Lecturas del Convenio Unido para el Viernes, 15 de Noviembre, 2024

Giliana Kudsha

Aferraos a lo que es Santo

No puedo aprobar los actos injustos hechos en nombre de varias religiones y filosofías, ya sea el Hinduismo, el Judaísmo, el Budismo, el Cristianismo, el Islam o cualquier grupo político. Si una religión trae verdadera paz, iluminación y benevolencia a la humanidad, entonces dentro de ella hay algo de verdad.

Hay violencia en todas las religiones creadas por la humanidad. Yo no os digo que desechéis vuestra religión a menos que sea una religión que no sea de Dios. No os he dicho que no se os permite leer los textos sagrados de vuestra religión a menos que esos textos no sean verdaderos. Hay verdades en los libros de casi todas las religiones del mundo, pero también hay escritos que pueden confundir a los simples. Hay una gran diferencia entre la luz y la oscuridad. Hay textos sagrados que se originaron con Dios y Sus Mensajeros y Profetas, y hay textos que se originaron con la malvada y sus siervos. Tomad lo que es sagrado y alimentaos de sus palabras. Aferraos firmemente a lo que es sagrado. Eliminad de vosotros mismos lo que es malvado.

Buscad a Dios y a Su luz; sed caritativos con todos y sed una luz para todos con los que os encontréis; al hacerlo así seréis guiados por la propia mano de Dios. ¡Dios es Rey!

 
Enseñanzas de la Luz Capítulo 22:

Los Elegidos

1 Es la responsabilidad de los Elegidos ayudar a los Oyentes a mantener su fortaleza en la Santa Fe.

2 Si en algún momento las palabras de los Elegidos o de los Elegidos Intercesores no son las mismas que las del Mensajero Divino que se manifiesta actualmente en vuestro mundo, deberéis seguir las palabras del Mensajero Divino y el Espíritu Viviente castigará a aquellos que enseñan herejía y que causan división.

3 Pero recordad, hijos e hijas míos, que no es vuestro deber juzgar a ninguno de los Elegidos.

4 Los Elegidos Intercesores serán considerados como vasijas del perdón y de la intercesión y de la bendición.

5 Los Elegidos Intercesores deberán cumplir no solo los Diez Mandamientos, sino también deberán cumplir con cinco Mandamientos adicionales y con los Tres Sellos.

6 A los Elegidos Intercesores se os ha enseñado desde la antigüedad que no debéis andar en el pecado; caminad siempre en la Luz.

7 No cometáis obras malvadas; no hagáis daño a ningún ser vivo.

8 Mantened la pureza; no os caséis; caminad en la piedad.

9 No habléis con impureza; decid siempre la Verdad.

10 No codiciéis; vivid en pobreza bendita.

11 Todos los Elegidos y los Oyentes deberán observar los Diez Mandamientos.

12 Adoraréis al Único Dios, y no adoraréis a ídolos, sin inclinaros ante objetos físicos o ideales para adorarlos.

13 No seréis deshonestos en vuestro comportamiento.

14 No seréis codiciosos.

15 No asesinaréis a un hombre, a una mujer o a un niño o niña, ni abortaréis a un bebé; y no mataréis de forma innecesaria a ningún tipo de vida, incluidos los animales y las plantas.

16 No seréis infieles a vuestros cónyuges, ni cometeréis ninguna forma de mala conducta sexual.

17 No robaréis.

18 No seduciréis a alguien para luego engañarle.

19 No practicaréis la magia.

20 No seréis hipócritas en vuestro comportamiento.

21 Buscaréis la paz y seréis justos con todos, independientemente del origen étnico, color, nacionalidad, creencias religiosas, o sexualidad de la persona.

22 Y con estos Diez Mandamientos y con estos Tres Sellos, Oh Intercesores para la gente de Jehová, deberéis observar también los Cinco Preceptos de la Pureza.

