Lecturas del Convenio Unido para el Sábado, 7 de Septiembre, 2024

Giliana Kudsha

Pequeños Errores en el Oahspe

Se ha dicho en épocas anteriores que el Oahspe no es perfecto. “No es inmaculado este Libro, el OAHSPE; sino para enseñar a los mortales cómo llegar a escuchar la Voz del Creador y ver Sus cielos, con plena conciencia, mientras aún viven en la tierra; y conocer de verdad el lugar y la condición que les esperan después de la muerte.” El Oahspe fue entregado a través de las manos de un escriba llamado Newbrough por los ángeles del Creador. Debido a ese escriba y por varios problemas de impresión, se pueden encontrar algunos errores dentro del texto. Otros errores se deben a uno de los ángeles que no había nacido en los cielos inorgánicos antes de que se escribiera el Oahspe original. Debido a esto, hay varios versículos que a menudo le dan al estudiante una impresión equivocada sobre la verdad de las palabras de Jehová.

Incluso con los errores actuales, no se puede exagerar la importancia de la Biblia Oahspe. Primero, el Remanente necesita el Oahspe para una formación adecuada y para comprender el verdadero significado de la afiliación espiritual y física. En segundo lugar, el mundo necesita el Oahspe para tener una mejor comprensión de Jehová el Creador.

Tened la seguridad de que, en la mayoría de los casos, los errores en la traducción son menores y que se puede confiar en ella como una representación bastante precisa de lo que el mundo espiritual de Jehová – es decir, Su reino celestial – estaba tratando de transmitir a través del escriba. Con esto en mente, consolaos de que esta Biblia en particular contiene las palabras de Jehová a través de Sus mensajeros angelicales.

Los Pactarios de Jehová tienen entre ellos a ciertos individuos del Remanente que han sido ungidos por el Espíritu de la Verdad y que pueden responder a preguntas sobre el texto. Hay mensajeros de una elevada naturaleza celestial que ayudan a estos ungidos a comprender adecuadamente las palabras de Jehová al Remanente y al mundo. Por lo tanto, los errores menores en el Oahspe nunca deberían disuadir a nadie que se tome en serio el Reino de Jehová.

Enseñanzas de la Luz Capítulo 53:

Materialismo

1 La realidad no se encuentra en perseguir tras un bolsillo lleno de dinero. Esforzaos por alcanzar la Luz de Dios y encontraréis la realidad.

2 Cuando una persona lava las ventanas de sus ojos de la suciedad del materialismo, es capaz de empezar a ver la realidad.

3 Al igual que la caída de las hojas en Otoño, todas las cosas materiales son temporales y algún día dejarán de ser. Solo la Luz y el Espíritu son eternos.

4 No os preocupéis por las cosas materiales del mundo – desaparecen pronto; vuestro mayor tesoro está en el Reino de la Luz y es para siempre.

5 No podéis llevaros nada con vosotros en la muerte, pero el Espíritu Viviente se acuerda de vuestro servicio leal y os promete recompensaros como corresponde.

6 El que se gana la vida buscando el oro de la montaña nunca está satisfecho; mejor es tener una sola moneda de plata en vuestra mano que diez mil monedas de oro en vuestra casa.

7 Mis hijos y mis hijas honran al Gran Padre con la enseñanza simple, porque hay mayor honor en la sencillez que en el orgullo – más fe en caminar por la vida simple como hermanos de la Luz, que caminar con ropa orgullosa como hijos de la oscuridad.

Torá – Deuteronomio 16:18-21:9:

PARASHAT SHOFTIM – SECCIÓN SHOFTIM

18 Jueces y oficiales designarás en todas tus ciudades que te da El Eterno, tu Dios, para tus tribus; y ellos juzgarán al pueblo con juicio recto.

19 No pervertirás la justicia, no serás parcial y no aceptarás soborno, pues el soborno ciega los ojos de los sabios y pervierte las palabras justas.

20 La justicia, la justicia perseguirás, para que vivas y poseas la Tierra que te da El Eterno, tu Dios.

21 No plantarás para vosotros un árbol idolátrico, ningún árbol, cerca del Altar de El Eterno, tu Dios, que harás para ti.

22 Y no erigirás para vosotros una columna que El Eterno, tu Dios, odia.

17

1 No sacrificarás para El Eterno, tu Dios, un buey o un cordero en el que hubiere una mácula, cualquier cosa mala, porque es una abominación para El Eterno, tu Dios.

