Lecturas del Convenio Unido para el Sábado, 20 de Septiembre, 2025

Giliana Kudsha

Rechazo a Aprender de los Espíritus Santos

“Tal hombre niega Mi inspiración y la inspiración de Mis ángeles. Él es poco más que un árbol del bosque, que tiene un tronco y muchas ramas, pero no se mueve de su lugar”. (Inspiración 5:16)

Hoy en día, la mayoría de las iglesias y las personas que afirman seguir las enseñanzas de Joshú se han negado a aceptar la invitación de Jehoví de aprender de Sus ángeles de alto rango. Gran parte de la culpa recae sobre los líderes de estas iglesias y organizaciones. En su rechazo a aprender, han rechazado los espíritus santos del Padre que les han sido enviados. Sus líderes han enseñado en contra de aprender a través de estos ángeles de alto rango y, por lo tanto, han blasfemado contra el Espíritu de santidad.

Joshú enseñó: “De cierto os digo que todos sus pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y sus blasfemias con las que sean que blasfemen; pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo [el mundo de espíritus santos] nunca tendrá perdón, mas es culpable de un pecado eterno, porque dijeron: Tiene un espíritu inmundo”. (Marcos 3:28-30)

Todos aquellos que niegan la invitación del Padre para aprender de Sus espíritus no podrán resistir las pruebas de fuego y el juicio divino que vienen después. “Puesto que solo han sembrado dolor y angustia en la tierra, eso es lo que cosecharán y eso es lo que comerán”. (Cartas del Reino 14:15)

Enseñanzas de la Luz Capítulo 29:

Falsos Maestros

1 Cuestionables son los que dicen ser líderes espirituales y confunden a los devotos con conocimiento falso, llevando a una eternidad de oscuridad.

2 Uno que se proclame a sí mismo maestro espiritual y que hable de sí mismo o de sí misma como si fuera un dios propaga el veneno del dinero, la codicia y la falsedad.

3 La venta de libros, seminarios y fotografías es más importante para un falso maestro que aliviar el sufrimiento de la humanidad.

4 A veces la más simple de las verdades puede estar en frente de alguien, sin embargo, no la ven porque sus ojos están cegados por filosofías vanidosas y mentiras que no están dispuestos a abandonar.

5 Los maestros que están apegados a negar la existencia del Creador solo se engañan a sí mismos y a sus discípulos.

6 Las enseñanzas de los auto proclamados maestros espirituales que niegan la existencia del Creador son cuestionables en el mejor de los casos. Habitualmente estos son hombres hambrientos de dinero.

7 Los falsos maestros van y vienen como la comida podrida. No seáis atraídos por los colores vibrantes del moho que los falsos maestros producen. Es mortal.

8 El que acepta cualquier libro u otro escrito de la pluma de un ser humano, creyendo que solo esa obra es inspirada por Dios, se prepara a sí mismo para una gran decepción, porque ¿Qué hombre entre vosotros es capaz de escribir de la profundidad y de los misterios del Espíritu del Padre que está en los cielos por encima de los cielos?

9 Porque de verdad os digo, no existe tal persona entre todos los humanos, y el que afirme tener un cargo tan grandioso fracasará en todas las cosas, porque su obra no es del Perfecto.

10 Recordad esto: No hay perfección en la maldad y no hay oscuridad en la luz.

11 De verdad os digo, un hombre no está por encima del Padre de la Grandeza. Solo la Gran Fuente de la Verdad puede dispensar sabiduría y conocimiento perfectos para el mayor beneficio de toda la creación.

12 No vaciléis en vuestra fe. Mantened esta palabra como un recuerdo dentro de vuestro corazón.

13 Entusiasmo acompañado de palabras mentirosas no hace que esas palabras sean verdaderas. Sin importar cuanto entusiasmo tengáis por la mentira, sigue siendo una mentira.

14 Siempre hay esperanza para la oveja descarriada. Son los lobos errantes los que no pueden soportar caminar en la Luz.

15 Una mente inmadura llena de ilusiones y falsas suposiciones nunca os puede conducir a un futuro mejor.

Torá, Deuteronomio 29:9-30:20:

PARASHAT NITZAVIM – SECCIÓN NITZAVIM

9 Vosotros estáis parados hoy, todos vosotros, ante El Eterno, vuestro Dios: las cabezas de vuestras tribus, vuestros ancianos, y vuestros oficiales: todos los hombres de Israel;

10 vuestros hijos pequeños, vuestras mujeres y tu prosélito que está en tu campamento, desde el talador de vuestros árboles hasta el que extrae vuestra agua,

11 para que entréis en el pacto de El Eterno, tu Dios, y en Su juramento que El Eterno, tu Dios, entabla hoy contigo.

12 A fin de establecerte hoy como un pueblo para Él y para que Él sea un Dios para ti, tal como os dijo y como les juró a tus antepasados, a Abraham, a Itzjak (Isaac) y a Iaacov (Jacob).

13 No solamente con vosotros entablo este pacto y este juramento,

14 sino con todos los que están aquí, parados hoy junto a nosotros, ante El Eterno, nuestro Dios, y con todos los que no están hoy aquí junto a nosotros.

15 Pues sabéis cómo habitamos en la tierra de Egipto y cómo pasamos por en medio de las naciones a través de las cuales pasasteis.

16 Y visteis sus abominaciones y sus ídolos detestables, de madera y de piedra, de plata y de oro, que había con ellos.

17 Tal vez haya entre vosotros un hombre o una mujer, o una familia o una tribu, cuyo corazón se desvíe hoy de estar junto a El Eterno, nuestro Dios, para ir a servir a los dioses de esas naciones; tal vez haya entre vosotros una raíz de la que brotan hiel y ajenjo.