23 No seáis negligentes a la hora de observar los Mandamientos.

24 Observad el Mandamiento de no caminar en el pecado, porque andaréis siempre en la Luz;

25 Observad el Mandamiento de no cometer malas acciones, porque no haréis daño a ningún ser vivo;

26 Observad el Mandamiento de mantener siempre la pureza, porque no os casaréis y siempre caminaréis en la piedad;

27 Observad el Mandamiento de no hablar de manera impura, porque siempre diréis la Verdad;

28 Observad el Mandamiento de no codiciar, porque cada uno de vosotros viviréis en la santa pobreza.

29 Arrepentíos a menudo, buscad el perdón y haced ofrendas de Limosna a través de los Elegidos Intercesores.

30 Porque son los Elegidos Intercesores los que fueron divinamente nombrados en la tierra para interceder por vuestras transgresiones; sin embargo, no podéis recibir plena intercesión sin dar Limosna – porque esto es un plan divino establecido por el Padre de la Grandeza.

 

Libro de la Verdad: El Anochecer del Martes en el Monte de los Olivos, la Destrucción de Jerusalén, y el Segundo Advenimiento del Maestro, 176:0-2:

176:0.1

ESTE martes por la tarde, al pasar Jesús y los apóstoles por delante del templo camino del campamento de Getsemaní, Mateo, llamando la atención sobre la construcción del templo, dijo: «Maestro, observa qué edificios son éstos. Mira las piedras macizas y los bellos adornos; ¿es posible que estos edificios sean destruidos?» Mientras caminaban hacia el Oliveto, Jesús dijo: «Veis estas piedras y este templo masivo; de cierto, de cierto os digo: en los días que pronto llegarán no quedará piedra sobre piedra. Todas serán derribadas». Estas observaciones que ilustraban la destrucción del templo sagrado, estimularon la curiosidad de los apóstoles que caminaban detrás del Maestro; no podían concebir un evento, como no fuera el fin del mundo, que pudiera ocasionar la destrucción del templo.

176:0.2

Para evitar a las multitudes que pasaban a lo largo del valle de Cedrón hacia Getsemaní, Jesús y sus asociados decidieron trepar la pendiente occidental del Oliveto por una corta distancia y luego seguir un sendero que conducía a su campamento privado cerca de Getsemaní ubicado a corta distancia encima del campamento público. Mientras se volvían para abandonar el camino que conducía a Betania, vieron el templo, glorificado por los rayos del sol poniente; y al detenerse en el monte, vieron aparecer las luces de la ciudad y contemplaron la belleza del templo iluminado; y allí, bajo la suave luz de la luna llena, Jesús y los doce se sentaron. El Maestro conversaba con ellos, y de repente Natanael hizo esta pregunta: «Dinos Maestro, ¿cómo sabremos cuándo ocurrirán estos acontecimientos?»

1. La Destrucción de Jerusalén

176:1.1

Al responder a la pregunta de Natanael, Jesús dijo: «Sí, os diré de los tiempos en que este pueblo habrá llenado la copa de su iniquidad; cuando la justicia caerá súbitamente sobre esta ciudad y sobre nuestros padres. Estoy a punto de dejaros; iré adonde el Padre. Después que os deje, prestad atención que ningún hombre os engañe, porque muchos vendrán como liberadores y conducirán a muchos por el camino equivocado. Cuando escuchéis de guerras y rumores de guerras, no os preocupéis, porque aunque estas cosas sucederán, el fin de Jerusalén aún no habrá llegado. No os perturbéis por la escasez y los terremotos; tampoco debéis preocuparos cuando se os entregue a las autoridades civiles y seáis perseguidos a causa del evangelio. Seréis expulsados de la sinagoga e iréis a la prisión por mí, y algunos de vosotros seréis matados. Cuando seáis llevados ante los gobernadores y los gobernantes, será para atestiguar vuestra fe y para mostrar vuestra firme fidelidad al evangelio del reino. Y cuando estéis ante la presencia de los jueces, no os pongáis ansiosos de antemano por lo que debáis decir porque el espíritu os enseñará en esa misma hora lo que debéis contestar a vuestros adversarios. En estos días de congoja, aun vuestros parientes, bajo el liderazgo de los que han rechazado al Hijo del Hombre, os entregarán a la prisión y a la muerte. Por un tiempo puede que todos los hombres os odien por mí, pero aun en estas persecuciones yo no os abandonaré; mi espíritu no os desertará. ¡Tened paciencia! No dudéis de que este evangelio del reino triunfará sobre todos los enemigos y finalmente será proclamado a todas las naciones».

