Lecturas del Convenio Unido para el Viernes, 13 de Septiembre, 2024

Giliana Kudsha

Los Pactarios Esenios Una Tribu Unida

Hablo al pueblo de Jehová, a los Pactarios del Todopoderoso, y no al mundo. El Padre no está llamando a los uzianos, sino a Su pueblo. Jehová os está convocando a vosotros que sois los verdaderos Israelitas. Vosotros sois Pactarios Esenios y pertenecéis a Jehová. Sois el valioso remanente del Creador Siempre Presente. Sois una tribu unida en la adoración de Jehová y con el objetivo común de permanecer fieles a los Mandamientos del Padre y de escuchar Su Voz como una sola comunidad espiritual.

Sin importar cuán distantes estáis cada uno de vosotros el uno del otro, aun así estáis unidos por la presencia de Jehová. Sin importar qué idioma habláis, el idioma de vuestro corazón debe ser uno, que es hacer la Voluntad del Padre.

El lenguaje espiritual de los Pactarios Esenios y el lenguaje nocivo de los uzianos son diferentes en muchos aspectos. El idioma en el que habláis está lleno de alabanza, acción de gracias y gratitud a Jehová, mientras que el idioma de los uzianos está lleno de suciedad, codicia, división y odio que solo alaba a satanás (ego).

Es importante que los Pactarios de Jehová se distingan a sí mismos en su forma de hablar de la de uz. Como remanente, os estáis apoyando mutuamente en vuestra adoración y servicio diarios a Jehová vuestro Creador. No se os ha asignado la tarea de convertir a los uzianos o de obligarlos a aceptar la Luz del Todopoderoso. Vuestro ejemplo de vivir de acuerdo con los Mandamientos y las Virtudes es suficiente para que otros dejen atrás sus viejos hábitos y acepten a Jehová. Esto último solo ocurrirá en Su tiempo, y solo de los uzianos que están intentando verdaderamente buscar Su verdad. En esta era, Jehová está interesado principalmente por Su remanente y por cómo lo adoran según la manera en que Él ha inspirado a cada uno en su corazón.

Como Pactarios Esenios, tenéis que adoptar la manera de hablar de vuestros antepasados espirituales de la antigüedad. Tenéis una cultura única que debe ser apreciada, promovida y mantenida dentro de la tribu. En todo lo que hagáis, hablad entre vosotros con amor y afiliación, como lo hicieron los Esenios de Qumrán hace siglos.

Adorad a Jehová el Todopoderoso en emeth (verdad) y ruach (espíritu), porque Él es Rey, y Él es el Padre de la tribu Pactaria Esenia. Vosotros sois los Pactarios de Jehová. Caminad erguidos en Su Luz todos los días.

 

Enseñanzas de la Luz Capítulo 59:

Opresión

1 Los opresores de una nación son los que mienten sobre la cultura de aquellos que tratan de subyugar.

2 Los líderes religiosos del mundo y sus seguidores siempre han oprimido a los Hijos e Hijas de la Luz, ya que es la malvada quien dirige a tales opresores.

3 El destino de los que oprimen a la Verdad y a la Luz, y de los que oprimen y afligen a la Cruz de Luz, y de los que persiguen a los Hijos e Hijas de la Luz es la oscuridad eterna.

4 Los que siguen oprimiendo a la Luz y a su Mensaje universal no son parte de la asamblea divina establecida por el Padre de la Grandeza; tales personas están afuera en la oscuridad y aúllan como lobos en la noche.

 

Libro de la Verdad, El Monte de la Transfiguración – 158:0-1:

158:0.1

ERA casi el atardecer del viernes 12 de agosto del año 29 d. de J.C., cuando Jesús y sus asociados llegaron al pie del Monte Hermón, cerca del mismo lugar donde el joven Tiglat aguardara cierta vez mientras el Maestro ascendía la montaña a solas para resolver los destinos espirituales de Urantia y terminar técnicamente con la rebelión de Lucifer. Aquí permanecieron durante dos días, en preparación espiritual para los acontecimientos que pronto se desencadenarían.

158:0.2

En forma general, Jesús sabía de antemano qué ocurriría en la montaña, y mucho deseaba que todos sus apóstoles pudieran compartir esta experiencia. Fue para prepararlos para esta revelación de sí mismo para que permaneció con ellos al pie de la montaña. Pero no podían ellos alcanzar los niveles espirituales que justificaran su exposición a la experiencia plena de la inminente visitación de los seres celestiales sobre la tierra. Y puesto que no podía llevar a todos sus asociados con él, decidió llevar únicamente a los tres que habitualmente lo acompañaban en tales vigilias especiales. Por consiguiente, sólo Pedro, Santiago y Juan compartieron por lo menos cierta parte de esta experiencia singular con el Maestro.

1. La Transfiguración

158:1.1

Temprano por la mañana del lunes 15 de agosto, Jesús y los tres apóstoles comenzaron su ascensión al Monte Hermón, seis días después de la memorable confesión de Pedro, un mediodía a la orilla del camino bajo las moreras.

158:1.2

Jesús había sido llamado para ascender solo a la montaña, para tratar importantes asuntos que tenían que ver con el progreso de su autootorgamiento, en cuanto se relacionaba esta experiencia con el universo de su creación. Es significativo que este extraordinario evento aconteciera precisamente cuando Jesús y los apóstoles estaban en tierra de los gentiles, y que efectivamente ocurrió en una montaña de gentiles.

