Una de nuestras tradiciones de oración incluye dirigirse hacia el Este. En el núcleo de esta práctica yace la Santa Ciudad de Jerusalén, venerada como el centro espiritual del pueblo del pacto de Dios durante milenios. Jerusalén tiene una inmensa importancia religiosa como el sitio del antiguo Templo, el lugar más sagrado en la tierra donde la presencia de Dios residía una vez en el Templo. A pesar de la destrucción del Templo, Jerusalén sigue siendo un punto focal en nuestra devoción.
Dirigirse hacia Jerusalén durante la oración simboliza nuestra conexión espiritual con la realización futura del Reino de Dios en la tierra y la esperanza de la restauración y conversión de Israel. Esta tradición remonta sus orígenes a tiempos bíblicos cuando el Rey Salomón, al completar el Primer Templo en Jerusalén, oró frente al altar, para que Alaha escuchara las oraciones de Su pueblo dondequiera que estuvieran. (Leer 1 Reyes 8; 9:3)
La importancia de Este se enfatiza aún más por el término «Mizraj» (Mizrach), que significa «Este» en hebreo. En los hogares de los Covenantarios y judíos tradicionales, a menudo se muestra una placa o marcador de Mizraj en la pared oriental, indicando la dirección de Jerusalén. Esto sirve como un recordatorio visual para dirigir nuestras oraciones hacia la Santa Ciudad.
Las personas que viven al oeste de Israel utilizan el Templo como su punto de referencia, y cualquiera al este del Templo ora al este de su ubicación. Por ejemplo, los hermanos en Afganistán, China o India orarían hacia el este, en lugar de dirigirse a Jerusalén. En cualquier caso, el este es la dirección adecuada independientemente de nuestra ubicación. El pensamiento proviene de Habacuc 3:3.
«Alaha viene del sur, y el Santo, del monte Parán. Los cielos fueron cubiertos por su resplandor glorioso y su alabanza llenó la tierra.»
Hermanos en Yemen rezan hacia el este, donde una reliquia fue enterrada profundamente en la costa en Sayhut.