Lecturas del Convenio Unido para el Viernes, 21 de Noviembre, 2025

Giliana Kudsha

Alimentándose de las Palabras Sagradas

Las religiones que se fundaron hace miles de años, aunque algunas todavía existen, no son las mismas hoy en día. La mayoría de los textos sagrados han sido corrompidos por los hombres, perdidos o destruidos. Muchos de los que existen hoy en día se han diluido debido a malas traducciones.

En el Reino de los Cielos, hace mucho tiempo, el Padre de la Grandeza encargó a Sus escribas angelicales que restauraran los escritos tal como deben ser. En este día, Su inmaculado Mensaje de la Luz se está dando para el desarrollo del Remanente Bendito. El Remanente debe alimentarse de las palabras de estos textos revelados que se están compilando en la Santa Revelación.1

Al consumir el alimento espiritual en la Santa Revelación, el Remanente podrá sostenerse a sí mismo a través de los duros inviernos de persecución y otras pruebas. Alimentaos de estas palabras sagradas del Creador Siempre Presente y os daréis cuenta de que Él es el Señor Sabio. Venid al Creador y encontrad vuestro descanso.2

Alimentaos de las Palabras de Luz y seréis llenados con el conocimiento de la verdad y con alegría y paz. Mediante el estudio, la lectura y la aplicación devotas de la Santa Revelación, encontraréis descanso en Bahisht.3

Notas del Editor

1 Giliana Kudsha

2 “Prueben y vean que YAHWEH es bueno. ¡Bienaventurado el hombre que se refugia en Él!” (Salmo 34:8, Reina Valera Actualizada-2015) El Evangelio del Santo Profeta Mani dice:

He probado un sabor dulce;

¡no he encontrado ninguno más dulce que la Palabra de la Verdad!

He probado un sabor dulce:

¡no he encontrado ninguno más dulce que el Nombre de Dios!

He probado un sabor dulce;

¡no he encontrado ninguno más dulce que Cristo!

¡Probad y daos cuenta que el Señor es dulce!” (Capítulo 8, secc. 94.2)

3 Bahisht es un término especial que significa “paraíso.” Dependiendo del contexto, también puede referirse al Reino de la Luz o al Reino de los Cielos. “De Bahisht [el Paraíso] ha llegado un Mensajero, un Heraldo del Reino.” (Evangelio del Santo Profeta Mani, Capítulo 3, secc. 35.1)

Enseñanzas de la Luz Capítulo 91:

La Voluntad de Dios

1 Nada se logra con mis propias manos – todo lo que se hará será de acuerdo con la Voluntad del Gran Padre.

2 Yo he venido a vosotros por la Voluntad del Padre para rescataros del gran y turbulento océano que es el mundo.

3 Yo no hago nada por mi cuenta, pero todo lo que hago y os digo en el Libro Sagrado de la Luz es por la Voluntad del Padre que me ha enviado.

El Libro de la Verdad 178:2-3, Después del Almuerzo y Camino a la Cena, 166:5.1-7, La Congregación en Filadelfia:

2. Después del Almuerzo

178:2.1

No muchos de los oyentes del Maestro pudieron comprender tan siquiera una parte de su disertación matutina. De todos los que lo oyeron, los griegos fueron los que más comprendieron. Aun los once apóstoles estaban confundidos por sus alusiones a futuros reinos políticos y a generaciones sucesivas de creyentes en el reino. Los seguidores más devotos de Jesús no podían reconciliar el fin inminente de su ministerio terrenal con estas referencias a un futuro lejano de actividades evangelísticas. Algunos de estos creyentes judíos estaban comenzando a percibir que estaba a punto de ocurrir la mayor tragedia de la tierra, pero no podían reconciliar tal desastre inminente ni con la actitud personal alegremente indiferente del Maestro, ni con su discurso matutino, en el cual aludió repetidas veces a transacciones futuras del reino celestial, que parecía abarcar amplios períodos de tiempo y comprendía relaciones con muchos y sucesivos reinos temporales en la tierra.

178:2.2

Para el mediodía de ese día todos los apóstoles y discípulos se habían enterado de la apresurada fuga de Lázaro desde Betania. Comenzaron a percibir la amarga determinación de los dirigentes judíos, decididos a exterminar a Jesús y sus enseñanzas.