2 Si se hallare entre vosotros, en una de las ciudades que te da El Eterno, tu Dios, un hombre o una mujer que cometiese lo que es malo a los ojos de El Eterno, tu Dios, para violar Su pacto,

3 y él va y sirve a otros dioses y se postra ante ellos, o ante el Sol o la Luna, o cualquiera de las huestes de los Cielos que no he ordenado,

4 y se te dijere y oyeres, entonces investigarás bien, y he aquí que es cierto, el asunto es correcto, esa abominación se hizo en Israel;

5 entonces sacarás a ese hombre o a esa mujer que hizo esta maldad a tus ciudades, el hombre o la mujer, y los apedrearás, para que mueran.

6 Por el testimonio de dos testigos o de tres testigos será muerta la persona condenada; no será muerta por el testimonio de un solo testigo.

7 La mano de los testigos será primera sobre él para matarlo y por último la mano de todo el pueblo, y eliminarás el mal de en medio de ti.

8 Si un asunto de justicia te es oculto, entre sangre y sangre, entre veredicto y veredicto, entre afección y afección, asuntos de disputa en tus ciudades, te levantarás y subirás al lugar que ha de elegir El Eterno, tu Dios.

9 Vendrás a los sacerdotes, los levitas, y al juez que estuviere en esos días e inquirirás, y ellos te dirán la palabra de juicio.

10 Actuarás según la palabra que te digan, desde el lugar que ha de elegir El Eterno, y serás precavido de hacer todo de acuerdo con lo que te enseñaren.

11 Según la enseñanza que te enseñaren y de acuerdo con el juicio que te dijeren, así harás; no te desviarás de la palabra que te dirán, ni a la derecha ni a la izquierda.

12 Y el hombre que actuare con premeditación, sin escuchar al sacerdote que está allí para servir a El Eterno, tu Dios, ni al juez, ese hombre morirá y eliminarás el mal de Israel.

13 El pueblo entero escuchará y temerá, y no actuarán con premeditación otra vez.

14 Cuando vengas a la Tierra que te da El Eterno, tu Dios, y la poseas, y te establezcas en ella, y dijeres: «Pondré por encima de mí un rey, como todas las naciones que me rodean»,

15 ciertamente pondrás encima de ti un rey al que ha de elegir El Eterno, tu Dios; de entre tus hermanos pondrás un rey sobre ti; no puedes poner por sobre ti un extranjero, alguien que no es tu hermano.

16 Sólo que no poseerá muchos caballos, para que no haga regresar al pueblo a Egipto a fin de incrementar los caballos, pues El Eterno te dijo: «Ya no volverás a regresar por este camino».

17 Y no tendrá muchas mujeres, para que no se descarríe su corazón; y no incrementará grandemente el oro y la plata para sí mismo.

18 Ocurrirá que cuando se siente en el trono de su reinado, escribirá para sí mismo dos copias de esta Torá en un libro, de ante los sacerdotes, los levitas.

19 Estará junto a él, y él leerá de él todos los días de su vida, para que aprenda a temerle a El Eterno, su Dios, y a observar todas las palabras de esta Torá y estos decretos, para realizarlos,

20 para que su corazón no se vuelva arrogante por sobre sus hermanos y no se desvíe del precepto ni a la derecha ni a la izquierda, para que prolongue sus años sobre su reinado, él y sus hijos en medio de Israel.

18

1 No habrá para los sacerdotes, los levitas, toda la tribu de Levi, porción ni herencia con Israel; las ofrendas de fuego de El Eterno y Su herencia, terumot y maasrot, comerán.

2 No tendrán herencia entre sus hermanos; El Eterno es su herencia, tal como Él les dijo.

3 Ésta será la obligación del pueblo a los sacerdotes, de aquellos que realizan un sacrificio ritual, tanto de un buey como del rebaño: le darán al sacerdote el muslo de la pata delantera, la mandíbula con la lengua y el cuajar.

4 Las primicias de tus granos, tu vino y tu aceite, y la primera lana de la esquila de tus ovejas le darás.

5 Pues El Eterno lo ha elegido de entre todas tus tribus para presentarse y oficiar en el Nombre de El Eterno, él y sus hijos, todos los días.

6 Cuando el levita viniere de una de tus ciudades, de todo Israel, donde habita allí, y viene con todo el deseo de su alma al lugar que ha de elegir El Eterno,

entonces oficiará en nombre de El Eterno, su Dios, igual que todos sus hermanos, los levitas, quienes están allí ante El Eterno.

8 Porción por porción comerán, excepto lo que es suyo por herencia ancestral.

9 Cuando vengas a la Tierra que te da El Eterno, tu Dios, no aprenderás a actuar de acuerdo con las abominaciones de esas naciones.

