Giliana Kudsha
Fe Completa
Si tenéis fe completa en mí, por el poder del Padre de la Grandeza, seréis llevados a salvo a través del río embravecido, al otro lado donde os espera la paz.
Enseñanzas de la Luz Capítulo 8:
Paraíso, el Reino de la Luz. Mundos Celestiales
1 No os preocupéis por las cosas materiales de este mundo, porque vuestro tesoro os espera en el Reino de la Luz.
2 El Reino de los cielos está dentro de vosotros; está fuera de vosotros; si creéis en él, viviréis en él para siempre.
3 Bahisht no está tan lejos como pensáis. Después de todo, es vuestra casa.
4 Procurad seguir la Luz siempre y encontraréis vuestro camino a casa – porque la Verdad es la Luz e iluminará vuestro camino y no tendréis miedo de ir hacia adelante.
5 Para entrar a Bahisht, simplemente ser bueno no es suficiente. Los pensamientos de alguien sobre que otro sea bueno son muy subjetivos.
6 Las almas no tienen eras para tomar una decisión sobre entrar a Bahisht o a cualquier otro lugar donde puedan ser asignadas en su momento.
7 Se les presenta el glorioso Mensaje de la Verdad y deben tomar una decisión en ese momento.
8 Aunque en realidad no hay un marco exacto de tiempo en minutos u horas, así todo no es un largo periodo de tiempo.
9 Es mucho más fácil para un alma aceptar la Verdad después de la muerte que lo es mientras está atada con cadenas* sobre la tierra.
* (el cuerpo físico y los apegos)
10 Muchos de los que han vivido vidas malvadas y oscuras mientras han estado en la cáscara humana se han convertido a la justicia en la presencia de los seres celestiales enseñándoles.
11 Hay algunos por supuesto que ya han sido juzgados por diversas razones, como ya se ha dicho en otros mensajes. Solo el Padre de la Grandeza, en esos casos, sería capaz de tomar una decisión sobre su destino individual después de la muerte.
Torá: Deuteronomio 16:18-21:9,
PARASHAT SHOFTIM – SECCIÓN SHOFTIM
18 Jueces y oficiales designarás en todas tus ciudades que te da El Eterno, tu Dios, para tus tribus; y ellos juzgarán al pueblo con juicio recto.
19 No pervertirás la justicia, no serás parcial y no aceptarás soborno, pues el soborno ciega los ojos de los sabios y pervierte las palabras justas.
20 La justicia, la justicia perseguirás, para que vivas y poseas la Tierra que te da El Eterno, tu Dios.
21 No plantarás para vosotros un árbol idolátrico, ningún árbol, cerca del Altar de El Eterno, tu Dios, que harás para ti.
22 Y no erigirás para vosotros una columna que El Eterno, tu Dios, odia.
17
1 No sacrificarás para El Eterno, tu Dios, un buey o un cordero en el que hubiere una mácula, cualquier cosa mala, porque es una abominación para El Eterno, tu Dios.
2 Si se hallare entre vosotros, en una de las ciudades que te da El Eterno, tu Dios, un hombre o una mujer que cometiese lo que es malo a los ojos de El Eterno, tu Dios, para violar Su pacto,
3 y él va y sirve a otros dioses y se postra ante ellos, o ante el Sol o la Luna, o cualquiera de las huestes de los Cielos que no he ordenado,
4 y se te dijere y oyeres, entonces investigarás bien, y he aquí que es cierto, el asunto es correcto, esa abominación se hizo en Israel;
5 entonces sacarás a ese hombre o a esa mujer que hizo esta maldad a tus ciudades, el hombre o la mujer, y los apedrearás, para que mueran.
6 Por el testimonio de dos testigos o de tres testigos será muerta la persona condenada; no será muerta por el testimonio de un solo testigo.
7 La mano de los testigos será primera sobre él para matarlo y por último la mano de todo el pueblo, y eliminarás el mal de en medio de ti.
