Giliana Kudsha
Las Palabras que Hablo
Si leéis, estudiáis, contempláis o escucháis Mis palabras con devoción y a diario, vuestros pecados serán eliminados. Las palabras que hablo son del Padre que me las da a Mí para beneficio de Su Remanente.
Cuando leáis o escuchéis Mis palabras junto con las experiencias de devotos con una actitud seria, Yo estaré con vosotros.
Enseñanzas de la Luz Capítulo 47:
El Juicio y Juzgar a los Demás
1 Preparaos para el Juicio. Orad para ser liberados.
2 Buscad dirección de aquellos que aman la Luz y no la oscuridad.
3 No os sirváis a vosotros mismos; transmitid siempre el amor de Dios a los demás.
4 ¿Os ha nombrado el Padre de la Grandeza como jueces de vuestros hermanos o del mundo? No, en absoluto.
5 No juzguéis no sea que el Espíritu Viviente os encuentre culpables de haber cometido un gran pecado.
El Libro de la Verdad, El Año Treceavo (Año 7 d. de J.C.), 124:5.4-6:
124:5.4
El primer día de la semana, el 20 de marzo del año 7 d. de J.C., Jesús se graduó en la escuela local de la sinagoga de Nazaret. Era un día muy importante en la vida de toda familia judía ambiciosa, el día en que el hijo primogénito era nombrado «hijo de los mandamientos» y el primogénito rescatado del Señor Dios de Israel un «hijo del Altísimo» y siervo del Señor para toda la tierra.
124:5.5
El viernes de la semana anterior, José había regresado de Séforis donde estaba trabajando en una nueva obra pública, para presenciar esta ocasión feliz. El maestro de Jesús creía firmemente que este alumno alerta y diligente estaba destinado a una carrera distinguida, a una misión importante. Los ancianos, a pesar de los problemas con las tendencias no conformistas de Jesús, estaban muy orgullosos del muchacho y ya hacían planes para que pudiera ir a Jerusalén y continuar su educación en las renombradas academias hebreas.
124:5.6
Jesús oía de vez en cuando las discusiones relativas a estos planes, y se convencía cada vez más de que nunca iría a Jerusalén para estudiar con los rabinos. Pero no podía imaginarse la inminente tragedia que le haría abandonar todos esos planes, pues tendría que asumir la responsabilidad de mantener y guiar a su numerosa familia, que en ese momento consistía en cinco hermanos y tres hermanas además de él y su madre. Jesús tuvo una experiencia más amplia y prolongada en la crianza de su familia que la que tuvo José, su padre; y vivió de acuerdo con los principios que subsiguientemente estableciera para sí mismo: ser un maestro y hermano mayor sabio, paciente, comprensivo y eficaz dentro de esta familia—su familia– tan repentinamente afligida por el dolor y tan inesperadamente acongojada.