5 Tus dos pechos, como dos cabritos mellizos de gama, Que son apacentados entre azucenas.
6 Hasta que apunte el día y huyan las sombras, Iréme al monte de la mirra, Y al collado del incienso.
7 Toda tú eres hermosa, amiga mía Y en ti no hay mancha.
8 Conmigo del Levanón, oh esposa, Conmigo ven del Levanón: Mira desde la cumbre de Amana, Desde la cumbre de Senir y de Jermón, Desde las guaridas de los leones, Desde los montes de los tigres.
9 Prendiste mi corazón, hermana, esposa mía; Has preso mi corazón con uno de tus ojos, Con una gargantilla de tu cuello.
10 Cuán hermosos son tus amores, hermana, esposa mía! Cuánto mejores que el vino tus amores, Y el olor de tus ungüentos que todas las especias aromáticas!
11 Como panal de miel destilan tus labios, oh esposa; Miel y leche hay debajo de tu lengua; Y el olor de tus vestidos como el olor del Levanón.
12 Huerto cerrado eres, mi hermana, esposa mía; Fuente cerrada, fuente sellada.
13 Tus renuevos paraíso de granados, con frutos suaves, De cámphoras y nardos,
14 Nardo y azafrán, Caña aromática y canela, con todos los árboles de incienso; Mirra y áloes, con todas las principales especias.
15 Fuente de huertos, Pozo de aguas vivas, Que corren del Levanón.
16 Levántate, norte, y ven, Austro: Sopla mi huerto, despréndanse sus aromas. Venga mi amado a su huerto, Y coma de su dulce fruta.
Capítulo 5
1 YO vine a mi huerto, oh hermana, esposa mía: Cogido he mi mirra y mis aromas; He comido mi panal y mi miel, Mi vino y mi leche he bebido. Comed, amigos; Babed, amados, y embriagaos.
2 Yo dormía, pero mi corazón velaba: La voz de mi amado que llamaba: Abreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, perfecta mía; Porque mi cabeza está llena de rocío, Mis cabellos de las gotas de la noche.
3 Heme desnudado mi ropa; ¿cómo la tengo de vestir? He lavado mis pies; ¿cómo los tengo de ensuciar?
4 Mi amado metió su mano por el agujero, Y mis entrañas se conmovieron dentro de mí.
5 Yo me levanté para abrir a mi amado, Y mis manos gotearon mirra, Y mis dedos mirra que corría Sobre las aldabas del candado.
6 Abrí yo a mi amado; Mas mi amado se había ido, había ya pasado: Y tras su hablar salió mi alma: Busquélo, y no lo hallé; Llamélo, y no me respondió.
7 Halláronme los guardas que rondan la ciudad: Hiriéronme, llagáronme, Quitáronme mi manto de encima los guardas de los muros.
8 Yo os conjuro, oh doncellas de Ierushaláim, si hallareis a mi amado, Que le hagáis saber cómo de amor estoy enferma.
9 ¿Qué es tu amado más que otro amado, Oh la más hermosa de todas las mujeres? ¿Qué es tu amado más que otro amado, Que así nos conjuras?
10 Mi amado es blanco y rubio, Señalado entre diez mil.
11 Su cabeza, como, oro finísimo; Sus cabellos crespos, negros como el cuervo.
12 Sus ojos, como palomas junto a los arroyos de las aguas, Que se lavan con leche, y a la perfección colocados.
13 Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fragantes flores: Sus labios, como lirios que destilan mirra que trasciende.
14 Sus manos, como anillos de oro engastados de jacintos: Su vientre, como claro marfil cubierto de zafiros.
15 Sus piernas, como columnas de mármol fundadas sobre basas de fino oro: Su aspecto como el Levanón, escogido como los cedros.
16 Su paladar, dulcísimo: y todo él codiciable. Tal es mi amado, tal es mi amigo, Oh doncellas de Ierushaláim.
Capítulo 6
1 DONDE se ha ido tu amado, Oh la más hermosa de todas las mujeres? ¿Adónde se apartó tu amado, Y le buscaremos contigo?
2 Mi amado descendió a su huerto, a las eras de los aromas Para apacentar en los huertos, y para coger los lirios.
3 Yo soy de mi amado, y mi amado es mío: El apacienta entre los lirios.
4 Hermosa eres tú, oh amiga mía, como Tirsa; De desear, como Ierushaláim; Imponente como ejércitos en orden.
5 Aparta tus ojos de delante de mí, Porque ellos me vencieron. Tu cabello es como manada de cabras, Que se muestran en Guilad.