176:1.2

Jesús hizo una pausa mientras contemplaba la ciudad. El Maestro se percataba de que el rechazo del concepto espiritual del Mesías, la determinación de aferrarse con persistencia y ciegamente a la misión material del libertador esperado, llevaría finalmente a los judíos a un conflicto directo con los poderosos ejércitos romanos, y que esa lucha tan sólo resultaría en la destrucción final y completa de la nación judía. Cuando su pueblo rechazó su auto-otorgamiento espiritual y se negó a recibir la luz del cielo que tan misericordiosamente brillaba sobre ellos, sellaron así su destino como pueblo independiente con una especial misión espiritual en la tierra. Aun los líderes judíos posteriormente reconocieron que fue esta idea secular del Mesías la que llevó directamente a la turbulencia que finalmente produjo su destrucción.

176:1.3

Puesto que Jerusalén sería la cuna del primitivo movimiento del evangelio, Jesús no quería que los maestros y predicadores de éste perecieran en la derrota terrible del pueblo judío en conexión con la destrucción de Jerusalén; por eso él dio estas instrucciones a sus seguidores. Mucho le preocupaba a Jesús que algunos de sus discípulos cayeran en las revueltas venideras y perecieran en la caída de Jerusalén.

176:1.4

Entonces preguntó Andrés: «Pero, Maestro, si la ciudad santa y el templo han de ser destruidos, y si tú no estarás aquí para guiarnos, ¿cuándo debemos abandonar Jerusalén?» Dijo Jesús: «Podéis permanecer en la ciudad después que yo me haya ido, aun a través de estos tiempos de congoja y persecución amarga, pero cuando veáis que Jerusalén está siendo rodeada por los ejércitos romanos después de la revuelta de los falsos profetas, entonces sabréis que su desolación está por llegar; entonces debéis huir a las montañas. Que nadie de los que están en la ciudad y a su alrededor se quede para tomar nada, y que nadie de los que están afuera se atreva a entrar. Habrá gran tribulación porque esos serán los días de la venganza gentil. Una vez que vosotros hayáis abandonado la ciudad, este pueblo desobediente caerá por la espada y será cautivo de todas las naciones; así destruirán los gentiles la ciudad de Jerusalén. Mientras tanto, os advierto, no os engañéis. Si alguien viene a vosotros diciendo: ‘Mirad, aquí está el Libertador’, o ‘Mirad, allí está él’, no le creáis, porque surgirán muchos falsos maestros y muchos serán conducidos por el camino erróneo; pero vosotros no debéis engañaros porque os he dicho esto por adelantado».

176:1.5

Los apóstoles permanecieron sentados en silencio a la luz de la luna durante un largo período, mientras estas predicciones sorprendentes del Maestro se iban asentando en sus mentes confusas. Y fue en conformidad con esta misma advertencia en conformidad con la que prácticamente todo el grupo de creyentes y discípulos huyó de Jerusalén en cuanto aparecieron las tropas romanas, y buscó amparo seguro en Pella al norte.