178:2.3

David Zebedeo, mediante el trabajo de sus agentes secretos en Jerusalén, tenía información detallada sobre el progreso del plan de arrestar y matar a Jesús. Sabía plenamente el papel que representaba Judas en este complot, pero nunca reveló este conocimiento a los demás apóstoles ni a ninguno de los discípulos. Poco después del almuerzo, condujo a Jesús aparte, atreviéndose a preguntarle si él sabía—pero no pudo continuar su pregunta. El Maestro, levantando la mano, le interrumpió diciendo: «Si, David, lo sé todo, y sé que tú sabes, pero asegúrate de no decírselo a ningún hombre. Solamente, no dudes en tu corazón de que al fin triunfará la voluntad de Dios».

178:2.4

Esta conversación con David fue interrumpida por la llegada de un mensajero de Filadelfia que traía la noticia de que Abner había oído hablar de un complot para matar a Jesús y preguntaba si debía ir a Jerusalén. Este correo salió de prisa hacia Filadelfia con este mensaje para Abner: «Continúa con tu obra. Si yo te abandono en la carne, es sólo para que pueda retornar en el espíritu. No te abandonaré. Estaré contigo hasta el fin».

178:2.5

Alrededor de este momento Felipe se acercó al Maestro y preguntó: «Maestro, ya que la hora de la Pascua se acerca, ¿dónde quieres tú que nos preparemos para comer la cena?» Cuando Jesús oyó la pregunta de Felipe respondió: «Vete, trae a Pedro y a Juan, y os daré instrucciones sobre la cena que vamos a comer juntos esta noche. En cuanto a la Pascua, eso deberéis considerarlo después que hayamos hecho esto».

178:2.6

Cuando Judas oyó al Maestro hablando con Felipe sobre estos asuntos, se acercó para escuchar su conversación. Pero David Zebedeo, que estaba cerca, se le acercó y empezó con él una conversación, mientras Felipe, Pedro y Juan se apartaron para hablar con el Maestro.

178:2.7

Dijo Jesús a los tres: «Id inmediatamente a Jerusalén, y al entrar por la puerta encontraréis a un hombre que lleva un cántaro de agua. El os hablará y vosotros lo seguiréis. Cuando os conduzca a cierta casa, entrad detrás de él y decid al buen amo de esa casa: ‘¿Dónde está el aposento donde el Maestro va a comer la cena con sus apóstoles?’ Cuando hayáis preguntado así, este señor de la casa os mostrará un gran aposento arriba ya dispuesto y listo para nosotros».

178:2.8

Cuando los apóstoles llegaron a la ciudad se encontraron con el hombre que llevaba el cántaro de agua junto a la puerta y lo siguieron hasta la casa de Juan Marcos, donde el padre del muchacho los encontró y les mostró el aposento de arriba listo para la cena.

178:2.9

Y todo esto ocurrió como resultado de un acuerdo al que habían llegado el Maestro y Juan Marcos el día anterior cuando se encontraban a solas en las colinas. Jesús quería estar seguro de que tendría esta última cena con sus apóstoles sin interrupciones y creyendo que si Judas conociera de antemano el lugar de encuentro dispondría con sus enemigos que lo arrestaran, hizo este arreglo secreto con Juan Marcos. Así pues, Judas no supo del lugar de encuentro hasta más tarde cuando llegó allí en compañía de Jesús y de los otros apóstoles.

178:2.10

David Zebedeo tenía muchas transacciones que discutir con Judas de modo que le resultó fácil impedir que siguiera a Pedro, Juan y Felipe, como deseaba hacerlo. Cuando Judas dio a David cierta suma de dinero para las provisiones, David le dijo: «Judas ¿no estaría bien, bajo las circunstancias, proveerme de un poco de dinero aun antes de que surjan las necesidades?» Después de reflexionar Judas un momento, respondió: «Sí, David, pienso que sería sensato. De hecho, en vista de las difíciles condiciones en Jerusalén, pienso que sería mejor que yo te diera a ti todo el dinero. Hay un complot contra el Maestro, y en caso de que pudiera sucederme algo a mí, no quedaríais desamparados».

178:2.11

Así pues David recibió todos los fondos apostólicos en efectivo y los recibos del dinero en depósito. Los apóstoles no supieron de esta transacción hasta la noche del día siguiente.

178:2.12

Fue a eso de las cuatro y media cuando los tres apóstoles retornaron e informaron a Jesús que todo estaba dispuesto para la cena. El Maestro se preparó inmediatamente para conducir a sus doce apóstoles por el sendero del camino a Betania, y de allí a Jerusalén. Este fue el último viaje que hizo con los doce.