18 Y ocurrirá que cuando oiga las palabras de este juramento se bendecirá en su corazón, diciendo: «La paz será conmigo, a pesar de que voy como me dicta el corazón», agregando así lo regado a lo sediento.

19 El Eterno no estará dispuesto a perdonarlo, pues entonces la ira y los celos de El Eterno humearán contra ese hombre, y todo el juramento escrito en este Libro caerá sobre él, y El Eterno borrará Su nombre de bajo de los cielos.

20 El Eterno lo separará de entre todas las tribus de Israel para su mal, como todos los juramentos del pacto que está escrito en este Libro de la Torá.

21 La generación futura dirá, vuestros hijos que se levantarán tras vosotros y el extranjero que viniere de una tierra lejana, cuando vea las plagas de esa Tierra y sus enfermedades con las que la afligió El Eterno:

22 «El azufre y la sal, una conflagración de toda la Tierra, no puede sembrarse y no puede brotar, y no crecerá en ella pasto; como el cataclismo de Sodoma y Gomorra, Admá y Tzevoim, que El Eterno trastornó en Su ira y Su furia».

23 Y todas las naciones dirán: «¿Por qué motivo El Eterno hizo esto con esta Tierra; por qué esta furia de gran enojo?».

24 Y dirán: «Porque abandonaron el pacto de El Eterno, el Dios de sus antepasados, que Él entabló con ellos cuando los sacó de la tierra de Egipto;

25 y fueron y sirvieron a otros dioses y se postraron ante ellos, dioses que no conocían y que Él no les designó.

26 Y el odio de El Eterno ardió contra esa Tierra, trayendo sobre ella toda la maldición que está escrita en este Libro;

27 y El Eterno los sacó de su Tierra; con enojo, con ira y con gran furia, y los arrojó a otra tierra, como acontece en este día».

28 Los pecados ocultos son para El Eterno, nuestro Dios, pero los pecados revelados son para nosotros y para nuestros hijos por siempre, para cumplir todas las palabras de esta Torá».

30

1 Ocurrirá que cuando todas estas cosas te acontezcan, la bendición y la maldición que he presentado ante ti, entonces las internalizaras en tu corazón entre todas las naciones donde allí te ha dispersado El Eterno, tu Dios;

2 y regresarás con El Eterno, tu Dios, y escucharás Su voz, según todo lo que te ordeno hoy, tú y tus hijos, con todo tu corazón y con toda tu alma.

3 Entonces El Eterno, tu Dios, te traerá de regreso de tu cautiverio y tendrá compasión de ti, y volverá y te reunirá de entre todos los pueblos a los que te dispersó allí El Eterno, tu Dios.

4 Si tus dispersos estuvieren en los confines del cielo, desde allí El Eterno, tu Dios, os reunirá y desde allí os tomará.

5 El Eterno, tu Dios, te traerá a la Tierra que poseyeron tus antepasados y que tú poseerás. El hará el bien contigo y te hará más numeroso que tus antepasados.

6 El Eterno, tu Dios, circuncidará tu corazón y el corazón de tu simiente, para amar a El Eterno, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, para que vivas.

7 El Eterno, tu Dios, colocará todos estos juramentos sobre tus enemigos y sobre aquéllos que te odian, que te persiguieron.

8 Y tú regresarás y escucharás la voz de El Eterno, y realizarás todos Sus preceptos que te ordeno hoy.

9 El Eterno te dará abundancia en toda la obra de tus manos, en el fruto de tu vientre, el fruto de tus animales y el fruto de tu Tierra, para bien, cuando El Eterno retorne a regocijarse contigo para bien, como Se regocijó con tus antepasados,

10 cuando escuches la voz de El Eterno, tu Dios, observando Sus preceptos y Sus decretos que están escritos en este Libro de la Torá; cuando retornes a El Eterno, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma.

11 Pues este precepto que te ordeno hoy, no está oculto de ti y no está lejos.

12 No está en el cielo, y digas: «¿Quién puede subir al cielo por nosotros y tomarlo para nosotros, para que podamos escucharlo y realizarlo?».

13 Ni tampoco está del otro lado del mar, y digas: «¿Quién puede cruzar al otro lado del mar y tomarlo para nosotros, para que podamos escucharlo y realizarlo?».

14 Más bien, esto está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que lo realices.

15 Ve: he colocado ante ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal;

16 aquello que te ordeno hoy: amar a El Eterno, tu Dios, ir por Sus caminos, observar Sus preceptos, Sus decretos y Sus ordenanzas; entonces vivirás y te multiplicarás, y El Eterno, tu Dios, te bendecirá en la Tierra a la que vienes allí, para poseerla.

17 Pero si tu corazón se desviara y no escuchares, y te descarriares, y te postrares ante otros dioses y los sirvieres,

18 yo te digo hoy que ciertamente te perderás; no prolongarás tus días sobre la Tierra por la que cruzas allí el Jordán para poseerla.

19 Yo convoco al cielo y a la tierra hoy para que sean testigos contra ti: he colocado la vida y la muerte ante ti, la bendición y la maldición; y elegirás la vida, para que vivas, tú y tu descendencia,

20 amando a El Eterno, tu Dios, escuchando Su voz, y aferrándote a El, pues El es tu vida y la prolongación de tus días, habitando en la tierra que El Eterno les juró a tus antepasados, a Abraham, a Itzjak (Isaac) y a Iaacov (Jacob), que les daría.