Lecturas del Convenio Unido para el Viernes, 28 de Febrero, 2025

Giliana Kudsha

Abriendo el Corazón

No permitan que los prejuicios obstaculicen el amor hacia sus semejantes de otras partes del mundo, aquellos que provienen de culturas distintas a las suyas.

Es fundamental abrir el corazón y reconocer la riqueza que la diversidad cultural aporta a la vida. Al aceptar y valorar las diferencias, fortalecemos los lazos de fraternidad y entendimiento entre todos los habitantes de este planeta. La verdadera grandeza reside en la capacidad de amar y respetar a quienes son diferentes, reconociendo que, a pesar de las variaciones, todos ustedes son parte de la misma humanidad.

El Corán purificado es parte de sus escrituras, junto con el Tanaj, el Nuevo Testamento, el Evangelio del Profeta Mani, el Oahspe, el Libro de la Verdad y otros.

Estos son sus hermanos y hermanas en la Religión de la Luz. Ellos forman parte del Pacto Unido. Son amados por el Padre de la Grandeza.

Si deseas leer y comprender mejor el Corán en su estado purificado, puedes hablar conmigo al respecto.

 

Enseñanzas de la Luz Capítulo 27:

El Mal

1 No hay tal cosa como la pura maldad. No hay nada puro acerca de lo que es malvado.

2 No permitáis que el mal que hay en otras personas disminuya lo bueno que hay dentro de vosotros mismos.

3 La semilla de la raíz del mal está compuesta de dos ingredientes: la envidia y la codicia.

4 Por la gracia de Dios y por la presencia del Mensajero Divino, el mal será eliminado del que busque perfeccionar el alma practicando las Doce Virtudes.

5 No os asociéis con los que tratan de hacer obras malvadas en el mundo; más bien reuníos con los hermanos y hermanas que tratan de hacer la Voluntad del Padre de la Grandeza.

6 Todo el mal será destruido después de que el Reino de la Luz haya recogido hacia sí mismo a todas las almas justas.

7 Vosotros que sois ignorantes siempre estáis buscando señales en los huesos* de hombres muertos y piedras de las montañas, cuando en vez de eso, deberíais mirar a las aves de los cielos a las que se les dio el conocimiento de los peligros inminentes.

* (Una referencia a las prácticas mágicas en el paganismo y a las formas oscuras de chamanismo comunes en muchas partes del mundo)

8 Aquellos de vosotros que buscáis comunicaros con los espíritus de los muertos* a través del uso de tablas espiritistas y tableros† y medios estáis invitando a los seres malignos cerca de vuestra presencia y dentro de vuestras mentes.

* (Refiriéndose a los espíritus malignos como se indica en la última parte del verso esto no se refiere a personas que han fallecido)

(Una referencia a un objeto utilizado en un intento de comunicarse con los espíritus)

9 Alejaos de estas prácticas, hijos míos, y practicad en cambio, las Virtudes y buscad la pureza en todas las cosas.

 

El Libro de la Verdad, «Nuestra Religión» 131:10:

10. «Nuestra Religión»

131:10.1

Después de la ardua labor de recopilar las enseñanzas de las religiones del mundo sobre el Padre del Paraíso, Ganid se impuso la tarea de preparar lo que consideraba un resumen de su concepto de Dios como resultado de las enseñanzas de Jesús. Se había hecho este joven el hábito de denominar tales creencias como «nuestra religión». He aquí sus apuntes:

131:10.2

«El Señor nuestro Dios es un solo Señor, y debes amarle con toda la mente y el corazón; mientras que haces todo lo que puedes por amar a sus hijos como te amas a ti mismo. Este Dios único es nuestro Padre celestial, en quien radican todas las cosas, y quien habita por medio de su espíritu, en toda alma humana sincera. Nosotros, los hijos de Dios, debemos aprender a confiar nuestra alma en su custodia como a un fiel Creador. Con nuestro Padre celestial todas las cosas son posibles. Puesto que él es el Creador, que ha hecho todas las cosas y todos los seres, no podría ser de otro modo. Aunque no podamos ver a Dios, podemos conocerlo. Y viviendo diariamente la voluntad del Padre celestial, podemos revelarlo a nuestros semejantes.