10 No se hallará entre vosotros nadie que haga que su hijo o hija pase por el fuego, nadie que practique la magia, ningún astrólogo, nadie que lea presagios, ningún hechicero;

11 ni ningún encantador de animales, nadie que consulte a Ov o Idoni, o que consulte a los muertos.

12 Pues todo el que hace esto es una abominación para El Eterno, y a causa de estas abominaciones El Eterno, tu Dios, expulsa a las naciones de ante ti.

13 Serás íntegro con El Eterno, tu Dios.

14 Pues estas naciones que has de poseer oyeron a los astrólogos y a los magos, pero en cuanto a ti, no es esto lo que te ha dado El Eterno, tu Dios.

15 Un profeta de entre vosotros, de tus hermanos, como yo, ha de establecer para ti El Eterno, tu Dios, a él le escucharás.

16 Según todo lo que Le pediste a El Eterno, tu Dios, en Jorev el día de la congregación, diciendo: «Ya no puedo oír la voz de El Eterno, mi Dios, y este gran fuego ya no lo puedo ver, para que no muera».

17 Entonces El Eterno me dijo: «Han hecho bien en lo que dijeron.

18 Estableceré un profeta para ellos de entre sus hermanos, como tú, y colocaré Mis palabras en su boca; Él les hablará todo lo que Yo le ordene.

19 Y acontecerá que el hombre que no obedeciere Mis palabras que él hablará en Mi nombre, se lo haré habré de reclamárselo.

20 Mas el profeta que con premeditación hablare en Mi nombre algo que no le ordené que hablara, o que hablare en nombre de otros dioses, ese profeta morirá».

21 Cuando digas en tu corazón: «¿Cómo podemos saber que El Eterno no ha hablado?».

22 Si el profeta hablare en el Nombre de El Eterno y ese hecho no ocurriere y no se hiciere realidad, ésa es la palabra que El Eterno no dijo; con premeditación la ha dicho el profeta, no deberás temerle.

19

1 Cuando El Eterno, tu Dios, derribare a las naciones cuya Tierra te da El Eterno, tu Dios, y las poseas y te establezcas en sus ciudades y en sus casas,

2 separarás tres ciudades para vosotros de en medio de tu Tierra que te da El Eterno, tu Dios, para que la poseas.

3 Prepara para ti el camino, y divide en tres partes la frontera de la Tierra que te hace heredar El Eterno, tu Dios; y ellas serán para cualquier asesino, para que huya allí.

4 Éste será el caso del asesino que huyere allí y viviere: el que atacare a su prójimo sin conocimiento y sin odiarlo desde ayer ni desde anteayer;

5 o el que viniere con su prójimo al bosque para talar árboles y su mano blande el hacha para cortar el árbol y el hierro se deslice de la madera y encuentre a su prójimo, y éste muera; él huirá a una de estas ciudades y vivirá,

6 para que el que redime la sangre no persiga al asesino, pues su corazón estará caliente, y le dará alcance, pues el camino es largo, y lo atacará mortalmente, y no hay juicio de muerte sobre él, pues no lo odiaba desde ayer ni desde anteayer.

7 Por eso te ordeno, diciendo: separarás tres ciudades para vosotros.

8 Cuando El Eterno, tu Dios, ensanche tu frontera, tal como juró a tus antepasados, y te diere toda la Tierra que dijo a tus antepasados que les daría,

9 cuando observes todo este precepto, que te ordeno hoy para cumplirlo de amar a El Eterno, tu Dios, y de ir por Sus caminos todos los días, entonces agregarás otras tres ciudades a estas tres.

10 No se derramará sangre inocente en tu Tierra que te da por herencia El Eterno, tu Dios, pues entonces la sangre será sobre ti.

11 Pero si hubiere un hombre que odia a su prójimo y le prepara una emboscada y se alza contra él, y lo ataca mortalmente y muere, y él huye a una de estas tres ciudades,

12 entonces los ancianos de su ciudad enviarán a traerlo de allí y a colocarlo en manos del que redime la sangre, y morirá.

13 Tu ojo no lo compadecerá; eliminarás la sangre inocente de Israel y será bueno para ti.

14 No moverás el límite de tu prójimo, que marcaron los antiguos, en la herencia que has de heredar en la Tierra que te da El Eterno, tu Dios, para que la poseas.

15 No se presentará un solo testigo contra un hombre por ninguna iniquidad ni por ningún error, en relación con ningún pecado que pueda cometer; de acuerdo con dos testigos o tres testigos se confirmará el caso.