8 Si un asunto de justicia te es oculto, entre sangre y sangre, entre veredicto y veredicto, entre afección y afección, asuntos de disputa en tus ciudades, te levantarás y subirás al lugar que ha de elegir El Eterno, tu Dios.
9 Vendrás a los sacerdotes, los levitas, y al juez que estuviere en esos días e inquirirás, y ellos te dirán la palabra de juicio.
10 Actuarás según la palabra que te digan, desde el lugar que ha de elegir El Eterno, y serás precavido de hacer todo de acuerdo con lo que te enseñaren.
11 Según la enseñanza que te enseñaren y de acuerdo con el juicio que te dijeren, así harás; no te desviarás de la palabra que te dirán, ni a la derecha ni a la izquierda.
12 Y el hombre que actuare con premeditación, sin escuchar al sacerdote que está allí para servir a El Eterno, tu Dios, ni al juez, ese hombre morirá y eliminarás el mal de Israel.
13 El pueblo entero escuchará y temerá, y no actuarán con premeditación otra vez.
14 Cuando vengas a la Tierra que te da El Eterno, tu Dios, y la poseas, y te establezcas en ella, y dijeres: «Pondré por encima de mí un rey, como todas las naciones que me rodean»,
15 ciertamente pondrás encima de ti un rey al que ha de elegir El Eterno, tu Dios; de entre tus hermanos pondrás un rey sobre ti; no puedes poner por sobre ti un extranjero, alguien que no es tu hermano.
16 Sólo que no poseerá muchos caballos, para que no haga regresar al pueblo a Egipto a fin de incrementar los caballos, pues El Eterno te dijo: «Ya no volverás a regresar por este camino».
17 Y no tendrá muchas mujeres, para que no se descarríe su corazón; y no incrementará grandemente el oro y la plata para sí mismo.
18 Ocurrirá que cuando se siente en el trono de su reinado, escribirá para sí mismo dos copias de esta Torá en un libro, de ante los sacerdotes, los levitas.
19 Estará junto a él, y él leerá de él todos los días de su vida, para que aprenda a temerle a El Eterno, su Dios, y a observar todas las palabras de esta Torá y estos decretos, para realizarlos,
20 para que su corazón no se vuelva arrogante por sobre sus hermanos y no se desvíe del precepto ni a la derecha ni a la izquierda, para que prolongue sus años sobre su reinado, él y sus hijos en medio de Israel.
18
1 No habrá para los sacerdotes, los levitas, toda la tribu de Levi, porción ni herencia con Israel; las ofrendas de fuego de El Eterno y Su herencia, terumot y maasrot, comerán.
2 No tendrán herencia entre sus hermanos; El Eterno es su herencia, tal como Él les dijo.
3 Ésta será la obligación del pueblo a los sacerdotes, de aquellos que realizan un sacrificio ritual, tanto de un buey como del rebaño: le darán al sacerdote el muslo de la pata delantera, la mandíbula con la lengua y el cuajar.
4 Las primicias de tus granos, tu vino y tu aceite, y la primera lana de la esquila de tus ovejas le darás.
5 Pues El Eterno lo ha elegido de entre todas tus tribus para presentarse y oficiar en el Nombre de El Eterno, él y sus hijos, todos los días.
6 Cuando el levita viniere de una de tus ciudades, de todo Israel, donde habita allí, y viene con todo el deseo de su alma al lugar que ha de elegir El Eterno,
7 entonces oficiará en nombre de El Eterno, su Dios, igual que todos sus hermanos, los levitas, quienes están allí ante El Eterno.
8 Porción por porción comerán, excepto lo que es suyo por herencia ancestral.
9 Cuando vengas a la Tierra que te da El Eterno, tu Dios, no aprenderás a actuar de acuerdo con las abominaciones de esas naciones.
10 No se hallará entre vosotros nadie que haga que su hijo o hija pase por el fuego, nadie que practique la magia, ningún astrólogo, nadie que lea presagios, ningún hechicero;
11 ni ningún encantador de animales, nadie que consulte a Ov o Idoni, o que consulte a los muertos.
