Lecturas del Convenio Unido para el Viernes, 21 de Marzo, 2025

Giliana Kudsha

Lecturas para las Congregaciones

El séptimo día de la semana (Sábado), debéis reuniros para leer porciones de la Torá1. Los Domingos, debéis leer las palabras de la Didaché2. Los Lunes, debéis leer el Evangelio del Santo Profeta Mani3. Los Miércoles, debéis leer las palabras designadas del Oahspe4 [solo libros específicos del Oahspe]. Los viernes y días especiales relacionados con su texto, debéis leer la sección IV del Libro de la Verdad; el Libro no solo complementa las escrituras ya mencionadas para el Convenio Unido, sino que también ayuda a solidificar los conceptos enseñados dentro del Convenio.

Además de estos libros, debéis continuar leyendo los textos sagrados que son tradicionales en vuestra comunidad, como por ejemplo: los Salmos de Israel, los Proverbios de Salomón, el Nuevo Testamento, los Evangelios de Mateo y Tomás, la Epístola de Santiago, y otros. Pero todos los días, debéis leer las palabras de la Giliana Kudsha5.

Si no podéis reuniros como una congregación, debéis leer y meditar sobre estas Escrituras en privado. Al hacerlo, orad siempre pidiendo sabiduría y guía. Orad antes y después de leer las Escrituras.

Notas del Editor

1 Los textos tradicionales del Shabat son de los 5 primeros libros de Moisés: Génesis, Éxodo, Levítico, Números, y Deuteronomio. Mir Izgadda no menciona la lectura de la Haftará.

2 La Didaché, también conocida como las Enseñanzas de Jesucristo mediante los Apóstoles. Este es un texto sagrado compuesto alrededor del año 50 D.C.

3 Una recopilación de textos traducidos de diversas fuentes Maniqueas.

4 Libros para leer de la Biblia Oahspe: Oahspe, La Voz del Hombre, El Libro de Jehovíh (Capítulos I-VIII), El Libro del Juicio (Capítulos I-XXXVIII), el Libro de la Inspiración (Capítulos I-XVII), El Libro del Reino de Jehovíh en la Tierra (Capítulos I-XXVI), y El Libro de la Disciplina (Capítulos I-XIV)

5 Consulte las siguientes secciones de este folleto para obtener más información: “Vuestro Libro Sagrado”, y “Alimentándose de las Palabras Sagradas”.

 

Enseñanzas de la Luz Capítulo 48:

La Luz, la Verdad, y el Mensaje de la Luz

1 Siguiendo la Única Luz, todas las cosas se aclaran.

2 Mentalidad de muchedumbre no es una cualidad de un maestro del Mensaje de la Luz; esta mentalidad tiene su origen en la oscuridad.

3 El uso de lenguaje vulgar y altamente ofensivo nunca es necesario cuando se comparte la Verdad del Mensaje de la Luz con los demás.

4 Sed siempre amables en vuestro acercamiento a los demás, utilizando siempre las Palabras de la Verdad en todo lo que decís.

5 No hay tal cosa como un servicio alternativo; cualquier manera de compartir el Mensaje de la Luz es servicio completo a la humanidad.

6 El mundo será envuelto – pronto – por la oscuridad, y el único brillo de la Luz Sagrada que quede será entre los que todavía estén compartiendo el Buen Mensaje con otros – eso, hijos e hijas míos, es la única esperanza para la humanidad – porque es ese mismo Mensaje el que dirige a la humanidad hacia el Reino de la Luz.

El Libro de la Verdad, La Soberanía – Divina y Humana, 134:4:

4. La Soberanía—Divina y Humana

134:4.1

La fraternidad de los hombres está basada en la paternidad de Dios. La familia de Dios se deriva del amor de Dios—Dios es amor. Dios el Padre ama a sus hijos con un amor divino, a todos ellos.

134:4.2

El reino del cielo, el gobierno divino, se basa en el hecho de la soberanía divina: Dios es espíritu. Puesto que Dios es espíritu, este reino es espiritual. El reino del cielo no es material ni meramente intelectual; es un enlace espiritual entre Dios y el hombre.

134:4.3

Si las diferentes religiones reconocen la soberanía espiritual de Dios el Padre, todas estas religiones permanecerán en paz. Sólo cuando una religión supone que es, de alguna manera, superior a todas las otras y que posee autoridad exclusiva sobre las otras, dicha religión resulta ser intolerante con las otras religiones o se atreve a perseguir otros creyentes religiosos.

134:4.4

La paz religiosa—la fraternidad– no puede existir a menos que todas las religiones estén dispuestas a despojarse completamente de toda autoridad eclesiástica, y a renunciar plenamente a todo concepto de soberanía espiritual. Sólo Dios es el soberano espiritual.

134:4.5

No es posible que exista igualdad entre las religiones (libertad religiosa) sin guerras religiosas, a menos que todas las religiones consientan en transferir toda soberanía religiosa a un nivel sobrehumano, a Dios mismo.

134:4.6

El reino del cielo en el corazón de los hombres creará la unidad religiosa (no necesariamente la uniformidad), porque todos y cada uno de los grupos religiosos, compuestos de estos creyentes religiosos, estarán libres de toda noción de autoridad eclesiástica—soberanía religiosa.

134:4.7

Dios es espíritu, y Dios dispensa un fragmento de su ser espiritual para que resida en el corazón del hombre. Espiritualmente, todos los hombres son iguales. El reino del cielo no reconoce castas, clases, niveles sociales ni grupos económicos. Todos vosotros sois hermanos.

134:4.8

Pero en cuanto perdáis de vista la soberanía espiritual de Dios el Padre, alguna religión comenzará a afirmar su superioridad sobre las otras religiones; entonces, en lugar de paz en la tierra y buena voluntad entre los hombres, habrá desacuerdo, recriminaciones, e incluso guerras religiosas, o por lo menos, guerras entre los religiosos.

134:4.9

Los seres que gozan de libre albedrío y que se consideran iguales, a menos que se reconozcan mutuamente como súbditos de una soberanía superior, de una autoridad que está por encima de todos ellos, tarde o temprano caen en la tentación de probar su capacidad para imponer su poder y autoridad sobre otras personas y grupos. El concepto de igualdad no conduce nunca a la paz, a menos que exista un reconocimiento mutuo de una influencia controladora de soberanía superior.

134:4.10

Los religiosos de Urmia vivían juntos en relativa paz y tranquilidad, porque habían renunciado completamente a toda noción de soberanía religiosa. Espiritualmente, todos ellos creían en un Dios soberano; socialmente, la autoridad plena e indiscutible residía en su presidente—Cimboitón. Todos sabían qué le pasaría al maestro que tuviera la presunción de dominar a sus colegas. No puede haber una paz religiosa duradera en Urantia hasta que todos los grupos religiosos renuncien libremente a toda noción de favor divino, de pueblo elegido y de soberanía religiosa. Sólo cuando se conciba a Dios el Padre como supremo, podrán los hombres llegar a ser hermanos religiosos, y a vivir juntos en paz religiosa sobre la tierra.