176:1.6

Aun después de esta advertencia explícita, muchos de los seguidores de Jesús interpretaron estas predicciones como refiriéndose a los cambios que obviamente ocurrirían en Jerusalén cuando la reaparición del Mesías resultara en el establecimiento de la Nueva Jerusalén y en la expansión de la ciudad que luego se tornaría la capital del mundo. En su mente estos judíos estaban decididos a relacionar la destrucción del templo con el «fin del mundo». Creían que esta Nueva Jerusalén llenaría toda Palestina; que el fin del mundo sería seguido por la aparición inmediata de los «nuevos cielos y la nueva tierra». Así pues no es extraño que Pedro dijera: «Maestro, sabemos que todas las cosas pasarán cuando aparezcan los nuevos cielos y la nueva tierra, pero, ¿cómo sabremos cuándo retornarás tú para que todo esto ocurra?»

176:1.7

Cuando Jesús oyó esto, permaneció pensativo por un tiempo y luego dijo: «Tú caes constantemente en el error porque siempre tratas de vincular la nueva enseñanza con la vieja; estás resuelto a tergiversar todas mis enseñanzas; insistes en interpretar el evangelio de acuerdo con tus creencias preestablecidas. Sin embargo, trataré de esclarecerte».

2. El Segundo Advenimiento del Maestro

176:2.1

En varias ocasiones había hecho declaraciones Jesús que condujeron a sus oyentes a deducir que, aunque él intentaba dejar este mundo dentro de poco, retornaría con toda certeza para consumar la obra del reino celestial. A medida que crecía en sus seguidores el convencimiento de que él los iba a dejar, y después de haber partido él de este mundo, era natural que todos los creyentes se aferraran firmemente de estas pro-mesas de retorno. La doctrina del segundo advenimiento de Cristo se incorporó de este modo en fecha temprana en las enseñanzas de los cristianos, y casi todas las generaciones subsiguientes de discípulos creyeron devotamente en esta verdad y esperaron con confianza su llegada.

176:2.2

Si debían separarse de su Maestro e Instructor, tanto más estos primeros discípulos y apóstoles se aferraron a la promesa de su retorno, y no perdieron tiempo en asociar la destrucción prevista de Jerusalén con este segundo advenimiento prometido. Así continuaron interpretando sus palabras, a pesar de que, a lo largo de esta instrucción vespertina en el Monte de los Olivos, el Maestro puso particular cuidado en prevenir precisamente este error.

176:2.3

Respondiendo ulteriormente a la pregunta de Pedro, Jesús dijo: «¿Por qué persistís en considerar que el Hijo del Hombre se sentará en el trono de David y esperáis que se cumplan lo sueños materiales de los judíos? ¿Acaso no os he dicho en todos estos años que mi reino no es de este mundo? Las cosas que contempláis ahora a vuestros pies están llegando a su fin, pero éste será un nuevo comienzo del cual el evangelio del reino se expanderá a todo el mundo y esta salvación será para todos los pueblos. Cuando el reino haya llegado a su fruto pleno, estad seguros de que el Padre en el cielo no dejará de visitaros con una revelación ampliada de la verdad y con una enaltecida demostración de rectitud, aun como ya otorgó a este mundo a aquel que se convirtió en el príncipe de las tinieblas, y luego a Adán, que fue seguido por Melquisedek, y en estos días, el Hijo del Hombre. Así pues, mi Padre continuará manifestando su misericordia y mostrando su amor, aun a este mundo tenebroso y malvado. Así también yo, después que mi Padre me haya investido de todo poder y autoridad, continuaré siguiendo vuestra suerte y guiando los asuntos del reino mediante la presencia de mi espíritu que pronto será derramado sobre toda carne. Aunque así estaré presente con vosotros en espíritu, también os prometo que alguna vez volveré a este mundo, donde he vivido esta vida en la carne logrando la experiencia simultánea de revelar a Dios al hombre y conducir al hombre a Dios. Muy pronto debo abandonaros y emprender la obra que el Padre ha confiado en mis manos, pero seáis valerosos porque alguna vez retornaré. Mientras tanto, mi Espíritu de la Verdad de un universo os confortará y os guiará.

