Giliana Kudsha
Manteneos Fieles y Practicad la Paciencia
Os aseguro que si sois siempre fieles y practicáis la paciencia, vuestras necesidades serán satisfechas.
Enseñanzas de la Luz Capítulo 99:
Cultivar la Virtud
1 Los Pactarios de Jehová deben ayudar a sus hermanos y hermanas, en cualquiera que sea su situación en la vida – si esos hermanos y hermanas desean recibir ayuda.
2 Mediante el cultivo de las Virtudes y la observancia de los Mandamientos se pueden cambiar los efectos futuros de las indiscreciones pasadas.
El Libro de la Verdad, El Nacimiento de Yeshúa – 122:8.1-6:
8. El Nacimiento de Jesús
122:8.1
Durante toda esa noche María estaba inquieta, de manera que ninguno de los dos durmió mucho. Al alba los dolores de parto ya se habían evidenciado, y al mediodía del 21 de agosto del año 7 a. de J.C., con la ayuda tierna de otras viajeras, María dio a luz un niño varón. Jesús de Nazaret había nacido en el mundo, se le envolvió en ropas que María había traído por precaución, y se le puso en el pesebre cercano.
122:8.2
Así nació el niño prometido; es decir, de misma manera que todos los niños que antes y desde entonces han llegado al mundo. Y al octavo día de su nacimiento y de acuerdo con la práctica judía, fue circuncidado y se le llamó formalmente Josué (Jesús).
122:8.3
Al día siguiente del nacimiento de Jesús, José fue a registrarse. Se encontró con un hombre con el que ellos habían conversado dos noches antes en Jericó, y éste lo llevó a ver a un amigo rico de él, y éste tenía una habitación en la posada, y dijo que con placer intercambiaría las habitaciones con la pareja de Nazaret. Esa misma tarde se mudaron a la posada, donde permanecieron casi tres semanas hasta que consiguieron hospedaje en la casa de un pariente lejano de José.
122:8.4
El segundo día después del nacimiento de Jesús, María envió un mensaje a Elizabeth diciéndole que había llegado su hijo; Elizabeth respondió invitando a José a ir a Jerusalén para hablar de todos sus asuntos con Zacarías. A la semana siguiente José fue a Jerusalén para encontrarse con Zacarías. Tanto Zacarías como Elizabeth estaban sinceramente convencidos de que Jesús estaba destinado a ser el liberador judío, el Mesías, y que el hijo de ellos, Juan, sería con el tiempo el jefe de sus ayudantes, el hombre de destíno y su brazo derecho. Como María compartía esas opiniones, no fue difícil convencer a José de que se quedaran en Belén, la Ciudad de David, para que Jesús eventualmente pudiera llegar a ocupar el trono de Israel como sucesor de David. Por consiguiente, permanecieron más de un año en Belén, dedicándose José a su oficio de carpintero.
122:8.5
Ese mediodía en que naciera Jesús, los serafines de Urantia, reunidos bajo sus directores, verdaderamente cantaron himnos de gloria sobre el pesebre de Belén, pero estos cantos de gloria no fueron detectados por oídos humanos. No hubo pastores ni otras criaturas mortales que vinieran a rendir homenaje al niño de Belén hasta el día de la llegada de ciertos sacerdotes de Ur, que habían sido enviados desde Jerusalén por Zacarías.
122:8.6
A estos sacerdotes provenientes de la Mesopotamia, se les fue contado tiempo atrás por un extraño maestro religioso de su país, que él había tenido un sueño en el cual se le informaba que la «luz de la vida» estaba a punto de aparecer sobre la tierra en forma de niño, en el pueblo judío. Los tres sacerdotes partieron pues en búsqueda de esta «luz de la vida». Después de muchas semanas de búsqueda infructuosa en Jerusalén, estaban por volverse a Ur cuando conocieron a Zacarías, quien les trasmitió su creencia de que Jesús era el objeto de su búsqueda y los envió a Belén, donde encontraron al niño y dejaron ofrendas junto a María, su madre terrenal. El niño tenía casi tres semanas al tiempo de esta visita.