Lecturas del Convenio Unido para el Martes, 18 de Febrero, 2025

Giliana Kudsha

Jehoví el Creador

Jehoví es el Único Creador.

Solo Jehoví merece la adoración de toda la creación.

No hay ningún otro como Jehoví; nadie puede compararse con la grandeza y la gloria del Creador Eterno.

Su creación habla de Su nombre y de Sus obras; por esto nadie puede, en verdad, negar Su existencia.

El espíritu de la verdad es conocido por quienes sirven a Jehoví con todo su corazón y alma, quienes sirven al Creador con sus manos y pies.

Los Fielistas de Jehoví adoran al Creador y sirven a su prójimo no por obligación, sino por amor genuino.

Su pueblo observa Sus mandamientos por amor a su Creador y por interés por su prójimo.
 
Enseñanzas de la Luz Capítulo 17:

Crueldad

1 Las personas que se ríen de las heridas de los demás solo se hieren a sí mismos con su inmadurez.

2 No os dejéis caer en la desesperación a causa de las palabras crueles de los demás hacia vosotros, ya sea que la persona diga que practica la Religión de la Luz o si esa persona está en el mundo.

3 No voy a tolerar la admisión de una persona cruel en las puertas de la Religión de la Luz bendita.

4 No tengo ninguna tolerancia por ningún hombre o mujer que hable con dureza, juzgue de mala manera o trate con crueldad a aquellos que son de nacionalidades o razas, géneros u orientaciones sexuales diferentes de ellos mismos.

5 La Religión de la Luz está abierta a todos aquellos que buscan la verdadera Paz y Luz y que tienen compasión por todas las almas y que no tienen un espíritu cruel dentro de ellos – está abierta para todos los que están dispuestos a aprender el Camino de la Paz que es enseñado por los Mensajeros Divinos.

 

El Libro de la Verdad, Los Fariseos en Ragaba, 166:1.1-4:

1. Los Fariseos en Ragaba

166:1.1

El día sábado 18 de febrero, Jesús se encontraba en Ragaba, donde vivía un rico fariseo llamado Natanael; puesto que muchos fariseos seguían a Jesús y a los doce por todo el país, este sábado por la mañana Natanael preparó un desayuno para todos ellos, unos veinte, e invitó a Jesús como huésped de honor.

166:1.2

Cuando Jesús llegó al desayuno, la mayoría de los fariseos, con dos o tres abogados, ya se encontraban sentados a la mesa. El Maestro inmediatamente tomó su asiento a la izquierda de Natanael sin ir a la vasija de agua para lavarse las manos. Muchos de los fariseos, especialmente los que estaban a favor de las enseñanzas de Jesús, sabían que tan sólo se lavaba las manos para fines de higiene, que detestaba estas acciones puramente ceremoniales; por esto, no se sorprendieron de que viniera directamente a la mesa sin lavarse la manos dos veces. Pero Natanael se horrorizó de que el Maestro no cumpliera con los estrictos requisitos de las prácticas fariseas. Tampoco se lavó Jesús las manos, como lo hacían los fariseos, después de cada plato ni al final del desayuno.

166:1.3

Después de mucho susurro entre Natanael y un fariseo hostil sentado a su derecha y después de mucho levantar de cejas y expresiones de desagrado de los que estaban sentados frente al Maestro, Jesús finalmente dijo: «Creí que me habíais invitado a esta casa para compartir con vosotros el pan y tal vez para preguntarme sobre la proclamación del nuevo evangelio del reino de Dios; pero percibo que me habéis traído aquí para presenciar una exhibición de devoción ceremonial a vuestra propia mojigatería. Ese servicio ya me lo habéis hecho; ¿con qué más me honraréis como huésped en esta ocasión?»

166:1.4

Cuando el Maestro hubo así hablado, todos bajaron la vista y permanecieron callados. Como nadie hablaba, Jesús continuó: «Muchos de vosotros los fariseos estáis aquí conmigo como mis amigos, algunos, aun como mis discípulos, pero la mayoría de los fariseos persisten en negarse a ver la luz y reconocer la verdad, aun cuando la obra del evangelio se les presenta con gran poder. ¡Cuán cuidadosamente limpiáis lo de afuera de los vasos y de los platos mientras que las vasijas del alimento espiritual están sucias e impuras! Os aseguráis de presentar una apariencia piadosa y santa ante el pueblo, pero vuestra alma interior está llena de mojigatería, codicia, extorsión, y todo tipo de maldad espiritual. Aun vuestros líderes se atreven a confabular y planear el asesinato del Hijo del Hombre. ¿Acaso no comprendéis, hombres necios, que el Dios del cielo ve tanto los motivos íntimos del alma así como vuestras pretensiones exteriores y vuestras manifestaciones de devoción? No creáis que dar limosnas y pagar diezmos os limpia de injusticias y os permite aparecer puros en la presencia del Juez de todos los hombres. ¡Ay de vosotros fariseos que habéis persistido en rechazar la luz de la vida! Sois meticulosos en pagar el diezmo y ostentosos en dar limosna, pero a sabiendas rechazáis la visitación de Dios y negáis la revelación de su amor. Aunque esté bien para vosotros prestar atención a estos deberes menores, no deberíais haber dejado sin hacer esos requisitos más importantes. ¡Ay de los que ignoran la justicia, desdeñan la misericordia y rechazan la verdad! ¡Ay de todos los que desprecian la revelación del Padre mientras buscan los asientos principales en la sinagoga y anhelan el saludo halagador en el mercado!»