12 Pues todo el que hace esto es una abominación para El Eterno, y a causa de estas abominaciones El Eterno, tu Dios, expulsa a las naciones de ante ti.
13 Serás íntegro con El Eterno, tu Dios.
14 Pues estas naciones que has de poseer oyeron a los astrólogos y a los magos, pero en cuanto a ti, no es esto lo que te ha dado El Eterno, tu Dios.
15 Un profeta de entre vosotros, de tus hermanos, como yo, ha de establecer para ti El Eterno, tu Dios, a él le escucharás.
16 Según todo lo que Le pediste a El Eterno, tu Dios, en Jorev el día de la congregación, diciendo: «Ya no puedo oír la voz de El Eterno, mi Dios, y este gran fuego ya no lo puedo ver, para que no muera».
17 Entonces El Eterno me dijo: «Han hecho bien en lo que dijeron.
18 Estableceré un profeta para ellos de entre sus hermanos, como tú, y colocaré Mis palabras en su boca; Él les hablará todo lo que Yo le ordene.
19 Y acontecerá que el hombre que no obedeciere Mis palabras que él hablará en Mi nombre, se lo haré habré de reclamárselo.
20 Mas el profeta que con premeditación hablare en Mi nombre algo que no le ordené que hablara, o que hablare en nombre de otros dioses, ese profeta morirá».
21 Cuando digas en tu corazón: «¿Cómo podemos saber que El Eterno no ha hablado?».
22 Si el profeta hablare en el Nombre de El Eterno y ese hecho no ocurriere y no se hiciere realidad, ésa es la palabra que El Eterno no dijo; con premeditación la ha dicho el profeta, no deberás temerle.
19
1 Cuando El Eterno, tu Dios, derribare a las naciones cuya Tierra te da El Eterno, tu Dios, y las poseas y te establezcas en sus ciudades y en sus casas,
2 separarás tres ciudades para vosotros de en medio de tu Tierra que te da El Eterno, tu Dios, para que la poseas.
3 Prepara para ti el camino, y divide en tres partes la frontera de la Tierra que te hace heredar El Eterno, tu Dios; y ellas serán para cualquier asesino, para que huya allí.
4 Éste será el caso del asesino que huyere allí y viviere: el que atacare a su prójimo sin conocimiento y sin odiarlo desde ayer ni desde anteayer;
5 o el que viniere con su prójimo al bosque para talar árboles y su mano blande el hacha para cortar el árbol y el hierro se deslice de la madera y encuentre a su prójimo, y éste muera; él huirá a una de estas ciudades y vivirá,
6 para que el que redime la sangre no persiga al asesino, pues su corazón estará caliente, y le dará alcance, pues el camino es largo, y lo atacará mortalmente, y no hay juicio de muerte sobre él, pues no lo odiaba desde ayer ni desde anteayer.
7 Por eso te ordeno, diciendo: separarás tres ciudades para vosotros.
8 Cuando El Eterno, tu Dios, ensanche tu frontera, tal como juró a tus antepasados, y te diere toda la Tierra que dijo a tus antepasados que les daría,
9 cuando observes todo este precepto, que te ordeno hoy para cumplirlo de amar a El Eterno, tu Dios, y de ir por Sus caminos todos los días, entonces agregarás otras tres ciudades a estas tres.
10 No se derramará sangre inocente en tu Tierra que te da por herencia El Eterno, tu Dios, pues entonces la sangre será sobre ti.
11 Pero si hubiere un hombre que odia a su prójimo y le prepara una emboscada y se alza contra él, y lo ataca mortalmente y muere, y él huye a una de estas tres ciudades,
12 entonces los ancianos de su ciudad enviarán a traerlo de allí y a colocarlo en manos del que redime la sangre, y morirá.
13 Tu ojo no lo compadecerá; eliminarás la culpa de derramar sangre inocente de Israel y será bueno para ti.
14 No moverás el límite de tu prójimo, que marcaron los antiguos, en la herencia que has de heredar en la Tierra que te da El Eterno, tu Dios, para que la poseas.
