Giliana Kudsha
Meditad sobre las Enseñanzas y la Imagen
Meditad sobre las enseñanzas, sobre la imagen del Mensajero y ved al Padre en el rostro del que Él ha enviado en esta era, y recibiréis la paz.
Enseñanzas de la Luz Capítulo 40:
Su Divina Presencia y Su Manifestación
1 No he venido a enseñaros acerca de los placeres; vine debido a mi amor y compasión por todos los seres.
2 Si estáis unidos a mí, tendréis una tranquilidad perfecta y vuestras acciones serán perfectas.
3 Si queréis hablar conmigo, solo empezad a hablar – escucho cada palabra que queráis decirme.
4 Pero nunca olvidéis que hablar con el Padre de la Grandeza en el Cielo es de mayor importancia – Él también escucha y responde a vuestras oraciones.
5 El Mensajero Divino nunca abandonará a los que Él considera Sus amigos.
6 Todo el que deja de depender de su propia rectitud percibida y me sigue, recibirá de mí paz y liberación verdaderas.
7 Cualquier persona que desee hablar con el Mensajero Divino puede hacerlo al igual que lo hacen todos los Pactarios: habla, medita y reza. Realmente es una cuestión simple.
8 Raramente hay una comunicación verbal directa – el proceso normal es a través de la oración.
9 Todas las oraciones son contestadas de una manera u otra; sin embargo, una persona no va a recibir todo lo que pide.
10 Todas las respuestas y cumplimiento de las peticiones serán, por supuesto, de acuerdo a la Voluntad del Padre de la Grandeza.
La Biblia Oahspe, Libro de la Inspiración Capítulo 11:
1. BUSCA no difundir Mis evangelios para forzar a que la gente siga este camino, dice Jehoví.
2. Tampoco vayas predicando con el mismo propósito, diciendo: ¡Así dice Jehoví!
3. Deja que todos los hombres y mujeres me escuchen a su manera.
4. Ningún hombre ni mujer seguirá a otro.
5. No autorizo divisiones.
6. No autorizo ningún credo humano como vinculante sobre ti.
7. Yo soy Un Espíritu y estoy con todas Mis criaturas vivientes.
8. Para aquellos que me eligen, practicando su luz más elevada, soy un escudo y una fortificación contra toda oscuridad, y contra toda maldad y contienda.
9. No me establecerás por las leyes del hombre, ni por el gobierno del hombre, dice Jehoví.
10. Ni establecerás por las leyes o el gobierno del hombre ningún libro del hombre o revelación personal, diciendo: Mirad, este es el libro de Jehoví.
11. Para evitar que el hombre interfiera con el hombre, esto ha sido un gran trabajo.
12. Enseñar al hombre a comprender la libertad, especialmente en lo que se refiere al pensamiento y al conocimiento, esto ha sido un gran trabajo.
13. Porque cae fácilmente bajo la inspiración de su entorno, y cae bajo las enseñanzas y persuasiones de su prójimo.
14. Porque viene de Mi mano al mundo en inocencia, un infante indefenso.
15. Y sus hermanos mayores* se aprovechan de su inocencia, y le enseñan su propio conocimiento, en lugar de dirigirlo a Mí.
16. Y sus hermanos mayores también estaban en la oscuridad, y sus hermanos mayores antes que ellos también.
17. Dije al hombre: ¡Sé libre! ¡Aprende a conocer la libertad! ¡Piensa por ti mismo! ¡Estudia a tu Creador en todas las cosas, y en particular en ti mismo!
18. Aléjate de tus hermanos mayores; ven a la Fuente del Altísimo.
19. No te confundas con razonamientos abstrusos; vete a la raíz de las cosas; practica la pureza; aprende del Creador y de Sus creaciones – porque esto es lo que he revelado al hombre.
20. Tú eres una de las semillas de Jehoví, y fuiste plantado por Su Mano. Sé libre de todo el mundo.
Notas
vs. 15. hermanos, puede referirse a aquellos que no enseñan en armonía con la palabra revelada del Creador.
