Lecturas del Convenio Unido para el Martes, 24 de Junio, 2025

Giliana Kudsha

Jehoví el Creador

Jehoví es el Único Creador.

Solo Jehoví merece la adoración de toda la creación.

No hay ningún otro como Jehoví; nadie puede compararse con la grandeza y la gloria del Creador Eterno.

Su creación habla de Su nombre y de Sus obras; por esto nadie puede, en verdad, negar Su existencia.

El espíritu de la verdad es conocido por quienes sirven a Jehoví con todo su corazón y alma, quienes sirven al Creador con sus manos y pies.

Los Pactarios de Jehoví adoran al Creador y sirven a su prójimo no por obligación, sino por amor genuino.

Su pueblo observa Sus mandamientos por amor a su Creador y por interés por su prójimo.

Enseñanzas de la Luz Capítulo 41:

La Humanidad

1 Toda la humanidad empezó a existir a partir de Un solo origen. Toda la humanidad es una sola familia.

2 La esperanza de la humanidad es la Palabra de la Verdad que conduce al Reino de la Luz.

3 Nadie entre la humanidad es capaz de construir una torre tan grande que pueda llegar a Abba d’Rabbuta, pero siendo humilde en la oración y en el arrepentimiento, la humanidad es capaz de alcanzar hasta la mismísima altura de la morada del Espíritu Viviente.

 

El Libro de la Verdad, Gabriel se Aparece ante Isabel – 122:2.1-5:

2. Gabriel Se Aparece ante Isabel

122:2.1

En verdad el trabajo de Jesús en Urantia fue comenzado por Juan Bautista. Zacarías, el padre de Juan, era un sacerdote judío, y su madre Isabel pertenecía a la rama más próspera del mismo amplio grupo familiar de María, la madre de Jesús. Zacarías e Isabel, aunque casados por muchos años, no tenían hijos.

122:2.2

A fines del mes de junio del año 8 a. de J.C., unos tres meses después de los esponsales de José y María, Gabriel apareció al mediodía ante Isabel, tal como más tarde se presentaría ante María, y dijo Gabriel:

122:2.3

«Mientras tu marido Zacarías oficia ante el altar en Jerusalén, y mientras el pueblo reunido ora por la llegada del liberador, yo, Gabriel, he venido para anunciarte que pronto tendrás un hijo, quien será el precursor del maestro divino, y que tú lo llamarás a tu hijo Juan. Crecerá dedicado al Señor tu Dios, y cuando llegue a la madurez, alegrará tu corazón porque llevará muchas almas a Dios, y también proclamará el advenimiento del sanador de almas de tu pueblo, y el libertador del espíritu de la humanidad entera. Tu parienta María será la madre de este hijo de promesa, y yo también me apareceré ante ella.»

122:2.4

Esta visión aterrorizó mucho a Isabel. Después de la partida de Gabriel, le dio vueltas y más vueltas a esta experiencia en su cabeza, reflexionando detenidamente sobre las palabras de este majestuoso visitante. Pero no mencionó nada a nadie, sino a su marido, hasta principios de febrero del año siguiente, fecha en que visitó a María.

122:2.5

Isabel no reveló este secreto a su marido inmediatamente, sino tan sólo cinco meses más tarde. Cuando le contó la historia de la visita de Gabriel, Zacarías la consideró con escepticismo, dudando de toda la experiencia por varias semanas; solamente comenzó a medio creer, aunque sin demasiado entusiasmo, en la visita de Gabriel a su esposa cuando ya no pudo dudar de que ella estaba encinta. Zacarías estaba grandemente perplejo y confundido por el embarazo de Isabel, aunque, a pesar de su propia edad avanzada, no dudaba de la virtud de su esposa. Unas seis semanas antes del nacimiento de Juan, Zacarías tuvo un sueño muy notable y entonces pudo convencerse de que Isabel daría a luz un hijo de destino, el que prepararía el camino para la llegada del Mesías.