Giliana Kudsha
Rechazo a Aprender de los Espíritus Santos
“Tal hombre niega Mi inspiración y la inspiración de Mis ángeles. Él es poco más que un árbol del bosque, que tiene un tronco y muchas ramas, pero no se mueve de su lugar”. (Inspiración 5:16)
Hoy en día, la mayoría de las iglesias y las personas que afirman seguir las enseñanzas de Joshú se han negado a aceptar la invitación de Jehoví de aprender de Sus ángeles de alto rango. Gran parte de la culpa recae sobre los líderes de estas iglesias y organizaciones. En su rechazo a aprender, han rechazado los espíritus santos del Padre que les han sido enviados. Sus líderes han enseñado en contra de aprender a través de estos ángeles de alto rango y, por lo tanto, han blasfemado contra el Espíritu de santidad.
Joshú enseñó: “De cierto os digo que todos sus pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y sus blasfemias con las que sean que blasfemen; pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo [el mundo de espíritus santos] nunca tendrá perdón, mas es culpable de un pecado eterno, porque dijeron: Tiene un espíritu inmundo”. (Marcos 3:28-30)
Todos aquellos que niegan la invitación del Padre para aprender de Sus espíritus no podrán resistir las pruebas de fuego y el juicio divino que vienen después. “Puesto que solo han sembrado dolor y angustia en la tierra, eso es lo que cosecharán y eso es lo que comerán”. (Cartas del Reino 14:15)
Enseñanzas de la Luz Capítulo 1:
El Padre de la Grandeza
1 Gloria y victoria al Padre de la Grandeza*, el Dios de la Verdad. Es el Gran Padre el que tiene que ser adorado por los Hijos e Hijas de la Luz.
2 Alzad vuestra voz cantando al Padre de la Grandeza, porque Él es la Verdadera Fuente de la Luz y de la Verdad, el Gran Consolador que da descanso en Sus alas.
3 Que todos los que invocan el Nombre de nuestro Dios en verdad tengan un Shabta bendito.
4 El Padre de la Grandeza, el Dios Supremo, está por encima de la creación – fuera del espacio y del tiempo y vive por encima de los cielos.
5 El Padre de la Grandeza no siempre se involucra a Sí mismo en los asuntos de la creación; en vez de eso, Dios Todopoderoso ha nombrado a siervos celestiales para Sí mismo que ayudan a la humanidad en diversas funciones.
6 Ningún ser humano ha visto al Gran Padre, pero Él se da a conocer a Sí mismo a través de Su Hijo Viviente que sirve como un espejo del Padre de la Grandeza.
7 La humanidad, en su estado caído, mientras esté en una cáscara* es incapaz de ver al Padre de la Grandeza sin morirse.
* (el cuerpo)
8 Servid al Gran Padre de todo corazón – no solo por el deber, sino por el deseo de vuestro propio corazón.
9 El Gran Padre no abandonará a ninguno de los que andan en la Verdad.
10 Su Hijo y Sus diversos siervos celestiales – los Cinco Hijos Brillantes – y los Elegidos Intercesores llevan las oraciones y peticiones de los Hijos de la Luz al Trono Más Alto por encima de los cielos y presentan tales oraciones y peticiones al Padre de la Grandeza.
11 Está prohibido crear cualquier tipo de imagen o estatua del Padre de la Grandeza. El Gran Padre está fuera del tiempo y de la creación y es invisible a los ojos humanos.
12 La creación de cualquier imagen o estatua del Padre de la Grandeza es una forma de idolatría.
Libro de la Verdad, El Mensaje de Betania y en El Camino a Betania – 167:4-5:
4. El Mensaje de Betania
167:4.1
Muy tarde el domingo por la noche del 26 de febrero, un mensajero de Betania llegó a Filadelfia, trayendo un mensaje de Marta y María que decía: «Señor, aquél que amas está muy enfermo». El mensaje le llegó a Jesús al final de la conferencia de la tarde y en el momento en que estaba dándoles las buenas noches a los apóstoles. Al principio Jesús nada respondió. Entonces se produjo uno de aquellos extraños interludios, un período en el cual parecía estar en comunicación con algo que estaba fuera de él y por encima de él. Luego, levantando la vista, se dirigió al mensajero, al alcance del oído de los apóstoles, diciendo: «Esta enfermedad no es en realidad para muerte. No dudéis que será para glorificar a Dios y exaltar al Hijo».
167:4.2
Jesús les tenía mucho cariño a Marta, María y a su hermano Lázaro; los amaba con afecto ferviente. Su primer pensamiento humano fue acudir inmediatamente en su ayuda, pero otra idea se presentó a su mente combinada. Casi había perdido la esperanza de que los líderes judíos de Jerusalén aceptaran el reino, pero él aún amaba a su pueblo, y se le ocurrió en este momento un plan, mediante el cual los escribas y fariseos de Jerusalén tendrían otra oportunidad más de aceptar sus enseñanzas; y decidió, de acuerdo con la voluntad del Padre, hacer de este último llamado a Jerusalén la obra de exteriorización más profunda y estupenda de toda su carrera terrenal. Los judíos se aferraban a la idea de un liberador hacedor de milagros. Aunque se negaba a ceder a la realización de maravillas materiales y a representar exhibiciones temporales de poder político, pidió ahora el consentimiento del Padre para manifestar su poder, hasta ese momento no exhibido, sobre la vida y la muerte.