15 No se presentará un solo testigo contra un hombre por ninguna iniquidad ni por ningún error, en relación con ningún pecado que pueda cometer; de acuerdo con dos testigos o tres testigos se confirmará el caso.
16 Si se presenta un testigo falso contra un hombre para declarar falsamente en su contra,
17 entonces los dos hombres entre los que existe la contienda se presentarán ante El Eterno, ante los sacerdotes y los jueces que estuvieren en esos días.
18 Los jueces inquirirán a fondo, y he aquí que el testimonio era un falso testimonio; habló falsamente en contra de su hermano.
19 Le harás como aquello que él conspiró hacerle a su hermano y eliminarás el mal de entre vosotros.
20 Y los que queden escucharán y temerán, y ya no continuarán haciendo como este mal entre vosotros.
21 Tu ojo no compadecerá; alma por alma, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, todo esto, en lo referente al valor monetario de cada uno de estos miembros.
20
1 Cuando salgas a la batalla contra tu enemigo y veas caballo y carroza, un pueblo más numeroso que tú, no les temerás, pues El Eterno, tu Dios, Quien te sacó de la tierra de Egipto está contigo.
2 Ocurrirá que cuando te acerques a la guerra, el sacerdote se aproximará y le hablará al pueblo.
3 Les dirá: «Oye, Israel, os acercáis hoy a la batalla contra vuestros enemigos; que vuestro corazón no decaiga; no temáis, no os precipitéis ni os quebrantéis ante ellos.
4 Pues El Eterno, vuestro Dios, es El Que va con vosotros, para luchar por vosotros con tus enemigos, para salvaros».
5 Entonces los oficiales le hablarán al pueblo, diciendo: ¿Quién es el hombre que ha construido una nueva casa y no la ha inaugurado? Que vaya y regrese a su casa, para que no muera en la guerra y otro hombre la inaugure.
6 Y ¿quién es el hombre que plantó un viñedo y no lo redimió? Que vaya y regrese a su casa, para que no muera en la guerra y otro lo redima.
7 Y ¿quién es el hombre que se ha comprometido con una mujer y no se ha casado con ella? Que vaya y regrese a su casa para que no muera en la guerra y otro hombre se case con ella.
8 Los oficiales continuarán hablándole al pueblo, diciendo: ¿Quién es el hombre que es temeroso y débil de corazón? Que vaya y regrese a su casa, y que no quebrante el corazón de sus hermanos, como el suyo.
9 Cuando los oficiales hayan terminado de hablarle al pueblo, los líderes de las legiones tomarán el comando a la cabeza del pueblo.
10 Cuando te acerques a una ciudad para librar batalla con ella, llamarás a ella a la paz.
11 Acontecerá que si te responde en paz y se abre a ti, entonces todas las personas del pueblo que se hallen dentro de ella serán tributo para ti y te servirán.
12 Pero si no hace la paz contigo, sino que hace la guerra contigo, la sitiarás.
13 El Eterno, tu Dios, la entregará en tu mano y golpearás mortalmente a todos sus varones por el filo de la espada.
14 Únicamente las mujeres, los niños pequeños, los animales, y todo lo que haya en la ciudad, todo su botín, lo tomarás para ti; comerás el botín de tus enemigos, que te dio El Eterno, tu Dios.
15 Así harás con todas las ciudades que están muy lejos de ti, que no son las ciudades de estas naciones.
16 Pero de las ciudades de estos pueblos que te da por herencia El Eterno, tu Dios, no dejarás con vida a ninguna persona.
17 Sino que los aniquilarás por completo: al jeteo, al amorreo, al cananeo, al perizeo, al jiveo y al iebuseo, tal como te ordenó El Eterno, tu Dios.
18 Para que no te enseñen a actuar de acuerdo con todas sus abominaciones que realizaron para sus dioses y peques ante El Eterno, tu Dios.
19 Cuando sities a una ciudad durante muchos días para hacerle la guerra para tomarla, no destruyas sus árboles blandiendo el hacha contra ellos, pues de ellos comerás, y no lo troncharás; ¿acaso el árbol del campo es un hombre para que sea sitiado por ti?