3. Camino a la Cena

178:3.1

Tratando nuevamente de evitar las multitudes que pasaban por el valle de Cedrón de ida y de vuelta entre el parque de Getsemaní y Jerusalén, Jesús y los doce caminaron por la cresta occidental del Monte de los Olivos para tomar el camino que conducía de Betania a la ciudad. Al acercarse al lugar en el que Jesús se había detenido la noche anterior para hablar de la destrucción de Jerusalén, pausaron inconscientemente, permaneciendo allí de pie, callados contemplando la ciudad. Como tenían tiempo, y puesto que Jesús no quería pasar por la ciudad antes de la caída del sol, él dijo a sus asociados:

178:3.2

«Sentaos y descansad mientras yo os hablo de lo que pronto ha de ocurrir. Todos estos años yo he vivido con vosotros como hermanos, os he enseñado la verdad sobre el reino del cielo y os he revelado los misterios del mismo. Mi padre ha hecho en verdad muchas obras maravillosas en relación con mi misión en la tierra. Habéis sido testigos de todo esto y habéis compartido la experiencia de laborar juntos con Dios. Y vosotros atestiguaréis que os vengo advirtiendo de que dentro de poco debo retornar a la obra que el Padre me ha dado para hacer; os he dicho claramente que debo dejaros en el mundo para continuar la obra del reino. Para este propósito os escogí en las colinas de Capernaum. La experiencia que habéis tenido conmigo, debéis prepararos ahora para compartirla con otros. Así como el Padre me envió a este mundo, ahora os enviaré a vosotros para que me representéis y terminéis la obra que he comenzado.

178:3.3

«Vosotros bajáis la mirada sobre esta ciudad con congoja, porque habéis oído mis palabras que os describieron el fin de Jerusalén. Os lo he advertido para que no perezcáis en su destrucción, postergando así la proclamación del evangelio del reino. Del mismo modo os advierto que os cuidéis para no exponeros sin necesidad al peligro cuando vengan a llevarse al Hijo del Hombre. Debo irme, pero vosotros debéis quedaros para dar testimonio de este evangelio cuando yo haya partido, aun como le advertí a Lázaro que huyera de la ira del hombre para vivir y hacer conocer así la gloria de Dios. Si es voluntad del Padre que yo parta, nada de lo que vosotros podáis hacer cambiará el plan divino. Cuidaos, para no os maten a vosotros también. Que vuestras almas sean valientes en defensa del evangelio por el poder del espíritu, pero no os confundáis en un intento necio de defender al Hijo del Hombre. No necesito defensa alguna de la mano del hombre; los ejércitos del cielo están aun en este momento junto a mí; pero estoy decidido a hacer la voluntad de mi Padre, y por consiguiente debemos someternos a lo que está por ocurrirnos.

178:3.4

«Cuando veáis esta ciudad destruida, no os olvidéis que ya habéis entrado en la vida eterna del servicio eterno en el reino del cielo en constante avance, aun del cielo de los cielos. Debéis saber que en el universo de mi Padre y en el mío hay muchas moradas, y que allí espera a los hijos de la luz la revelación de ciudades cuyo constructor es Dios y de mundos cuyas costumbres de vida son la rectitud y la felicidad en la verdad. Os he traído el reino del cielo a la tierra, pero os declaro, que todos vosotros que por la fe entráis allí y permanecéis allí por el servicio vivo de la verdad, con certeza ascenderéis a los mundos en lo alto y os sentaréis conmigo en el reino espiritual de nuestro Padre. Pero primero debéis prepararos y completar la obra que habéis comenzado conmigo. Primero debéis pasar por tribulaciones y soportar muchas penas—y estas pruebas ya están por sobrecogernos– y cuando hayáis terminado vuestra obra en la tierra, vendréis a mi felicidad, así como yo he terminado la obra de mi Padre en la tierra y estoy a punto de retornar a su abrazo».

178:3.5

Cuando el Maestro hubo hablado se levantó, y todos ellos le siguieron por el camino hacia abajo del Monte de los Olivos y entraron a la ciudad. Ninguno de los apóstoles, salvo tres, sabían adónde iban mientras se abrían camino por las estrechas calles cuando caía la oscuridad de la noche. Las multitudes los empujaban, pero nadie los reconoció ni supo que el Hijo de Dios estaba pasando por allí, camino de su último encuentro mortal con sus embajadores elegidos del reino. Tampoco sabían los apóstoles que uno de entre ellos ya estaba conspirando para traicionar al Maestro, entregándolo a las manos de sus enemigos.

