Lecturas del Convenio Unido para el Sábado, 16 de Noviembre, 2024

Giliana Kudsha

Dar a la Caridad

Si dais caridad con la esperanza de que otros os vean u os elogien, no habéis dado nada en absoluto.

Enseñanzas de la Luz Capítulo 23:

Animar a Otros

1 Nunca permitáis que se os pase una oportunidad sin animar a alguien.

2 Animad y haced feliz a alguien cada día.

3 Si creéis que vuestro mundo no es más que un desierto árido, plantad algunas flores; si vuestro camino en la fe es solitario, plantad semillas de fe en los demás.

4 Sed una luz de ánimo y un escudo de protección para los humildes.

Torá, Génesis 18:1-22:24:

PARASHAT VAIERÁ – SECCIÓN VAIERÁ

18

1 El Eterno Se le apareció en la planicie de Mamre mientras estaba sentado en la entrada de la tienda, en pleno calor del día.

2 Alzó sus ojos y miró: he aquí que había tres hombres parados frente a él. Él los vio y corrió hacia ellos desde la entrada de la tienda, y se postró sobre el terreno.

3 Y dijo: «Señores míos, si he hallado gracia en tus ojos, por favor no sigas de largo ante tu sirviente».

4 «Que traigan un poco de agua y lavad vuestros pies, y reclinaos debajo del árbol.

5 Iré a buscar un pedazo de pan para que tengan sustento, luego continuaréis, por cuanto ya habréis pasado por el camino de vuestro sirviente». Dijeron ellos: «Haz como dices, tal como has dicho».

6 Y Abraham se apresuró a la tienda, a Sara, y dijo: «¡De prisa! ¡Tres medidas de harina, de sémola; amásala y haz tortas!».

7 Y Abraham fue corriendo al ganado vacuno, tomó un ternero, tierno y bueno, y se lo dio al joven, quien lo preparó enseguida.

8 Tomó crema y leche y el ternero que había preparado, y los colocó delante de ellos; y se paró frente a ellos, debajo del árbol, y ellos comieron.

9 Ellos le dijeron: «¿Dónde está Sara tu mujer?». Y él dijo: «Está en la tienda».

10 Y dijo: «Ciertamente, regresaré a ti el próximo año en esta época, y he aquí que tu mujer Sara tendrá un hijo». Sara estaba escuchando a la entrada de la tienda situada detrás de él.

11 Abraham y Sara eran ya ancianos, muy entrados en años; y en Sara había cesado la regla de las mujeres.

12 Y Sara se rió en su interior, diciendo: «¿Ahora que ya he marchitado volveré a tener la piel delicada? ¡si mi marido está viejo!».

13 Entonces El Eterno le dijo a Abraham: «¿Por qué Sara se ha reído, diciendo: “¿De verdad tendré un hijo, a pesar de ser ya anciana?”.

14 ¿Acaso hay algo que esté por encima de El Eterno? En el tiempo designado regresaré a ti el próximo año en esta época, y Sara tendrá un hijo».

15 Sara lo negó, diciendo: «No me reí», pues tuvo miedo. Pero él dijo: «No es cierto, pues sí te reíste».

16 Los hombres se levantaron de allí, y contemplaron en dirección a Sodoma, mientras Abraham caminaba junto a ellos, acompañándolos.

17 Y dijo El Eterno: «¿Habré de ocultarle a Abraham lo que hago,

18 ahora que Abraham ciertamente ha de convertirse en una gran y poderosa nación, y todas las naciones del mundo se bendecirán en él?

19 Pues lo he amado, porque él ordena a sus hijos y a su familia que sigan el camino de El Eterno, haciendo caridad y justicia, para que El Eterno traiga sobre Abraham aquello de lo que le había hablado».

20 Y El Eterno dijo: «Como ha crecido tanto el clamor de Sodoma y Gomorra, y como su pecado es gravísimo,

21 descenderé ahora y veré: si actúan según el clamor que Me ha llegado, los destruiré. Y si no, lo sabré».

22 Los hombres se fueron de allí en dirección a Sodoma, mientras que Abraham siguió de pie ante El Eterno.

23 Abraham se adelantó y dijo: «¿Acaso destruirás también a los justos, junto con los malvados?

24 Suponiendo que existan cincuenta justos en la ciudad ¿acaso destruirías el lugar, en vez de salvarlo por los cincuenta justos que hay en su interior?

25 Sería un sacrilegio que Tú hicieras tal cosa, matando al justo junto con los malvados; pues así el justo serán como los malvados. ¡Sería un sacrilegio! ¿Acaso el Juez de toda la tierra no hará justicia?».

