Lecturas del Convenio Unido para el Viernes, 1 de Noviembre, 2024

Giliana Kudsha

La Mejor Forma de Adoración

La mejor forma de adoración en este período de tiempo es la verdad, la pureza, la limpieza y la caridad. Dad a los necesitados sin pedir nada a cambio. Dar comida a los que tienen hambre es la mejor forma de caridad.

 

Enseñanzas de la Luz Capítulo 8:

El Paraíso, el Reino de la Luz. Los Mundos Celestiales

1 No os preocupéis por las cosas materiales de este mundo, porque vuestro tesoro os espera en el Reino de la Luz.

2 El Reino de los cielos está dentro de vosotros; está fuera de vosotros; si creéis en él, viviréis en él para siempre.

3 El Paraíso no está tan lejos como pensáis. Después de todo, es vuestra casa.

4 Procurad seguir la Luz siempre y encontraréis vuestro camino a casa – porque la Verdad es la Luz e iluminará vuestro camino y no tendréis miedo de ir hacia adelante.

5 Para entrar al Paraíso, simplemente ser bueno no es suficiente. Los pensamientos de alguien sobre que otro sea bueno son muy subjetivos.

6 Las almas no tienen eras para tomar una decisión sobre entrar al Paraíso o a cualquier otro lugar donde puedan ser asignadas en su momento.

7 Se les presenta el glorioso Mensaje de la Verdad y deben tomar una decisión en ese momento.

8 Aunque en realidad no hay un marco exacto de tiempo en minutos u horas, así todo no es un largo periodo de tiempo.

9 Es mucho más fácil para un alma aceptar la Verdad después de la muerte que lo es mientras está atada con cadenas* sobre la tierra.

* (el cuerpo físico y los apegos)

10 Muchos de los que han vivido vidas malvadas y oscuras mientras han estado en la cáscara humana se han convertido a la justicia en la presencia de los seres celestiales enseñándoles.

11 Hay algunos por supuesto que ya han sido juzgados por diversas razones, como ya se ha dicho en otros mensajes. Solo el Padre de la Grandeza, en esos casos, sería capaz de tomar una decisión sobre su destino individual después de la muerte.

 

El Libro de la Verdad: El Reino del Cielo, Los Conceptos del Reino del Cielo y el Concepto de Jesús sobre el Reino, 170:0-2:

El Reino del Cielo

170:0.1

Por la tarde del sábado 11 de marzo, Jesús predicó su último sermón en Pella. Éste se contó entre los discursos más notables de su ministerio público, pues comprendía un discurso pleno y completo del reino del cielo. Se daba cuenta de la confusión que existía en la mente de sus apóstoles y discípulos sobre el sentido y el significado de los términos «reino del cielo» y «reino de Dios», que usaba indistintamente en su misión en la carne. Aunque este término mismo de reino del cielo debería haber sido suficiente para separar su significado de toda conexión con los reinos terrenales y los gobiernos temporales, no lo era. La idea de un rey temporal estaba demasiado profundamente arraigada en la mente judía para que se la pudiera desalojar en una sola generación. Por consiguiente, Jesús al principio no se opuso abiertamente a este concepto largamente acariciado del reino.

170:0.2

Este sábado por la tarde el Maestro intentó aclarar la enseñanza sobre el reino del cielo; trató del tema desde todo punto de vista, intentando aclarar los muchos y diferentes sentidos en los que se había usado el término. En esta narrativa vamos a ampliar el discurso, agregando numerosas declaraciones hechas por Jesús en ocasiones previas e incluyendo algunas observaciones hechas solamente a los apóstoles durante las discusiones vespertinas de este mismo día. También vamos a hacer ciertos comentarios relativos a la evolución subsiguiente de la idea de reino en lo que se relaciona con la subsiguiente iglesia cristiana.

1. Los Conceptos del Reino del Cielo

170:1.1

En relación con la declaración del sermón de Jesús, debe notarse que en todas las escrituras hebreas había un concepto dual del reino del cielo. Los profetas presentaban el reino de Dios como:

170:1.2

1. Una realidad presente; y como:

170:1.3

2. Una esperanza futura—cuando el reino se realizaría en su plenitud en el momento en que apareciese el Mesías. Éste es el concepto de reino que enseñaba Juan el Bautista.

170:1.4

Desde el principio, Jesús y los apóstoles enseñaron ambos conceptos. Había otras dos ideas del reino que es bueno recordar:

170:1.5

3. El concepto posterior judío de un reino mundial trascendental de origen sobrenatural y de inauguración milagrosa.

170:1.6

4. Las enseñanzas persas que ilustraban el establecimiento al fin del mundo, de un reino divino como logro del triunfo del bien sobre el mal.