167:4.3
Los judíos acostumbraban enterrar a sus muertos el día de su fallecimiento; ésta era una práctica necesaria en ese clima tan cálido. Frecuentemente sucedía que enterraban a alguien que tan sólo estaba en coma, de modo que el segundo, o aun el tercer día esa persona emergía de la tumba. Pero era creencia de los judíos que, aunque el espíritu o el alma pudiera permanecer cerca del cuerpo por dos o tres días, no se detenía nunca allí después del tercer día; que para el cuarto día, ya estaba avanzada la putrefacción, y que nadie podía volver jamás de la tumba después de tal lapso de tiempo. Por estas razones Jesús permaneció en Filadelfia dos días enteros más antes de prepararse para ir a Betania.
167:4.4
Así pues, temprano el miércoles por la mañana dijo a sus apóstoles: «Preparémonos inmediatamente para volver a Judea». Cuando los apóstoles oyeron las palabras de su Maestro, se alejaron por un momento para consultar entre ellos. Santiago dirigió la conversación, en el curso de la cual todos estuvieron de acuerdo que era una locura permitir que Jesús volviera a Judea, de manera que volvieron todos juntos a donde Jesús y así se lo dijeron. Dijo Santiago: «Maestro, estuviste en Jerusalén hace unas pocas semanas, y los líderes querían matarte y el pueblo quería apedrearte. Ya en aquel momento ofreciste a esos hombres la oportunidad de recibir la verdad, y no permitiremos que vuelvas a Judea».
167:4.5
Entonces dijo Jesús: «Pero, ¿acaso no comprendéis que el día tiene doce horas en las que se pueden hacer obras sin peligro? Si un hombre camina de día, no tropieza porque tiene luz. Si un hombre camina de noche, puede que tropiece porque no tiene luz. Mientras dure mi día, no temo entrar a Judea. Quiero hacer otra obra poderosa para estos judíos; quiero darles otra oportunidad más para creer, aun en sus propios términos—con condiciones de gloria exterior y la manifestación visible del poder del Padre y del amor del Hijo. Además, ¡acaso no entendéis que nuestro amigo Lázaro duerme, y quiero despertarlo de su sueño!»
167:4.6
Entonces dijo uno de los apóstoles: «Maestro, si Lázaro duerme, con más seguridad sanará». Era costumbre de los judíos de esos tiempos hablar de la muerte como una forma de sueño, pero como los apóstoles no entendían que Jesús quería decir que Lázaro había partido de este mundo, les dijo claramente: «Lázaro ha muerto. Me alegro de no haber yo estado allí, aunque no se salven los demás, porque así tendréis nuevo motivo para creer en mí; y lo que veréis os fortalecerá en preparación de ese día en el que me despediré de vosotros para ir al Padre».
167:4.7
Como no pudieron persuadirlo que no fuera a Judea, y como algunos de los apóstoles tenían miedo aun de acompañarle, Tomás se dirigió a sus hermanos, diciendo: «Ya le hemos manifestado al Maestro nuestros temores, pero él está decidido a ir a Betania. Estoy seguro que esto significa el fin; con toda seguridad le matarán, pero si es ésa la elección del Maestro, conduzcámonos como hombres de valor; vayamos también con él para que podamos morir con él». Así fue por siempre; en los asuntos que requerían coraje decidido y constante, Tomás siempre fue el principal sostén de los doce apóstoles.
5. En el Camino a Betania
167:5.1
Camino a Judea, Jesús iba seguido de un grupo de casi cincuenta amigos y enemigos. Durante el almuerzo del mediodía, el día miércoles, habló a sus apóstoles y a este grupo de seguidores sobre los «Términos de la salvación»; y al fin de esta lección relató la parábola del fariseo y el publicano (un recolector de impuestos). Dijo Jesús: «Veis pues que el Padre otorga salvación a los hijos de los hombres, y esta salvación es un don para todos los que tienen la fe necesaria para recibir la filiación en la familia divina. No hay nada que el hombre pueda hacer para merecer esta salvación. Las obras de mojigatería no compran el favor de Dios, las oraciones públicas no expían la falta de fe viviente en el corazón. Podréis engañar a los hombres con vuestro servicio exterior, pero Dios mira dentro de vuestra alma. Lo que yo os digo está bien ilustrado por dos hombres que fueron a orar al templo, el uno un fariseo, y el otro un publicano. El fariseo estuvo de pie y oró para sí mismo: ‘Dios, doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son extorsionadores, ignorantes, injustos, adúlteros o aun como este publicano. Yo ayuno dos veces por semana; doy diezmos de todo lo que gano’. Pero el publicano, parado a la distancia, ni siquiera se atrevió a levantar los ojos al cielo, sino que golpeándose el pecho dijo, ‘Dios, ten compasión de este pecador’. Yo os digo que el publicano se fue a casa con la aprobación de Dios, más bien que el fariseo, pues el que se exalta a sí mismo será humillado, pero el que se humilla será exaltado».