26 Dijo El Eterno: «Si encuentro en Sodoma cincuenta justos en toda la ciudad, perdonaré a todo el lugar por ellos».

27 Abraham respondió y dijo: «He aquí que me permití hablar con Mi Señor, si bien no soy más que polvo y cenizas.

28 ¿Qué ocurrirá si a los cincuenta justos les faltan cinco? ¿Destruirías la ciudad a causa de los cinco?». Y Él dijo: «No la destruiré si encuentro cuarenta y cinco».

29 Y continuó hablando con Él, y le dijo: «¿Tal vez se encuentren cuarenta?» Y Él dijo: «No actuaré por los cuarenta».

30 Y él dijo: «Que mi Señor no se enoje y hablaré: ¿Qué ocurrirá si se hallan treinta?». Y Él dijo: «No actuaré si encuentro treinta».

31 Y él dijo: «He aquí que me he permitido hablar con mi Señor: ¿Qué ocurrirá si se hallan veinte?». Y Él dijo: «No destruiré por los veinte».

32 Y él dijo: «Que mi Señor no se enoje, y hablaré una sola vez más: ¿Qué ocurrirá si se hallan diez?». Y Él dijo: «No destruiré por los diez».

33 Cuando El Eterno terminó de hablar con Abraham Se alejó, y Abraham regresó a su lugar.

19

1 Los dos ángeles llegaron a Sodoma al anochecer, y Lot estaba sentado en la puerta de Sodoma; Lot vio, se paró para recibirlos y se postró de cara al suelo.

2 Y dijo: «Contemplad ahora, señores míos; dirigíos, por favor, a la casa de vuestro siervo; pasad allí la noche y lavad vuestros pies; luego os levantaréis temprano y proseguiréis vuestro camino». Y ellos dijeron: «No. Sino pasaremos la noche en la plaza».

3 Y él les insistió mucho; y ellos se dirigieron a él y fueron a su casa; él hizo un banquete para ellos y horneó matzot, y comieron.

4 Todavía no se habían ido a dormir cuando la gente del pueblo, los sodomitas, rodearon la casa, jóvenes y viejos, gente de todos los sectores.

5 Y llamaron a Lot y le dijeron: «¿Dónde están los hombres que vinieron a tu casa esta noche? Sácalos, para que podamos conocerlos».

6 Lot se dirigió hacia ellos, a la entrada, y cerró la puerta tras de sí.

7 Y dijo: «Os ruego, hermanos míos, que no actuéis con maldad.

8 He aquí que tengo dos hijas que jamás conocieron varón alguno. Las traeré a vosotros, y podréis hacer con ellas como os plazca; pero a estos hombres nada hagáis, por cuanto han llegado a la sombra de mi techo».

9 Y ellos dijeron: «¡Hazte a un lado!». Y dijeron: «¿Este vino como extranjero y ahora actúa de juez? ¡Ahora te trataremos a ti peor que a ellos!». Entonces, lo empujaron fuertemente a él, a Lot, y trataron de romper la puerta.

10 Los hombres extendieron la mano e introdujeron a Lot a la casa con ellos y cerraron la puerta.

11 Y los hombres que se hallaban en la entrada de la casa fueron atacados de ceguera, los pequeños y los grandes; y trataron en vano de hallar la entrada.

12 Entonces los hombres le dijeron a Lot: «¿A quién más tienes aquí? ¿Un yerno, tus hijos o tus hijas? Todo lo que tengas en la ciudad sácalo del lugar,

13 porque estamos próximos a destruir este lugar; pues su clamor se ha vuelto grande ante El Eterno, y El Eterno nos ha enviado para destruirlo».

14 Lot salió y habló con sus yernos, los comprometidos con sus hijas, y dijo: «Levantaos y salid de este lugar, pues El Eterno está a punto de destruir la ciudad». Pero los yernos creyeron que era una broma.

15 Y cuando amaneció, los ángeles instaron a Lot diciendo: «Levántate, toma a tu mujer y a tus dos hijas aquí presentes, para que no seas borrado por culpa del pecado de la ciudad».

16 Y él titubeó, así que, gracias a la compasión que le tuvo El Eterno, los hombres lo tomaron de su mano a él, y tomaron de su mano a su mujer y de la mano a sus dos hijas y lo sacaron y lo dejaron fuera de la ciudad.

17 Y mientras los sacaban afuera, uno de ellos dijo: «Huye, por tu vida. No mires hacia atrás ni te detengas en ninguna parte de la planicie; huye a la montaña para que no seas castigado».