20 Únicamente el árbol que sabes que no es un árbol de comida, es decir, frutal, podrás derribarlo y troncharlo, y construir un baluarte contra la ciudad que hace la guerra contigo, hasta que la conquistes.
21
1 Si se hallare un cadáver caído en el campo y no se sabe quién lo atacó en la Tierra que te da El Eterno, tu Dios, para que la poseas,
2 tus ancianos y jueces saldrán y medirán la distancia que hay hasta las ciudades que se encuentran alrededor del cadáver.
3 Ocurrirá que en la ciudad más cercana al cadáver los ancianos de esa ciudad tomarán una becerra, con la que no se hayan hecho trabajos, que no haya sido arrastrada con un yugo.
4 Los ancianos de esa ciudad harán descender la becerra a un valle árido, que no pueda ser trabajado ni pueda ser sembrado, y desnucarán allí la becerra en el valle.
5 Los sacerdotes, descendientes de Levi, se acercarán, pues a ellos los eligió El Eterno, tu Dios, para que Le oficien y bendigan con el Nombre de El Eterno, y según su palabra será determinada cada disputa y la pureza o impureza de cada afección.
6 Y todos los ancianos de la ciudad más cercana al muerto, lavarán sus manos sobre la becerra que fue desnucada en el valle.
7 Hablarán y dirán: «Nuestras manos no derramaron esta sangre y nuestros ojos no vieron.
8 Expía por Tu pueblo Israel que redimiste, El Eterno: ¡no pongas sangre inocente en medio de Tu pueblo Israel!». Entonces la sangre será expiada para ellos.
9 Pero tú eliminarás la culpa de derramar sangre inocente de entre vosotros cuando hagas lo que es recto a los ojos de El Eterno.
El Libro de la Verdad: El Renacimiento Samaritano y las Enseñanzas sobre la Adoración y la Oración – 143:6.1-143:7.9:
6. El Renacimiento Samaritano
143:6.1
La tarde en que Nalda atrajo las multitudes de Sicar para ir a ver a Jesús, los doce acababan de volver con comida, e instaron a Jesús a que comiese con ellos en vez de hablar a la gente, porque habían estado sin comer todo el día y tenían hambre. Pero Jesús sabía que pronto caería la noche. Por eso persistió en su determinación de hablar con el pueblo antes de despedirlos. Cuando Andrés intentó persuadirle a que comiera algo poco antes de dirigirse a la multitud, Jesús le dijo: «Tengo un alimento del que vosotros no sabéis». Al escuchar esto los apóstoles, se dijeron unos a otros: «¿Le habrá traído alguien de comer? ¿Es posible que la mujer le dio comida además de bebida?» Cuando Jesús les oyó conversar entre ellos, antes de hablar a la gente se volvió para decirles a los doce: «Mi alimento es hacer la voluntad de Aquel que me ha enviado y llevar a cabo su obra. Ya no debéis decir vosotros falta tanto y tanto para la cosecha. He aquí a esta gente que sale de una ciudad samaritana para escucharnos; yo os digo que los campos ya blanquean para la cosecha. Aquel que siega, recibe salario y recoge estos frutos para la vida eterna; así pues, los sembradores y los segadores se alegran juntos, porque en esto es verdadero el refrán: ‘uno es el sembrador y otro el segador’. Os envío ahora a segar donde vosotros no habéis trabajado; otros han trabajado, y vosotros ahora estáis a punto de uniros con su trabajo». Esto dijo refiriéndose a la predicación de Juan el Bautista.
143:6.2
Jesús y los apóstoles fueron a Sicar y predicaron dos días antes de establecer su campamento en el Monte Gerizim. Muchos de los habitantes de Sicar creyeron en el evangelio y pidieron ser bautizados, pero los apóstoles de Jesús aún no bautizaban.