El Libro de la Verdad 148:9.1-4, La Curación del Paralítico:
9. La Curación del Paralítico
148:9.1
El viernes por la tarde del 1 de octubre, cuando Jesús estaba celebrando su última reunión con los apóstoles, evangelistas y otros líderes del campamento en desbande, y con los seis fariseos de Jerusalén sentados en la primera fila de esta asamblea en la espaciosa y agrandada habitación delantera de la casa de Zebedeo, ocurrió uno de los episodios más extraños y singulares de toda la vida de Jesús en la tierra. El Maestro estaba en ese momento hablando de pie en esta gran habitación, que había sido construida para permitir estas reuniones durante la temporada de lluvia. La casa estaba completamente rodeada por una vasta multitud que tendía el oído para escuchar algunas palabras del discurso de Jesús.
148:9.2
Mientras la casa estaba de esta manera llena de gente y completamente rodeada de oyentes ansiosos, fue traído de Capernaum en una pequeña litera por sus amigos, un hombre paralítico desde hacía mucho tiempo. Este paralítico había escuchado que Jesús estaba a punto de irse de Betsaida, y habiendo hablado con Aarón el albañil, que tan recientemente había sido curado, resolvió que le llevaran a la presencia de Jesús, para que pudiera obtener curación. Sus amigos trataron de entrar a la casa de Zebedeo tanto por la puerta de adelante como por la de atrás, pero había demasiada gente. Pero el paralítico no quiso resignarse; pidió a sus amigos que buscaran las escaleras y así subieron al techo de la habitación en la cual Jesús estaba hablando, y después de aflojar las tejas, audazmente bajaron al enfermo con su litera mediante sogas hasta que el afligido se encontró en el piso directamente delante del Maestro. Cuando Jesús vio lo que esta gente había hecho, dejó de hablar, mientras que los que estaban con él en la habitación se maravillaron con la perseverancia de este enfermo y de sus amigos. Dijo el paralítico: «Maestro, no quiero molestarte en tus enseñanzas, pero estoy decidido a sanar. Yo no soy como los que recibieron tu curación e inmediatamente se olvidaron de tus enseñanzas. Yo deseo curarme para poder servir en el reino del cielo». A pesar de que la aflicción de este hombre había sido producida por su propia vida malgastada, Jesús, viendo su fe, le dijo al paralítico: «Hijo, no temas; tus pecados están perdonados. Tu fe te salvará».
148:9.3
Cuando los fariseos de Jerusalén, juntamente con otros escribas y abogados que estaban sentados con ellos, escucharon esta declaración de Jesús, empezaron a decir entre ellos: «¿Cómo se atreve este hombre a hablar de esta manera? ¿Acaso no entiende que estas palabras son blasfemia? ¿Quién puede perdonar un pecado, sino Dios?» Jesús, habiendo percibido en su espíritu que así pensaban ellos y comentaban entre ellos, les habló diciéndoles: «¿Por qué razonáis así en vuestro corazón? ¿Quiénes sois vosotros que os atrevéis a juzgarme? ¿Qué diferencia hay si yo digo a este paralítico, tus pecados están perdonados, o, levántate, levanta tu litera y anda? Pero, para que vosotros que presenciáis todo esto podáis finalmente saber que el Hijo del Hombre tiene autoridad y poder en la tierra para perdonar los pecados, diré a este hombre afligido: Levántate, levanta tu litera, y vete a tu casa». Y cuando Jesús hubo hablado así, el paralítico se levantó, y mientras la multitud se abría para dejarle paso, salió delante de todos ellos. Y los que vieron estas cosas estaban asombrados. Pedro despidió la asamblea, mientras muchos oraban y glorificaban a Dios, confesando que no habían visto nunca antes tan extraños acontecimientos.
148:9.4
Aproximadamente en este momento los mensajeros del sanedrín llegaron para ordenar a los seis espías que retornaran a Jerusalén. Cuando escucharon este mensaje, cayeron en una seria disputa entre ellos; y una vez que hubieron terminado sus discusiones, el líder y dos de sus asociados volvieron con los mensajeros a Jerusalén, mientras que tres de los espías fariseos confesaron su fe en Jesús y, dirigiéndose inmediatamente al lago, fueron bautizados por Pedro y acogidos por los apóstoles como hijos del reino.