18 Lot les dijo: «¡No, por favor, Señor mío!

19 He aquí que tu sirviente halló gracia en Tus ojos y fue muy grande la bondad que hiciste conmigo para salvarme la vida; pero no puedo escapar a la montaña, no sea que el mal se apegue a mí y muera.

20 Por favor: esta ciudad es cercana y es pequeña como para escapar. Escaparé ahí –¿Acaso no es pequeña?– Y viviré».

21 Y él le respondió: «He aquí que te he tenido consideración incluso en esto, que no destruí la ciudad de la que hablas.

22 De prisa, huye allí, pues no puedo hacer nada hasta que no llegues allí». Por eso llamó a la ciudad Tzoar.

23 El sol se salió sobre la tierra, y Lot llegó a Tzoar.

24 El Eterno hizo que lloviera azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra, de El Eterno, de los Cielos.

25 Él precipitó esas ciudades y toda la planicie, con todos los habitantes de las ciudades y la vegetación del suelo.

26 Su mujer miró hacia atrás de él y se transformó en una columna de sal.

27 Abraham se levantó a la mañana temprano en el lugar donde había estado ante El Eterno.

28 Y contempló en dirección a Sodoma y Gomorra y toda la superficie del territorio de la planicie; y vio, y he aquí que el humo se elevaba de la tierra como el humo de un horno.

29 Y así fue que cuando Dios destruyó las ciudades de la planicie, Dios recordó a Abraham; y sacó a Lot de las ruinas cuando precipitó las ciudades en que había vivido Lot.

30 Lot subió de Tzoar y se asentó en la montaña, y sus dos hijas junto con él, pues tenía miedo de permanecer en Tzoar; habitó en la cueva, él y sus dos hijas.

31 La hija mayor le dijo a la menor: «Nuestro padre es anciano y no hay ningún hombre en la tierra que se allegue a nosotras, como es costumbre.

32 Demos de beber a nuestro padre vino y luego nos acostaremos con él, y así tendremos descendencia a través de nuestro padre».

33 Y aquella noche dieron de beber a su padre vino; y la mayor fue y se acostó con su padre, y él no se dio cuenta de que ella se acostó ni de que se levantó.

34 Y al día siguiente, la mayor le dijo a la menor: «He aquí que yo me acosté con mi padre anoche; démosle vino nuevamente esta noche, y te acostarás con él, para que tengamos descendencia a través de nuestro padre».

35 Y dieron de beber vino a su padre también aquella noche; y la menor fue y se acostó con él, y no se dio cuenta de que ella se acostó ni de que se levantó.

36 Y las dos hijas de Lot concibieron de su padre.

37 La mayor dio a luz un hijo y lo llamó Moab; él es el padre de Moab hasta el día de hoy. 38 Y la menor también tuvo un hijo y lo llamó Ben Amí; él es el padre de los hijos de Amón, hasta el día de hoy.

20

1 Abraham viajó desde allí a la región del sur y se asentó entre Kadesh y Shur, y habitó en Guerar.

2 Abraham dijo de Sara su mujer: «Ella es mi hermana»; y Abimelej, rey de Guerar, envió y tomó a Sara.

3 Y Dios apareció ante Abimelej en un sueño nocturno, y le dijo: «He aquí que estás a punto de morir, a causa de la mujer que has tomado; ella es una mujer casada».

4 Abimelej no se había acercado a ella, por lo que dijo: «Señor mío, ¿acaso asesinarás a una nación a pesar de ser justa?

5 ¿Acaso él mismo no me dijo: “Ella es mi hermana”? Y ella también dijo: “Él es mi hermano” Con la integridad de mi corazón y la pureza de mis manos hice esto».

6 Y Dios le dijo en el sueño: «Yo también sabía que fue con la integridad de tu corazón que hiciste esto y Yo también evité que pecaras en Mi contra; por eso no te permití que la tocaras.

7 Pero ahora devuelve a la mujer del hombre, pues él es un profeta y él rezará por ti, y vivirás, pero si no la devuelves, sabe que ciertamente morirás: tú y todo lo tuyo».

8 Abimelej se levantó temprano a la mañana siguiente: convocó a todos sus sirvientes y les dijo todas estas cosas en sus oídos, y los hombres tuvieron mucho miedo.

9 Abimelej llamó a Abraham y le dijo: «¿Qué es esto que nos has hecho? ¿En qué pequé contra ti que trajiste a mí y a mi reino tan grande pecado? Tú hiciste conmigo cosas que no deben hacerse».