131:10.3

«Las riquezas divinas del carácter de Dios deben ser infinitamente profundas y eternamente sabias. No podemos buscar a Dios por medio del conocimiento, pero podemos conocerle en nuestro corazón por medio de la experiencia personal. Aunque no podamos comprender su justicia, el ser más humilde en la tierra puede recibir su misericordia. El Padre llena el universo, pero también vive en nuestro corazón. La mente del hombre es humana, mortal; pero el espíritu del hombre es divino, inmortal. Dios no es tan sólo todopoderoso sino que también es omnisapiente. Si nuestros padres terrenales, aun con su tendencia al mal, saben cómo amar a sus hijos y dispensarles buenas dádivas, cuanto más sabrá el buen Padre celestial cómo amar sabiamente a sus hijos terrenales y otorgarles las bendiciones apropiadas.

131:10.4

«El Padre celestial no permitirá que uno solo de sus hijos perezca si ese hijo desea encontrar al Padre y verdaderamente anhela asemejarse a él. Nuestro Padre ama aun al malvado y es siempre bondadoso con el ingrato. Si tan sólo más seres humanos pudieran conocer la bondad de Dios, serían ciertamente conducidos al arrepentimiento por sus maldades y sabrían renunciar a todo pecado conocido. Todas las cosas buenas descienden del Padre de la luz, en quien no hay variabilidad ni sombra de cambio. El espíritu del Dios verdadero está en el corazón del hombre. El quiere que todos los hombres sean hermanos. Cuando los hombres comienzan a sentir en pos de Dios, he allí la prueba de que Dios los ha encontrado, y de que están en busca del conocimiento de Dios. Vivimos en Dios y Dios habita en nosotros.

131:10.5

«Ya no me basta con creer que Dios es el Padre de todo mi pueblo; de ahora en adelante también creeré que él es mi Padre. Por siempre trataré de adorar a Dios con la ayuda del Espíritu de la Verdad, que me ayudará cuando yo conozca de veras a Dios. Pero primero voy a practicar la adoración de Dios aprendiendo a hacer la voluntad de Dios en la tierra; o sea que haré todo lo posible por tratar a cada uno de mis semejantes mortales tal como yo creo que a Dios le gustaría que yo lo tratase. Si vivimos así esta vida en la carne, muchas cosas podremos pedir a Dios, y él nos dispensará el deseo de nuestro corazón para que podamos estar mejor preparados para servir a nuestros semejantes. Y todo este amoroso servicio a los hijos de Dios aumenta nuestra capacidad de recibir y tener la experiencia de gozar los bienes del cielo, los grandes placeres del ministerio del espíritu del cielo.

131:10.6

«Cada día daré gracias a Dios por sus dones inefables; le alabaré por sus obras maravillosas para con los hijos de los hombres. Para mi él es el Todopoderoso, el Creador, el Poder, y la Misericordia, pero por sobre todas las cosas, él es mi Padre espiritual, y como su hijo terrenal yo alguna vez saldré para verlo. Y mi tutor ha dicho que al buscarlo yo llegaré a ser semejante a él. Por la fe en Dios yo he alcanzado la paz con él. Esta nueva religión nuestra está llena de regocijo y genera una felicidad perdurable. Confío que seré fiel hasta la misma muerte y que con seguridad recibiré la corona de la vida eterna.

131:10.7

«Estoy aprendiendo a comprobar todas las cosas y adherirme a lo que es bueno. Lo que quisiera yo que hicieran para conmigo los hombres, así haré yo para con mis semejantes. Por esta nueva fe, sé que el hombre puede llegar a ser el hijo de Dios, pero a veces me aterra detenerme a pensar que todos los hombres son mis hermanos, aunque debe ser verdad. No veo cómo puedo regocijarme en la paternidad de Dios si rechazo la fraternidad del hombre. El que invocare el nombre del Señor será salvado. Si eso es verdad, entonces todos los hombres deben ser mis hermanos.

131:10.8

«De aquí en adelante haré mis actos de bondad en secreto; también oraré especialmente cuando me encuentre a solas. No juzgaré, para no caer en la injusticia para con mis semejantes. Voy a aprender a amar a mis enemigos; en verdad aún no domino completamente esta práctica de ser semejante a Dios. Aunque veo a Dios en estas otras religiones, lo encuentro en ‘nuestra religión’ más bello, amante, misericordioso, personal y positivo. Pero sobre todo, este Ser grande y glorioso es mi Padre espiritual; yo soy su hijo. Y no podré finalmente encontrarlo y eternamente servirle sino por medio de mi honesto deseo de asemejarme a él. Por fin tengo una religión con un Dios, un Dios maravilloso, y él es el Dios de la salvación eterna».