170:1.7

Poco antes del advenimiento de Jesús en la tierra, los judíos combinaron y confundieron todas estas ideas del reino en su concepto apocalíptico del advenimiento del Mesías para establecer la era del triunfo de los judíos, la edad eterna del gobierno supremo de Dios sobre la tierra, el nuevo mundo, la era en la que la humanidad toda adoraría a Yahvé. Al escoger y utilizar este concepto del reino del cielo, Jesús eligió apropiarse de la herencia más vital y culminante tanto de la religión judía como de la persa.

170:1.8

El reino del cielo, tal como ha sido comprendido e interpretado erróneamente durante todos los siglos de la era cristiana, comprende cuatro grupos distintos de ideas:

170:1.9

1. El concepto de los judíos.

170:1.10

2. El concepto de los persas.

170:1.11

3. El concepto de la experiencia personal de Jesús: «el reino del cielo dentro de vosotros».

170:1.12

4. Los conceptos compuestos y confusos que los fundadores y promulgadores del cristianismo han tratado de imponer al mundo.

170:1.13

En momentos distintos y en circunstancias diversas parece que Jesús pudiese haber presentado numerosos conceptos del «reino» en sus enseñanzas públicas, pero a sus apóstoles siempre enseñó que el reino comprende la experiencia personal del hombre en relación con sus semejantes en la tierra y con el Padre en el cielo. En relación con el reino, sus últimas palabras siempre fueron: «el reino está dentro de vosotros».

170:1.14

Los siglos de confusión que sobrevinieron, respecto del significado del término «reino del cielo», se debieron a tres factores:

170:1.15

1. La confusión ocasionada por la observación de la idea de «reino» tal como fue pasando a través de las varias fases progresivas de su modificación por parte de Jesús y de sus apóstoles.

170:1.16

2. La confusión que inevitablemente estaba asociada con el transplante del cristianismo primitivo de suelo judío a suelo gentil.

170:1.17

3. La confusión inherente al hecho de que el cristianismo se transformó en una religión organizada sobre la idea central de la persona de Jesús; el evangelio del reino se tornó más y más una religión sobre él.

2. El Concepto de Jesús Sobre el Reino

170:2.1

El Maestro aclaró que el reino del cielo debe comenzar con el concepto dual de la verdad de la paternidad de Dios y el hecho correlacionado de la hermandad de los hombres, y debe centrarse en esto. La aceptación de esta enseñanza, aclaró Jesús, liberaría al hombre de su larga esclavitud de miedo animal y al mismo tiempo enriquecería el vivir humano con los siguientes dones de la nueva vida de libertad espiritual:

170:2.2

1. La posesión de un nuevo valor y mayor poder espiritual. El evangelio del reino iba a liberar al hombre e inspirarlo para que se atreviera a albergar la esperanza de vida eterna.

170:2.3

2. El evangelio llevaba un mensaje de nueva confianza y verdadero consuelo para todos los hombres, aun los pobres.

170:2.4

3. En sí mismo era una nueva norma de valores morales, una nueva vara de ética para medir la conducta humana. Ilustraba el ideal del nuevo orden de la sociedad humana que resultaría de él.

170:2.5

4. Enseñaba la preeminencia de lo espiritual en comparación con lo material; glorificaba las realidades espirituales y exaltaba los ideales sobrehumanos.

170:2.6

5. Este nuevo evangelio presentaba el alcance espiritual como meta auténtica del vivir. La vida humana recibía una nueva dotación de valor moral y dignidad divina.

170:2.7

6. Jesús enseñó que las realidades eternas eran el resultado (la recompensa) del esfuerzo recto en la tierra. La estadía mortal del hombre en la tierra adquirió nuevo significado como consecuencia del reconocimiento de un destino noble.

170:2.8

7. El nuevo evangelio afirmaba que la salvación humana es la revelación de un propósito divino de largo alcance que debe ser satisfecho y realizado en el destino futuro del servicio sin fin de los hijos salvados de Dios.

170:2.9

Estas enseñanzas comprenden la idea ampliada del reino que enseñó Jesús. Este gran concepto casi no se pudo encontrar en las enseñanzas del reino, elementales y confusas, de Juan el Bautista.

170:2.10

Los apóstoles eran incapaces de aprehender el significado real de las declaraciones del Maestro sobre el reino. La distorsión subsiguiente de las enseñanzas de Jesús, tal como se las encuentra en el Nuevo Testamento, se debe al hecho de que el concepto de los que escribieron los evangelios estaba teñido por la creencia de que Jesús en ese momento se había ausentado del mundo tan sólo por un corto tiempo; que pronto retornaría para establecer el reino en poder y gloria—la misma idea que ellos habían mantenido mientras estaba él con ellos en la carne. Pero Jesús no vinculaba el establecimiento del reino con la idea de su retorno a este mundo. El hecho de que hayan pasado siglos sin ningún signo de la aparición de la «Nueva Era» no está de ninguna manera en desacuerdo con las enseñanzas de Jesús.