6 Tus dientes, como manada de ovejas Que suben del lavadero, Todas con crías mellizas, Y estéril no hay entre ellas.
7 Como cachos de granada son tus sienes Entre tus guedejas.
8 Sesenta son las reinas, y ochenta las concubinas, Y las doncellas sin cuento:
9 Mas una es la paloma mía, la perfecta mía; Unica es a su madre, Escogida a la que la engendró. Viéronla las doncellas, y llamáronla bienaventurada; Las reinas y las concubinas, y la alabaron.
10 ¿Quién es ésta que se muestra como el alba, Hermosa como la luna, Esclarecida como el sol, Imponente como ejércitos en orden?
11 Al huerto de los nogales descendí A ver los frutos del valle, Y para ver si brotaban las vides, Si florecían los granados.
12 No lo supe: hame mi alma hecho Como los carros de Amminadab.
13 Tórnate, tórnate, oh Sulamita; Tórnate, tórnate, y te miraremos. ¿Qué veréis en la Sulamita? Como la reunión de dos campamentos.
Capítulo 7
1 CUAN hermosos son tus pies en los calzados, oh hija de príncipe! Los contornos de tus muslos son como joyas, Obra de mano de excelente maestro.
2 Tu ombligo, como una taza redonda, Que no le falta bebida. Tu vientre, como montón de trigo, Cercado de lirios.
3 Tus dos pechos, como dos cabritos Mellizos de gama.
4 Tu cuello, como torre de marfil; Tus ojos, como las pesqueras de Hesbón junto a la puerta de Bat-rabbim; Tu nariz, como la torre del Levanón, Que mira hacia Damések.
5 Tu cabeza encima de ti, como el Karmel; Y el cabello de tu cabeza, como la púrpura del rey Ligada en los corredores.
6 Qué hermosa eres, y cuán suave, Oh amor deleitoso!
7 Y tu estatura es semejante a la palma, Y tus pechos a los racimos!
8 Yo dije: Subiré a la palma, Asiré sus ramos: Y tus pechos serán ahora como racimos de vid, Y el olor de tu boca como de manzanas;
9 Y tu paladar como el buen vino, Que se entra a mi amado suavemente, Y hace hablar los labios de los viejos.
10 Yo soy de mi amado, Y conmigo tiene su contentamiento.
11 Ven, oh amado mío, salgamos al campo, Moremos en las aldeas.
12 Levantémonos de mañana a las viñas; Veamos si brotan las vides, si se abre el cierne, Si han florecido los granados; Allí te daré mis amores.
13 Las mandrágoras han dado olor, Y a nuestras puertas hay toda suerte de dulces frutas, nuevas y añejas. Que para ti, oh amado mío, he guardado.
Capítulo 8
1 OH quién te me diese como hermano Que mamó los pechos de mi madre; De modo que te halle yo fuera, y te bese, Y no me menosprecien!
2 Yo te llevaría, te metiera en casa de mi madre: Tú me enseñarías, Y yo te hiciera beber vino Adobado del mosto de mis granadas.
3 Su izquierda esté debajo de mi cabeza, Y su derecha me abrace.
4 Conjúroos, oh doncellas de Ierushaláim, Que no despertéis, ni hagáis velar al amor, Hasta que quiera.
5 ¿Quién es ésta que sube del desierto, Recostada sobre su amado? Debajo de un manzano te desperté: Allí tuvo tu madre dolores, Allí tuvo dolores la que te parió.
6 Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo: Porque fuerte es como la muerte el amor; Duro como el sepulcro el celo: Sus brasas, brasas de fuego, Fuerte llama.
7 Las muchas aguas no podrán apagar el amor, Ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre toda la hacienda de su casa por este amor, De cierto lo menospreciaran.
8 Tenemos una pequeña hermana, Que no tiene pechos: ¿Qué haremos a nuestra hermana Cuando de ella se hablare?
9 Si ella es muro, Edificaremos sobre él un palacio de plata: Y si fuere puerta, La guarneceremos con tablas de cedro.
10 Yo soy muro, y mis pechos como torres, Desde que fuí en sus ojos como la que halla paz.
11 Shlomó tuvo una viña en Baal-hamón, La cual entregó a guardas, Cada uno de los cuales debía traer mil monedas de plata por su fruto.
12 Mi viña, que es mía, está delante de mí: Las mil serán tuyas, oh Shlomó, Y doscientas, de los que guardan su fruto.
13 Oh tú la que moras en los huertos, Los compañeros escuchan tu voz: Házmela oir.
14 Huye, amado mío; Y sé semejante al gamo, o al cervatillo, Sobre las montañas de los aromas.