10 Y Abimelej le dijo a Abraham: «¿Qué fue lo que viste para que hicieras semejante cosa?».

11 Y Abraham dijo: «Porque dije: “No hay temor de Dios en este sitio y me matarán a causa de mi mujer”.

12 Además, ella sí es hermana mía, es hija de mi padre, mas no hija de mi madre; y ella se casó conmigo.

13 Y así fue, cuando Dios me hizo errar de la casa de mi padre, que yo le dije: “Este es el bien que harás conmigo: que a cualquier lugar que vayamos, dirás de mí: El es mi hermano”».

14 Y Abimelej tomó ovejas y ganado vacuno y sirvientes y sirvientas y se los dio a Abraham; y le devolvió a su mujer Sara.

15 Y dijo Abimelej: «He aquí que mi tierra está delante de ti: establécete donde mejor te parezca».

16 Y a Sara le dijo: «He aquí que le he dado a tu hermano mil piezas de plata. Que sean compensación para ti y todos los que se encuentran contigo por todo lo que ha sido hecho».

17 Abraham le rezó a Dios, y Dios curó a Abimelej, a su mujer y a sus sirvientas, y se aliviaron;

18 pues El Eterno había cerrado todos los orificios de la casa de Abimelej a causa de Sara, la mujer de Abraham.

21

1 El Eterno recordó a Sara, tal como había dicho; y El Eterno le hizo a Sara lo que había hablado.

2 Sara concibió y dio a luz un hijo para Abraham en su ancianidad, en el plazo que le había dicho Dios.

3 Abraham llamó al hijo que le había nacido de Sara, Itzjak (Isaac).

4 Abraham circuncidó a su hijo Itzjak (Isaac) a la edad de ocho días, tal como Dios le había mandado.

5 Y Abraham tenía cien años de edad cuando le nació su hijo Itzjak (Isaac).

6 Dijo Sara: «Dios me ha causado una risa; todo el que oiga se reirá por mi causa».

7 Y ella dijo: «¿Quién es el Que le dijo a Abraham, “Sara dará de mamar a hijos”? ¡Pues le he dado un hijo en su ancianidad!».

8 El niño creció y fue destetado. Abraham hizo un gran banquete el día en que Itzjak (Isaac) fue destetado.

9 Sara vio que el hijo de Hagar, la egipcia, que había parido a Abraham, se estaba burlando.

10 Le dijo a Abraham: «¡Echa a esta esclava con su hijo, pues el hijo de esa esclava no heredará junto con mi hijo, con Itzjak (Isaac)!».

11 El asunto perturbaba mucho a Abraham, por su hijo.

12 Entonces Dios le dijo a Abraham: «No te preocupes por el joven ni por tu esclava: todo lo que Sara te diga, hazle caso, pues a través de Itzjak (Isaac) la descendencia será considerada tuya.

13 Pero al hijo de la esclava también lo transformaré en una nación, pues él es tu simiente».

14 Abraham se despertó temprano a la mañana, tomó pan y un odre de agua, y lo dio a Hagar. Él se lo colocó a ella sobre el hombro, junto con el niño, y la envió. Ella partió y vagó por el desierto de Beersheba.

15 Cuando se acabó el agua del odre, ella puso al niño debajo de uno de los árboles.

16 Fue y se sentó a cierta distancia, a dos tiros de arco de distancia, pues dijo: «No quiero ver la muerte del niño». Y se sentó a la distancia, alzó la voz y lloró.

17 Dios oyó la voz del joven, y un ángel de Dios llamó a Hagar desde los Cielos y le dijo: «¿Qué pasa contigo, Hagar? No temas, pues Dios ha oído la voz del joven ahí donde él está.

18 Levántate, toma al joven y coloca tu mano sobre él, pues haré de él una gran nación».

19 Entonces Dios abrió sus ojos y ella vio una fuente de agua; fue y llenó el odre de agua y le dio de beber al joven.

20 Dios estuvo junto al joven y éste creció; se asentó en el desierto y se transformó en un arquero.

21 Se asentó en el Desierto de Parán y su madre le tomó por esposa una mujer de la tierra de Egipto.

22 En ese momento, Abimelej y el general de su ejército, Fijol, le dijeron a Abraham: «Dios está contigo en todo lo que haces.

23 Ahora júrame aquí por Dios que no harás falsos tratos conmigo, ni con mi hijo, ni con mi nieto; la misma benevolencia que yo he hecho contigo, hazla tú conmigo y con la tierra en la que fuiste forastero».

24 Y Abraham dijo: «Lo juro».

25 Entonces Abraham discrepó con Abimelej por la fuente de agua que habían tomado a la fuerza los sirvientes de Abimelej.