143:6.3
La primera noche en el campamento en el Monte Gerizim los apóstoles esperaban que Jesús les reprochara su actitud hacia la mujer junto al pozo de Jacob, pero él no habló del asunto. En cambio, les dio un discurso memorable sobre «las realidades que son centrales en el reino de Dios». En cualquier religión, es muy fácil que los valores se vuelvan desproporcionados y que los hechos ocupen el lugar de la verdad en la teología personal. El hecho de la cruz se volvió el centro mismo del cristianismo subsiguiente. Pero éste no es la verdad central de la religión que se puede derivar de la vida y enseñanzas de Jesús de Nazaret.
143:6.4
El tema de la enseñanza de Jesús en el Monte Gerizim fue de que él desea que todos los hombres vean a Dios como a un Padre-amigo así como él (Jesús) es un hermano-amigo. Una y otra vez les repitió que el amor es la relación más grande en el mundo—en el universo– así como la verdad es la declaración más grande del cumplimiento de estas relaciones divinas.
143:6.5
Jesús se declaró tan plenamente ante los samaritanos porque podía hacerlo sin peligro, y porque sabía que no volvería a visitar el corazón de Samaria para predicar el evangelio del reino.
143:6.6
Jesús y los doce acamparon en el Monte Gerizim hasta fines de agosto. Durante el día predicaron la buena nueva del reino—la paternidad de Dios– a los samaritanos de las ciudades y pasaron las noches en el campamento. El trabajo que Jesús y los doce llevaron a cabo en estas ciudades samaritanas rindió muchas almas para el reino e hizo mucho para preparar el terreno para la obra maravillosa de Felipe en estas regiones, después de la muerte y resurrección de Jesús, posteriormente a la dispersión de los apóstoles hasta los confines del mundo debido a la amarga persecución de los creyentes en Jerusalén.
7. Las Enseñanzas Sobre la Oración y la Adoración
143:7.1
En las conferencias nocturnas en el Monte Gerizim, Jesús enseñó muchas grandes verdades y en particular, acentuó lo siguiente:
143:7.2
La verdadera religión es el acto de un alma en sus relaciones autoconscientes con el Creador; la religión organizada es el intento del hombre de socializar la adoración de los religionistas individuales.
143:7.3
La adoración—la contemplación de lo espiritual– debe alternar con el servicio, el contacto con la realidad material. El trabajo debe alternar con el esparcimiento; la religión debe ser equilibrada por el buen humor. La filosofía profunda debe ser aliviada por el ritmo de la poesía. El esfuerzo del vivir—la tensión temporal de la personalidad– debe ser aliviada por el reposo de la adoración. Las sensaciones de inseguridad que surgen del temor al aislamiento de la personalidad en el universo, deben ser contrarrestadas por la contemplación, en fe, del Padre y por el intento de comprender al Supremo.
143:7.4
La oración tiene el objeto de hacer que el hombre piense menos pero que comprenda más; no está hecha para aumentar el conocimiento, sino más bien para ampliar el discernimiento.
143:7.5
La adoración tiene el objeto de anticipar una vida mejor en el futuro y después reflejar estas nuevas significaciones espirituales sobre la vida en el presente. La oración sostiene a uno espiritualmente, pero la adoración es divinamente creadora.
143:7.6
La adoración es la técnica de buscar en el Único la inspiración para servir a muchos. La adoración es la vara que mide el grado de desprendimiento del alma del universo material y su vinculación simultánea y segura a las realidades espirituales de toda la creación.
143:7.7
El orar es recordar a sí mismo—pensamiento sublime; el adorar es olvidar a sí mismo—superpensamiento. La adoración es atención sin esfuerzo, descanso real e ideal del alma, ejercicio espiritual que lleva al sosiego.
143:7.8
La adoración es el acto de una parte que se identifica con el Todo; lo finito con lo Infinito; el hijo con el Padre; el tiempo en el acto de marcar el paso con la eternidad. La adoración es el acto de comunión personal del hijo con el Padre divino, la asunción de actitudes refrescantes, creadoras, fraternales y románticas por parte del alma-espíritu humano.
143:7.9
Aunque los apóstoles sólo comprendieron algunas de sus enseñanzas en el campamento, otros mundos las comprendieron, y otras generaciones en la tierra las comprenderán.