16 Si se presenta un testigo falso contra un hombre para declarar falsamente en su contra,

17 entonces los dos hombres entre los que existe la contienda se presentarán ante El Eterno, ante los sacerdotes y los jueces que estuvieren en esos días.

18 Los jueces inquirirán a fondo, y he aquí que el testimonio era un falso testimonio; habló falsamente en contra de su hermano.

19 Le harás como aquello que él conspiró hacerle a su hermano y eliminarás el mal de entre vosotros.

20 Y los que queden escucharán y temerán, y ya no continuarán haciendo como este mal entre vosotros. 21 Tu ojo no compadecerá; alma por alma, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, todo esto, en lo referente al valor monetario de cada uno de estos miembros.

20

1 Cuando salgas a la batalla contra tu enemigo y veas caballo y carroza, un pueblo más numeroso que tú, no les temerás, pues El Eterno, tu Dios, Quien te sacó de la tierra de Egipto está contigo.

2 Ocurrirá que cuando te acerques a la guerra, el sacerdote se aproximará y le hablará al pueblo.

3 Les dirá: «Oye, Israel, os acercáis hoy a la batalla contra vuestros enemigos; que vuestro corazón no decaiga; no temáis, no os precipitéis ni os quebrantéis ante ellos.

4 Pues El Eterno, vuestro Dios, es El Que va con vosotros, para luchar por vosotros con tus enemigos, para salvaros».

5 Entonces los oficiales le hablarán al pueblo, diciendo: ¿Quién es el hombre que ha construido una nueva casa y no la ha inaugurado? Que vaya y regrese a su casa, para que no muera en la guerra y otro hombre la inaugure.

6 Y ¿quién es el hombre que plantó un viñedo y no lo redimió? Que vaya y regrese a su casa, para que no muera en la guerra y otro lo redima.

7 Y ¿quién es el hombre que se ha comprometido con una mujer y no se ha casado con ella? Que vaya y regrese a su casa para que no muera en la guerra y otro hombre se case con ella.

8 Los oficiales continuarán hablándole al pueblo, diciendo: ¿Quién es el hombre que es temeroso y débil de corazón? Que vaya y regrese a su casa, y que no quebrante el corazón de sus hermanos, como el suyo.

9 Cuando los oficiales hayan terminado de hablarle al pueblo, los líderes de las legiones tomarán el comando a la cabeza del pueblo.

10 Cuando te acerques a una ciudad para librar batalla con ella, llamarás a ella a la paz.

11 Acontecerá que si te responde en paz y se abre a ti, entonces todas las personas del pueblo que se hallen dentro de ella serán tributo para ti y te servirán.

12 Pero si no hace la paz contigo, sino que hace la guerra contigo, la sitiarás.

13 El Eterno, tu Dios, la entregará en tu mano y golpearás mortalmente a todos sus varones por el filo de la espada.

14 Únicamente las mujeres, los niños pequeños, los animales, y todo lo que haya en la ciudad, todo su botín, lo tomarás para ti; comerás el botín de tus enemigos, que te dio El Eterno, tu Dios.

15 Así harás con todas las ciudades que están muy lejos de ti, que no son las ciudades de estas naciones.

16 Pero de las ciudades de estos pueblos que te da por herencia El Eterno, tu Dios, no dejarás con vida a ninguna persona.

17 Sino que los aniquilarás por completo: al jeteo, al amorreo, al cananeo, al perizeo, al jiveo y al iebuseo, tal como te ordenó El Eterno, tu Dios.

18 Para que no te enseñen a actuar de acuerdo con todas sus abominaciones que realizaron para sus dioses y peques ante El Eterno, tu Dios.

19 Cuando sities a una ciudad durante muchos días para hacerle la guerra para tomarla, no destruyas sus árboles blandiendo el hacha contra ellos, pues de ellos comerás, y no lo troncharás; ¿acaso el árbol del campo es un hombre para que sea sitiado por ti?

20 Únicamente el árbol que sabes que no es un árbol de comida, es decir, frutal, podrás derribarlo y troncharlo, y construir un baluarte contra la ciudad que hace la guerra contigo, hasta que la conquistes.

21

1 Si se hallare un cadáver caído en el campo y no se sabe quién lo atacó en la Tierra que te da El Eterno, tu Dios, para que la poseas,

2 tus ancianos y jueces saldrán y medirán la distancia que hay hasta las ciudades que se encuentran alrededor del cadáver.

3 Ocurrirá que en la ciudad más cercana al cadáver los ancianos de esa ciudad tomarán una becerra, con la que no se hayan hecho trabajos, que no haya sido arrastrada con un yugo.

