Giliana Kudsha
Pon Tu Confianza en el Creador
Independientemente del entorno político o la corrupción religiosa que te rodea, siempre pon tu confianza en el Creador. Él es el único que te llevará a salvo a la otra orilla donde disfrutarás de Su Presencia.
Las promesas de los humanos pueden fallar, por más sincero que uno sea; pero hay otros entre los hombres y las mujeres que son agentes de la malvada y de su sistema en tu mundo. Las palabras que hablan son siempre mentiras o lo que parecen ser verdades pero ocultas detrás de humo y niebla engañosas.
El Eterno Creador no hace nada para engañar a Su creación. Él está lleno de verdad y bondad y siempre será fiel a Sus hijos e hijas.
Con el mundo desmoronándose a tu alrededor, debes saber en quién debes poner tu confianza.
Enseñanzas de la Luz Capítulo 4
Apreciación
1 Si no podéis apreciar las pequeñas cosas en vuestra vida, entonces ¿cómo podéis esperar recibir alguna vez algo más grande?
2 No os quejéis constantemente de lo que no tenéis, y no os imaginéis las cosas materiales que desearíais poseer.
3 Todo verdadero regalo que se encuentra en vuestras manos está ahí gracias al Padre de la Luz, que siempre da buenos regalos.
4 Tened aprecio siempre por el trabajo de vuestros hermanos y hermanas, Oh Hijos e Hijas de la Luz.
5 Animaos los unos a los otros para seguir adelante hacia la perfección – mostrando aprecio siempre por la verdad y por el sacrificio desinteresado de los que toman la iniciativa dentro del plan divino.
6 Una manera de mostrar vuestro agradecimiento por la bendición que recibís cada día y por la belleza de la creación que disfrutáis, es dar gracias de manera sincera al Padre de la Grandeza.
7 Pensad siempre en el bien que proviene de las lecciones que aprendéis durante toda vuestra vida – desde vuestra juventud hasta que sois ancianos. Apreciad siempre el hecho de que podéis obtener sabiduría a través de la disciplina – no desperdiciéis el tiempo que tenéis en la tierra.
Didaché Capítulo 2:
El Segundo Mandamiento; Pecados Mortales Prohibidos
1 El segundo de los Mandamientos de la Enseñanza es este:
2 No asesinará.
3 No cometerá adulterio.
4 No cometerá pederastia.
5 No fornicará.
6 No robará.
7 No practicará la magia.
8 No practicará la brujería.
9 No asesinará a un niño o niña por aborto ni matará a un niño o niña que ha nacido.
10 No deseará tener las posesiones de su prójimo.
11 No se perjurará a sí mismo.
12 No dará falso testimonio.
13 No hablará malvadamente.
14 No guardará rencor.
15 No será de mente vacilante ni tendrá doblez en su hablar porque tener doblez al hablar es una trampa que le llevará a su muerte.
16 Su forma de hablar no será falsa, ni vacía, sino que estará apoyada por obras.
17 No será deseoso de las posesiones de otros.
18 No será codicioso.
19 No será hipócrita.
20 No estará dispuesto a actuar de una manera malvada.
21 No será engreído.
22 No hará planes malvados contra su prójimo.
23 No odiará a nadie; pero a algunos les tendrá que reprender, y respecto a algunos los mantendrá en sus oraciones, y hay otros a los que deberá amar más que a su propia vida.