26 Abimelej dijo: «No sé quién hizo esto; además, tú nunca me lo dijiste, ni yo mismo oí nada, excepto hoy».

27 Y Abraham tomó ovejas y ganado vacuno y se los dio a Abimelej; y los dos establecieron un pacto.

28 Abraham colocó aparte siete corderitas de las ovejas.

29 Y Abimelej le dijo a Abraham: «¿Qué son estas siete corderitas que has colocado aparte?».

30 Y él respondió: «Pues tú has de tomar de mí estas siete corderitas, para que sirva de testimonio de que yo cavé esta fuente».

31 Por eso llamó a ese lugar Beersheba, porque allí los dos prestaron juramento.

32 Y establecieron un pacto en Beersheba; luego Abimelej se levantó con Fijol, el general de su ejército, y regresaron a la tierra de los filisteos.

33 Él plantó un tamarisco en Beersheba y allí proclamó en el Nombre de El Eterno, Dios del Universo.

34 Y Abraham habitó en la tierra de los filisteos durante muchos años.

22

1 Y fue después de estos hechos que Dios puso a prueba a Abraham, y le dijo: «Abraham», y él respondió: «Heme aquí».

2 Y Él dijo: «Toma por favor a tu hijo, a tu único hijo, a quien amas, a Itzjak (Isaac), y ve a la tierra de Moriá; ofrécelo allí como ofrenda sobre una de las montañas que te diré».

3 Y Abraham se levantó temprano a la mañana y ensilló su asno; llevó con él a sus dos jóvenes y a Itzjak (Isaac), su hijo; partió leña para la ofrenda y se paró y fue al sitio acerca del cual le había hablado Dios.

4 Al tercer día, Abraham alzó sus ojos y vio el lugar desde lejos.

5 Y Abraham le dijo a sus jóvenes: «Quedaos aquí con el asno, mientras yo y el joven nos encaminaremos hasta allí; nos postraremos y regresaremos a vosotros».

6 Y Abraham tomó la leña para la ofrenda y la colocó sobre Itzjak (Isaac), su hijo. Tomó en su mano el fuego y el cuchillo, y los dos anduvieron juntos.

7 Entonces Itzjak (Isaac) le habló a su padre Abraham y dijo: «Padre».
Y él dijo: «Heme aquí, hijo mío».
Y él dijo: «Aquí están el fuego y la leña, pero ¿dónde está el cordero para la ofrenda?»

8 Y Abraham dijo: «Dios conseguirá por Sí Mismo el cordero para la ofrenda, hijo mío». Y los dos anduvieron juntos.

9 Llegaron al sitio acerca del cual Dios le había hablado; Abraham construyó allí el altar y dispuso la leña; ató a Itzjak (Isaac), su hijo, y lo colocó sobre el altar, encima de la leña.

10 Abraham extendió su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo.

11 Y un ángel de El Eterno lo llamó desde los Cielos, y dijo: «¡Abraham! ¡Abraham!».
Y él dijo: «Heme aquí».

12 Y dijo: «No extiendas tu mano contra el joven ni le hagas nada, pues ahora sé que eres temeroso de Dios, pues no Me has negado a tu hijo, a tu único hijo».

13 Y Abraham alzó sus ojos y vio un carnero después, atrapado en el árbol por los cuernos; Abraham fue y tomó el carnero y lo elevó como ofrenda en lugar de su hijo.

14 Y Abraham llamó a aquel lugar «El Eterno Iré», como se dice en este día, en la montaña El Eterno será visto -ieraé.

15 El ángel de El Eterno llamó a Abraham por segunda vez desde el Cielos.

16 Y dijo: «Juro por Mí Mismo, palabra de El Eterno, que, como has hecho esto y no negaste a tu hijo, a tu único hijo,

17 ciertamente te bendeciré y aumentaré enormemente tu descendencia como las estrellas de los Cielos y como la arena de la playa; y tu descendencia heredará la puerta de su enemigo.

18 Y todas las naciones de la tierra se bendecirán en tu descendencia, porque escuchaste Mi voz».

19 Abraham regresó con los jóvenes y ellos se pararon y fueron juntos a Beersheba, y Abraham permaneció en Beersheba.

20 Y fue después de estos hechos, que se le dijo a Abraham, diciendo: He aquí que Milca también le dio hijos a Najor, tu hermano.

21 Utz, su primogénito; Buz, su hermano; Kemuel, el padre de Aram;

22 y Kesed, Jazo, Pildash, Idlaf, y Betuel;

23 y Betuel engendró a Rivka (Rebeca). Estos ocho dio a luz Milca a Najor, hermano de Abraham.

24 Y su concubina, cuyo nombre era Reumá, también dio a luz: Tebáj, Gajam, Tajash y Maacá.