4 Los ancianos de esa ciudad harán descender la becerra a un valle árido, que no pueda ser trabajado ni pueda ser sembrado, y desnucarán allí la becerra en el valle.

5 Los sacerdotes, descendientes de Levi, se acercarán, pues a ellos los eligió El Eterno, tu Dios, para que Le oficien y bendigan con el Nombre de El Eterno, y según su palabra será determinada cada disputa y la pureza o impureza de cada afección.

6 Y todos los ancianos de la ciudad más cercana al muerto, lavarán sus manos sobre la becerra que fue desnucada en el valle.

7 Hablarán y dirán: «Nuestras manos no derramaron esta sangre y nuestros ojos no vieron.

8 Expía por Tu pueblo Israel que redimiste, El Eterno: ¡no pongas sangre inocente en medio de Tu pueblo Israel!». Entonces la sangre será expiada para ellos.

9 Pero tú eliminarás la sangre inocente de entre vosotros cuando hagas lo que es recto a los ojos de El Eterno.

 

Libro de la Verdad, La Oración del Creyente – 144:3.1-23

3. La Oración del Creyente

144:3.1

Pero los apóstoles aún no estaban satisfechos; querían que Jesús les diese una oración modelo para que ellos pudieran enseñársela a los nuevos discípulos. Después de escuchar las palabras de Jesús sobre la oración, Santiago Zebedeo dijo: «Muy bien, Maestro, pero no pedimos una fórmula de oración para nosotros, sino más bien para los nuevos creyentes que tan frecuentemente nos imploran: ‘enseñadnos a orar en una forma que sea aceptable al Padre en los cielos’».

144:3.2

Cuando Santiago terminó de hablar, Jesús dijo: «Si pues, aún deseáis tal oración, os daré la que enseñé a mis hermanos y hermanas en Nazaret»:

Padre nuestro que estás en los cielos,

Santificado sea tu nombre.

Venga tu reino; hágase tu voluntad

En la tierra así como se hace en el cielo.

Danos hoy nuestro pan para mañana;

Refresca nuestra alma con el agua de la vida.

Y perdónanos nuestras deudas

Así como también perdonamos a nuestros deudores.

Sálvanos de la tentación, líbranos del mal,

Y haznos cada vez tan perfectos como tú.

 

144:3.13

No es raro que los apóstoles desearan que Jesús les enseñase una oración modelo para los creyentes. Juan el Bautista había enseñado a sus seguidores varias oraciones; todos los grandes maestros habían formulado oraciones para sus discípulos. Los maestros religiosos de los judíos tenían unas veinticinco o treinta oraciones establecidas que recitaban en las sinagogas y aun en la calle. Jesús estaba particularmente en contra de orar en público. Hasta este momento, los doce tan sólo le habían escuchado rezar unas pocas veces. Observaban que pasaba noches enteras orando o dedicado a la adoración, y tenían mucha curiosidad por saber la manera o forma de sus oraciones. Realmente no sabían qué contestar a las multitudes que suplicaban que se les enseñara a rezar así como Juan había enseñado a sus discípulos.

144:3.14

Jesús enseñó a los doce que debían orar siempre en secreto; que debían alejarse a solas, en la serenidad de la naturaleza, o encerrarse en sus cuartos para orar.

144:3.15

Después de la muerte de Jesús y de su ascensión al Padre, muchos creyentes optaron por agregar al final de esta oración, así llamada el Padre nuestro, estas palabras—«En el nombre de Señor Jesús Cristo». Más tarde se perdieron dos líneas al copiarse la oración, y fue agregada una cláusula adicional, como sigue: «Porque tuyo es el reino y el poder y la gloria, por siempre jamás»

144:3.16

Jesús dio esta oración a los apóstoles en su forma colectiva, tal como se la rezaba en la casa de Nazaret. No enseñó nunca una oración personal formal, sino tan sólo súplicas para grupos, familias o reuniones sociales; aun así, tampoco accedió a hacerlo espontáneamente.

144:3.17

Jesús enseñaba que la oración eficaz debe ser:

1. Altruista—no solamente para uno mismo.

2. Creyente—de acuerdo con la fe.

3. Sincera—de corazón honesto.

4. Inteligente—de acuerdo con las propias luces.

5. Confiada—en sumisión a la voluntad omnisapiente del Padre.

144:3.23

Cuando Jesús pasaba noches enteras en la montaña rezando, lo hacía principalmente en súplica para sus discípulos, sobre todo para los doce. El Maestro muy poco oraba por sí mismo, aunque sí practicaba mucha adoración de naturaleza de la comunión de entendimiento con su Padre en el Paraíso.