167:5.2
Esa noche en Jericó, los fariseos hostiles trataron de hacer caer al Maestro en una trampa, enredándolo en discusiones sobre el matrimonio y el divorcio, así como lo habían hecho otros cierta vez en Galilea, pero Jesús hábilmente evitó sus esfuerzos de ponerlo en conflicto con sus leyes relativas al divorcio. Así como el publicano y el fariseo ilustraban la buena religión y la mala religión, sus prácticas de divorcio servían para contrastar las mejores leyes matrimoniales del código judío con la laxitud condenable de la interpretación farisea de estos estatutos mosaicos del divorcio. El fariseo se juzgaba a sí mismo por la norma más baja; el publicano se medía por el ideal más alto. La devoción, para el fariseo, era una manera de inducir una inactividad santurrona y la confianza en una falsa seguridad espiritual; la devoción, para el publicano, era una manera de estimular el alma a la comprensión de la necesidad de arrepentimiento, confesión y aceptación, por la fe, del perdón misericordioso. El fariseo buscaba justicia; el publicano buscaba misericordia. La ley del universo es: pide y recibirás; busca y encontrarás.
167:5.3
Aunque Jesús se negó a participar en controversias con los fariseos sobre el divorcio, sí proclamó una enseñanza positiva de los ideales más altos del matrimonio. Exaltó el matrimonio como la relación más elevada e ideal de todos los enlaces humanos. Asimismo sugirió su desaprobación intensa de las prácticas laxas e injustas de divorcio aplicadas por los judíos de Jerusalén, que en esa época permitían que el hombre divorciara a su esposa por las razones más insignificantes, como por ejemplo porque no cocinaba bien, porque no era buena ama de casa, o simplemente porque se había enamorado de una mujer más hermosa.
167:5.4
Los fariseos aun habían llegado a enseñar que esta fácil variedad de divorcio era una dispensación especial, otorgada al pueblo judío, a los fariseos en particular. Por eso, aunque Jesús se negó a hacer declaraciones sobre el matrimonio y el divorcio, denunció con la mayor amargura estas burlas vergonzosas de la relación matrimonial y señaló su injusticia para con las mujeres y los niños. Nunca sancionó práctica alguna de divorcio que otorgara al hombre ventajas sobre la mujer; el Maestro tan sólo aprobaba aquellas enseñanzas que otorgaban igualdad entre mujeres y hombres.
167:5.5
Aunque Jesús no ofreció nuevos mandatos para el matrimonio y el divorcio, urgió a los judíos a que cumplieran con sus propias leyes y con sus enseñanzas más elevadas. Apeló constantemente a las Escrituras en su esfuerzo por mejorar las prácticas de ellos en estos asuntos sociales. Jesús supo subrayar los conceptos más elevados e idealistas del matrimonio, evitando hábilmente el debate con sus interrogadores sobre las prácticas sociales representadas tanto por las leyes escritas como por sus muy amados privilegios de divorcio.
167:5.6
Era muy difícil para los apóstoles comprender la renuencia del Maestro a hacer declaraciones positivos sobre los problemas científicos, sociales, económicos y políticos. No entendían plenamente que su misión terrenal estaba exclusivamente dedicada a la revelación de las verdades espirituales y religiosas.
167:5.7
Después de hablar Jesús así sobre el matrimonio y el divorcio, más tarde, esa noche, sus apóstoles le hicieron privadamente muchas preguntas adicionales, y las respuestas a estas preguntas liberaron la mente de ellos de muchas interpretaciones incorrectas. Al final de esta conferencia, Jesús dijo: «El matrimonio es loable y todos los hombres lo deberían desear. El hecho de que el Hijo del Hombre cumpla solo su misión terrenal, no debe de ninguna manera reflejarse en forma negativa sobre la deseabilidad del matrimonio. Es voluntad del Padre que yo trabaje de esta manera, pero el mismo Padre ha ordenado la creación del hombre y de la mujer, y es voluntad divina que los hombres y las mujeres encuentren su servicio más elevado y regocijo consiguiente en el establecimiento del hogar para recibir y criar a los hijos, en cuya creación estos padres se asocian con los Hacedores del cielo y de la tierra. Por esta causa el hombre dejará a padre y madre para unirse con su esposa, y los dos llegarán a ser uno solo».
167:5.8
De esta manera liberó Jesús la mente de los apóstoles de muchas preocupaciones sobre el matrimonio y aclaró muchas interpretaciones erróneas sobre el divorcio; al mismo tiempo, hizo mucho por exaltar sus ideales de unión social e incrementar el respeto de ellos para con las mujeres, los niños y el hogar.