El Libro de la Verdad: La Última Aparición en Jerusalén 193:3.1-3; La Ascensión del Maestro – 193:5.1-5:
3. La Última Aparición en Jerusalén
193:3.1
El jueves 18 de mayo por la mañana temprano, Jesús hizo su última aparición en la tierra como personalidad morontial. Cuando los once apóstoles estaban a punto de sentarse para compartir el desayuno en el aposento superior de la casa de María Marcos, Jesús apareció ante ellos y les dijo:
193:3.2
«Que la paz sea con vosotros. Os he pedido que os quedéis aquí en Jerusalén hasta que yo ascienda al Padre, aun hasta que yo os envíe el Espíritu de la Verdad, que pronto será derramado sobre toda la carne y que os dotará de poder desde lo alto.» Simón el Zelote interrumpió a Jesús, preguntando: «Entonces, Maestro, ¿restaurarás el reino, y veremos nosotros la gloria de Dios manifestada en la tierra?» Cuando Jesús hubo escuchado la pregunta de Simón, respondió: «Simón, aún te aferras a tus viejas ideas del Mesías judío y del reino material. Pero recibirás poder espiritual después de que el espíritu haya descendido sobre vosotros, y luego iréis a todo el mundo predicando este evangelio del reino. Así como el Padre me envió al mundo, así os envío yo. Y deseo que os améis unos a los otros y que confiéis los unos en los otros. Judas ya no está con vosotros, porque se enfrió su amor, y porque se negó a confiar en vosotros, sus leales hermanos. ¿Acaso no habéis leído en las Escrituras donde está escrito: ‘No es bueno para el hombre estar solo. Ningún hombre vive para sí mismo’? Y también allí donde dice: ¿‘el que quiere tener amigos debe mostrarse amigo’? Y ¿acaso no os envié a enseñar de dos en dos, para que no estuvierais solos y no cayerais en la maldad y las tristezas del aislamiento? También sabéis bien que, cuando vivía en la carne, no me permití a mí mismo estar a solas por largos períodos. Desde el comienzo mismo de nuestra asociación tuve siempre a dos o tres de vosotros constantemente a mi lado o muy cerca de mí, aun cuando comulgaba con el Padre. Confiad, pues, los unos en los otros. Y esto es aun más necesario ahora, puesto que este día yo os dejo solos en el mundo. La hora ha llegado; estoy por irme al Padre».
193:3.3
Cuando hubo hablado les indicó con un gesto que fueran con él, y los condujo afuera hasta el Monte de los Olivos, donde les dijo adiós preparándose para partir de Urantia. Fue éste un viaje solemne al Oliveto. Nadie habló una sola palabra desde el momento en que salieron del aposento superior hasta que Jesús se detuvo con ellos en el Monte de los Olivos.
5. La Ascensión del Maestro
193:5.1
Eran casi las siete y media de este jueves 18 de mayo por la mañana, cuando Jesús llegó a la pendiente occidental del Monte Oliveto con sus once silenciosos y un tanto confundidos apóstoles. Desde esta ubicación, unos dos tercios del camino por la vertiente ascendente de la montaña, podían contemplar a Jerusalén y Getsemaní. Jesús se preparaba ahora para decir su último adiós a los apóstoles antes de despedirse de Urantia. Al estar él de pie entre ellos, sin que él les pidiera se arrodillaron a su alrededor en círculo, y el Maestro dijo:
193:5.2
«Os exhorté que os quedarais en Jerusalén hasta que recibierais el poder de lo alto. Ahora estoy por despedirme de vosotros; estoy por ascender a mi Padre, y pronto, muy pronto, enviaremos a este mundo de mi estadía el Espíritu de la Verdad; y cuando él haya llegado, comenzaréis la nueva proclamación del evangelio del reino, primero en Jerusalén y luego en todos los rincones de la tierra. Amad a los hombres con el amor con el cual yo os he amado a vosotros y servid a vuestros semejantes mortales así como yo os he servido. Mediante los frutos espirituales de vuestra vida, incitad a las almas a creer en la verdad de que el hombre es hijo de Dios, y que todos los hombres son hermanos. Recordad todo lo que yo os he enseñado y la vida que he vivido entre vosotros. Mi amor os sobrecogerá, mi espíritu morará con vosotros, y mi paz velará sobre vosotros. Adiós».
193:5.3
Después de hablar así el Maestro morontial desapareció de su vista. Esta así llamada ascensión de Jesús no fue de ninguna manera diferente de sus otras desapariciones de la visión mortal durante los cuarenta días de su carrera morontial en Urantia.
193:5.4
El Maestro fue a Edentia por el camino de Jerusem, donde los Altísimos, vigilados por el Hijo del Paraíso, liberaron a Jesús de Nazaret del estado morontial y, por los canales espirituales de la ascensión, lo restauraron al estado de filiación Paradisiaca y soberanía suprema en Salvingtón.
193:5.5
Eran aproximadamente las siete y cuarenta y cinco de esta mañana cuando el Jesús morontial desapareció de la vista de los once apóstoles para comenzar la ascensión a la diestra de su Padre, y allí recibir la confirmación formal de su soberanía completada del universo de Nebadon.