176:2.4

«Ahora me contempláis en debilidad y en la carne, pero cuando retorne, será con poder y en el espíritu. El ojo de la carne contempla al Hijo del Hombre en la carne, pero sólo el ojo del espíritu podrá contemplar al Hijo del Hombre glorificado por su Padre y apareciendo en la tierra en su propio nombre.

176:2.5

«Pero los tiempos de la reaparición del Hijo del Hombre tan sólo son conocidos en los concilios del Paraíso; ni siquiera los ángeles del cielo saben cuándo esto ocurrirá. Sin embargo, deberíais comprender que, cuando este evangelio del reino haya sido proclamado a todo el mundo para la salvación de todos los pueblos, y cuando la plenitud de la era haya acontecido, el Padre os enviará otro otorgamiento dispensacional, o si no, el Hijo del Hombre retornará para adjudicar la era.

176:2.6

«Ahora bien, en cuanto a las tribulaciones de Jerusalén, de las que os he hablado, no pasará esta generación hasta que se cumplan mis palabras; pero en cuanto a los tiempos del nuevo advenimiento del Hijo del Hombre, nadie en el cielo ni en la tierra puede presumir hablar. Pero conoced la maduración de una era; debéis estar alertas para discernir los signos de los tiempos. Sabéis que cuando ya la rama de la higuera está tierna y brotan sus hojas, el verano está cerca. Del mismo modo, cuando el mundo haya pasado el largo invierno de la mentalidad materialista y discernáis el advenimiento de la primavera espiritual de una nueva dispensación, sabréis que se acerca el verano de una nueva visitación.

176:2.7

«Pero, ¿cuál es el significado de esta enseñanza que tiene que ver con la venida de los Hijos de Dios? ¿Acaso no percibís que, cuando cada uno de vosotros sea llamado a abandonar la lucha de la vida y transponer la puerta de la muerte, estaréis en la inmediata presencia de la justicia, y que estáis cara a cara ante el hecho de una nueva dispensación de servicio en el plan eterno del Padre infinito? A lo que el mundo entero debe de hecho enfrentarse al final de una era, vosotros, como individuos, debéis enfrentaros con certeza, como experiencia personal, cuando alcancéis el fin de vuestra vida natural y por ello debéis pasar y enfrentarte a las condiciones y demandas inherentes a la próxima revelación de la progresión eterna del reino del Padre».

176:2.8

De todos los discursos que pronunció el Maestro a sus apóstoles, ninguno resultó nunca tan confuso en la mente de ellos como éste, pronunciado ese martes al anochecer en el Monte de los Olivos, referente al doble tema de la destrucción de Jerusalén y del segundo advenimiento del Maestro. Hubo por lo tanto poco acuerdo entre los relatos escritos subsiguientes, basados en los recuerdos de lo que había dicho el Maestro en esta extraordinaria ocasión. Como quedaron muchas lagunas en lo que posteriormente fue escrito sobre lo dicho este martes por la noche, surgieron muchas tradiciones; y muy pronto, en el segundo siglo, un escrito apocalíptico judío sobre el Mesías, originado por un tal Selta, empleado en la corte del emperador Calígula, fue enteramente copiado en el Evangelio según Mateo y posteriormente agregado (en parte) a los registros de Marcos y Lucas. Fue en estos escritos de Selta en los que apareció la parábola de las diez vírgenes. Ninguna parte del escrito evangélico sufrió nunca de la tergiversación tan desconcertante como sufrieran las enseñanzas de esta noche. Pero el apóstol Juan nunca se confundió de esta manera.

176:2.9

Mientras estos trece hombres reanudaban su viaje hacia el campamento, estaban mudos y bajo gran tensión emocional. Judas había finalmente confirmado su decisión de abandonar a sus asociados. Era tarde cuando David Zebedeo, Juan Marcos, y varios de los discípulos principales recibieron a Jesús y a los doce en el nuevo campamento, pero los apóstoles no querían dormir; querían saber más sobre la destrucción de Jerusalén, la partida del Maestro y el fin del mundo.