158:1.3

Llegaron a su destino, aproximadamente a mitad de camino por la montaña, poco después de mediodía, y mientras almorzaban, Jesús relató a los tres apóstoles algo de su experiencia en las colinas al este del Jordán, poco después de su bautismo, así como también un poco más de su experiencia en el Monte Hermón en relación con su visita anterior a este retiro solitario.

158:1.4

Cuando era niño, Jesús acostumbraba ascender a las colinas cerca de su casa y soñar con las batallas de los ejércitos de los imperios en las planicies de Esdraelón; ahora, ascendía el Monte Hermón para recibir la dotación que lo prepararía para descender a las planicies del Jordán y ejecutar las escenas finales del drama de su autootorgamiento en Urantia. El Maestro podría haber abandonado la lucha este día en el Monte Hermón, volviendo al gobierno de sus dominios universales, pero no solamente eligió cumplir con los requisitos de su orden de filiación divina, comprendidos en el mandato del Hijo Eterno del Paraíso, sino que también eligió enfrentarse con la última y plena medida de la voluntad presente de su Padre del Paraíso. En este día de agosto, tres de sus apóstoles le vieron rehusar que le confirieran la autoridad plena del universo. Ellos contemplaron pasmados mientras partían los mensajeros celestiales, dejándolo solo para terminar su vida terrenal como Hijo del Hombre y como Hijo de Dios.

158:1.5

La fe de los apóstoles llegó a su cumbre en el momento del episodio de la alimentación de los cinco mil, habiendo caído después rápidamente hasta casi cero. Pero ahora, debido a que el Maestro había admitido su divinidad, la retardada fe de los doce se elevó hasta su más alta cúspide en las siguientes pocas semanas, sólo para declinar después progresivamente. La tercera revitalización de su fe no ocurrió hasta después de la resurrección del Maestro.

158:1.6

Eran aproximadamente las tres de esta bella tarde cuando Jesús se despidió de los tres apóstoles, diciendo: «Me alejo a solas por un tiempo, para comulgar con el Padre y sus mensajeros; os exhortó que os quedéis aquí y, mientras aguardáis mi retorno, oréis porque se haga la voluntad del Padre en toda vuestra experiencia en relación con el resto de la misión autootorgadora del Hijo del Hombre». Después de hablarles así, Jesús se retiró para conferenciar largamente con Gabriel y con el Padre Melquisedek, y no retornó hasta aproximadamente las seis de la tarde. Cuando Jesús vio la ansiedad de sus apóstoles por su prolongada ausencia, dijo: «¿Por qué temíais? Bien sabéis que debo ocuparme de los asuntos de mi Padre; ¿por qué dudáis cuando yo no estoy con vosotros? Declaro ahora que el Hijo del Hombre ha elegido continuar con su vida plena en vuestro medio y como uno de vosotros. Estad de buen ánimo; no os abandonaré hasta no haber terminado mi obra».

158:1.7

Mientras compartían la escasa cena, Pedro preguntó al Maestro: «¿Por cuánto tiempo nos quedaremos en esta montaña, lejos de nuestros hermanos?» Jesús contestó: «Hasta que veáis la gloria del Hijo del Hombre y conozcáis que todo lo que os he declarado es verdad». Hablaron pues de los asuntos de la rebelión de Lucifer mientras estaban sentados alrededor de las brasas centelleantes del fuego que habían encendido, hasta que los envolvieron las tinieblas y los párpados de los apóstoles se hicieron pesados porque habían empezado su viaje muy temprano esa mañana.

158:1.8

Los tres dormían profundamente desde hacía una media hora, cuando fueron repentinamente despertados por un cercano ruido chispeante, y ante su maravilla y consternación, al mirar a su alrededor, contemplaron a Jesús en íntima conversación con dos seres resplandecientes vestidos con los indumentos de luz del mundo celestial. Y el rostro y la silueta de Jesús brillaban con la luminosidad de una luz celestial. Estos tres conversaban en un extraño idioma, pero por ciertas cosas dichas, Pedro conjeturó erróneamente que los seres con Jesús eran Moisés y Elías; en realidad, eran Gabriel y el Padre Melquisedek. Los controladores físicos habían dispuesto, por solicitud de Jesús, que los apóstoles presenciaran esta escena.

158:1.9

Los tres apóstoles estaban tan asustados que les llevó un tiempo en recuperarse completamente, pero Pedro, que fue el primero en volver en sí, dijo, mientras la deslumbrante visión se desvanecía ante ellos y observaban a Jesús, de pie solo: «Jesús, Maestro, es bueno haber estado aquí. Nos regocijamos de ver esta gloria. No queremos volver a descender al mundo ignominioso. Si tú quieres, déjanos morar aquí, y erigiremos tres tiendas, una para ti, una para Moisés, y otra para Elías». Pedro dijo esto debido a su confusión y porque en ese momento no se le ocurría ninguna otra cosa.

158:1.10

Mientras Pedro aún estaba hablando, cayó una nube plateada que los envolvió a los cuatro en sombras. Los apóstoles se aterrorizaron aun más, y al caer de bruces para adorar, oyeron una voz, la misma que había hablado en ocasión del bautismo de Jesús, decir: «Éste es mi Hijo amado; prestadle atención». Y cuando se hubo desvanecido la nube, nuevamente estuvo Jesús solo con los tres y se inclinó y los tocó, diciendo: «Levantaos y no temáis; veréis cosas aun más grandes que ésta». Pero los apóstoles estaban verdaderamente aterrorizados; al prepararse para descender la montaña, poco antes de la medianoche, formaban un trío silencioso y pensativo.