170:2.11

El gran esfuerzo contenido en este sermón fue un intento de traducir el concepto del reino del cielo en un ideal de la idea de hacer la voluntad de Dios. Durante mucho tiempo había enseñado el Maestro a sus seguidores a que oraran: «Venga tu reino; hágase tu voluntad»; y en este momento intentó con gran intensidad inducirlos a que abandonaran el uso del término reino de Dios en favor del equivalente más práctico, la voluntad de Dios. Pero no tuvo éxito.

170:2.12

Jesús deseaba sustituir la idea de reino, rey y súbditos por el concepto de familia celestial, Padre celestial, e hijos liberados de Dios ocupados en el servicio gozoso y voluntario de sus semejantes y en la adoración sublime e inteligente de Dios el Padre.

170:2.13

Hasta este momento, los apóstoles habían adoptado un doble punto de vista del reino; lo consideraban:

170:2.14

1. Un asunto de experiencia personal presente en ese momento en el corazón de los verdaderos creyentes, y

170:2.15

2. Una cuestión de fenómeno racial o mundial; que el reino existiría en el futuro, algo que se podría añorar.

170:2.16

Consideraban el advenimiento del reino en el corazón de los hombres como un desarrollo gradual, como la levadura en la masa o como el crecimiento de la semilla de mostaza. Creían que el advenimiento del reino en el sentido racial o mundial sería tanto repentino como espectacular. Jesús nunca se cansó de decirles que el reino del cielo era su experiencia personal en la comprensión de las cualidades más altas de la vida espiritual; que esas realidades de la experiencia espiritual se traducen progresivamente en niveles nuevos y más altos de certeza divina y grandeza eterna.

170:2.17

Esa tarde, el Maestro les enseñó claramente un nuevo concepto de la doble naturaleza del reino, al ilustrar las siguientes dos fases:

170:2.18

«Primero. El reino de Dios en este mundo, el supremo deseo de hacer la voluntad de Dios, el amor altruista del hombre que rinde los buenos frutos de una mejor conducta ética y moral.

170:2.19

«Segundo. El reino de Dios en el cielo, la meta de los creyentes mortales, el estado en el que el amor por Dios se ha perfeccionado, y se cumple la voluntad de Dios más divinamente».

170:2.20

Jesús enseñó que, por la fe, el creyente entra ahora al reino. En los varios discursos enseñó que dos cosas son esenciales para ingresar al reino por la fe:

170:2.21

1. La fe, la sinceridad. Venir como un niñito, para recibir el don de la filiación como un regalo; someterse a hacer, sin preguntas, la voluntad del Padre, y con una genuina y plena confianza en la sabiduría del Padre; entrar al reino, libre de prejuicios y preconceptos; tener la mente abierta y dispuesta a aprender como un niño pequeño.

170:2.22

2. El hambre de la verdad. La sed de rectitud, un cambio de la actitud mental, la adquisición de la motivación para ser como Dios y para encontrar a Dios.

170:2.23

Jesús enseñó que el pecado no es hijo de una naturaleza defectuosa, sino más bien el descendiente de una mente conocedora dominada por una voluntad no sumisa. Sobre el pecado, enseñó que Dios ha perdonado; que nosotros podemos disponer personalmente de ese perdón mediante el acto de perdonar a nuestros semejantes. Cuando perdonas a tu hermano en la carne, creas de esa manera en tu alma la capacidad para recibir la realidad del perdón de Dios por tus errores.

170:2.24

Cuando el apóstol Juan comenzó a escribir la historia de la vida y las enseñanzas de Jesús, los primeros cristianos ya habían tenido tantos problemas con la idea del reino de Dios y las persecuciones por ella generadas que prácticamente habían abandonado el uso de este término. Juan habla mucho sobre la «vida eterna». Jesús a menudo se refirió a esta idea como el «reino de la vida». También mencionó frecuentemente «el reino de Dios dentro de vosotros». Una vez habló de tal experiencia como «la hermandad de la familia con Dios el Padre». Jesús intentó reemplazar «reino» por muchos términos, pero siempre sin éxito. Entre otros usó: la familia de Dios, la voluntad del Padre, los amigos de Dios, la comunidad de los creyentes, la hermandad del hombre, el redil del Padre, los niños de Dios, la comunidad de los fieles, el servicio del Padre, y los hijos liberados de Dios.

170:2.25

Pero no pudo escapar al uso de la idea del reino. Tan sólo más de cincuenta años más tarde, después de la destrucción de Jerusalén por los ejércitos romanos, este concepto del reino comenzó a transformarse en el culto de la vida eterna a medida que sus aspectos sociales e institucionales fueron incorporados por la iglesia cristiana en rápida expansión y cristalización.