178:3.6

Juan Marcos los había seguido todo el camino hasta la ciudad, y después de entrar ellos por la puerta, se dio prisa por otro camino para poder recibirlos en la casa de su padre cuando llegaran.

5. La Congregación en Filadelfia

166:5.1

Jesús y los doce estaban yendo a visitar a Abner y a sus asociados, quienes predicaban y enseñaban en Filadelfia. De todas las ciudades de Perea, Filadelfia fue la que tuvo el grupo más grande de judíos y gentiles, ricos y pobres, sabios e ignorantes, que aceptaron las enseñanzas de los setenta, habiendo entrado así al reino del cielo. La sinagoga de Filadelfia no se sometió nunca a la supervisión del sanedrín de Jerusalén, por lo tanto no había cerrado nunca sus puertas a las enseñanzas de Jesús y sus asociados. Por esta época, Abner enseñaba tres veces por día en la sinagoga de Filadelfia.

166:5.2

Esta misma sinagoga se convirtió más tarde en una iglesia cristiana y fue el centro misionero para la promulgación del evangelio en las regiones orientales. Por mucho tiempo fue la ciudadela de las enseñanzas del Maestro y erigiéndose durante siglos en esta región como el único centro del conocimiento cristiano.

166:5.3

Los judíos de Jerusalén siempre habían tenido problemas con los judíos de Filadelfia. Y después de la muerte y resurrección de Jesús, la iglesia de Jerusalén, de la cual era jefe Santiago, el hermano del Señor, empezó a tener dificultades graves con la congregación de creyentes de Filadelfia. Abner se convirtió en jefe de la iglesia de Filadelfia, continuando en esa posición hasta su muerte. Esta alienación de Jerusalén explica por qué nada se menciona sobre Abner y su trabajo en las narraciones evangélicas del Nuevo Testamento. Esta disputa entre Jerusalén y Filadelfia duró a través de los tiempos de Santiago y Abner y continuó cierto tiempo después de la destrucción de Jerusalén. Filadelfia fue, en verdad, el centro de la iglesia primitiva en el sur y en el este, así como Antioquía lo fue en el norte y oeste.

166:5.4

Fue aparentemente desafortunado para Abner, estar en desacuerdo con todos los líderes de la iglesia cristiana primitiva. Tuvo desavenencias con Pedro y Santiago (el hermano de Jesús) sobre cuestiones de administración y de la jurisdicción de la iglesia de Jerusalén; estuvo en desacuerdo con Pablo sobre cuestiones de filosofía y teología. Abner era más babilónico que helenista en su filosofía, y se resistió tozudamente a todos los intentos de Pablo por rehacer las enseñanzas de Jesús para presentar, en primer término a los judíos y luego a los creyentes greco-romanos de los misterios, menos elementos ofensivos.

166:5.5

Así, estuvo Abner obligado a vivir una vida de aislamiento. Era jefe de una iglesia no reconocida por Jerusalén. Se había atrevido a desafiar a Santiago, el hermano del Señor, quien posteriormente tuvo el apoyo de Pedro. Esta conducta lo aisló efectivamente de todos sus asociados anteriores. Además, se atrevió a resistirse a Pablo. Aunque estaba totalmente de acuerdo con la misión de Pablo entre los gentiles, y aunque lo apoyaba en sus disputas con la iglesia de Jerusalén, estuvo amargamente opuesto a la versión de las enseñanzas de Jesús que Pablo eligió predicar. En sus últimos años, Abner denunció a Pablo como el «sagaz corruptor de las enseñanzas de la vida de Jesús de Nazaret, el Hijo del Dios viviente».

166:5.6

Durante los últimos años de Abner y por cierto tiempo después, los creyentes de Filadelfia se acogieron más estrictamente a la religión de Jesús, tal como la había vivido y enseñado, que cualquier otro grupo sobre la tierra.

166:5.7

Abner vivió hasta los 89 años de edad, habiendo muerto en Filadelfia el 21 de noviembre del año 74 d. de J.C. Hasta el fin, fue un creyente fiel del evangelio del reino celestial e instructor del mismo.