Lecturas del Convenio Unido para el Viernes, 3 de Octubre, 2025

Giliana Kudsha

Manteneos Fieles y Practicad la Paciencia

Os aseguro que si sois siempre fieles y practicáis la paciencia, vuestras necesidades serán satisfechas.

 

Enseñanzas de la Luz Capítulo 42:

La Hipocresía

1 No hagáis vosotros lo que detestáis en otra persona.

2 No voy a tolerar a un hipócrita en la Asamblea de la Verdad – porque su boca es como un pescado podrido que está rodeado de moscas y es detestable para todos aquellos que siguen el Camino de la Justicia.

3 El hipócrita siempre juzgará a los demás basándose en sus miedos personales y en su falta de conocimiento, pero el hombre o mujer de rectitud siempre tratará de comprender las acciones de los demás antes de hablar.

4 No seáis como los líderes religiosos del mundo que viven en la hipocresía.

5 Más bien, viviréis humildemente y siempre trataréis de hacer la Voluntad del Padre que mora en el cielo de los cielos – esa morada gloriosa por encima de toda la creación.

El Libro de la Verdad 162:4-5, La Fiesta de los Tabernáculos y el Sermón sobre la Luz del Mundo:

4. La Fiesta de los Tabernáculos

162:4.1

La presencia de gente de todo el mundo conocido, desde España hasta la India, hacía de la fiesta de los tabernáculos una ocasión ideal para que Jesús proclamara públicamente por primera vez todo su evangelio en Jerusalén. En esta fiesta la gente vivía mucho al aire libre, en chozas hechas de hojas. Era la fiesta de la cosecha, y al ocurrir en los meses frescos del otoño, generalmente venían más judíos de todas partes que para la Pascua a fin del invierno o para Pentecostés al comienzo del verano. Los apóstoles finalmente contemplaban a su Maestro haciendo el audaz anuncio de su misión en la tierra ante el mundo entero.

162:4.2

Era ésta la fiesta de las fiestas, puesto que todo sacrificio que se había dejado hacer en los otros festivales se podría hacer en éste. En esta ocasión se recibían las ofrendas para el templo; era una combinación de los placeres de las vacaciones, con los ritos solemnes del culto religioso. Era éste un momento de regocijo racial, mezclado con sacrificios, cantos levíticos, y las notas solemnes de las trompetas de plata de los sacerdotes. Por la noche, el extraordinario espectáculo del templo y sus multitudes de peregrinos estaba brillantemente alumbrado por los grandes candelabros que ardían centelleantes en el patio de las mujeres, así como también por los resplandores de cientos de antorchas colocadas en los patios del templo. Toda la ciudad estaba decorada alegremente, excepto el castillo romano de Antonia, que se veía sombrío ante esta escena festiva, llena de adoración. ¡Y cuánto odiaban los judíos este símbolo siempre presente del yugo romano!

162:4.3

Durante la fiesta se sacrificaban setenta bueyes, símbolo de las setenta naciones de paganismo. La ceremonia del agua simbolizaba el esparcimiento del espíritu divino. Esta ceremonia del agua se producía después de la procesión de los sacerdotes y levitas al amanecer. Los fieles bajaban por los peldaños que conducían del patio de Israel al patio de las mujeres, mientras se tocaban notas sucesivas en las trompetas de plata. Luego, los fieles marchaban hasta el Hermoso portón, que se abría al patio de los gentiles. Aquí, se volvían para mirar al oeste, repetir sus cantos, y continuar la procesión del agua simbólica.

162:4.4

El último día de la fiesta, oficiaban casi cuatrocientos cincuenta sacerdotes con un número correspondiente de levitas. Al amanecer se reunían los peregrinos de todas las partes de la ciudad, cada cual llevando en la mano derecha un manojo de ramas de mirto, sauce y palma, mientras que en la mano izquierda llevaban una rama de manzana del paraíso: la cidra, o la «fruta prohibida». Estos peregrinos se dividían en tres grupos para esta ceremonia matutina. Un grupo permanecía en el templo para asistir a los sacrificios matutinos; otro bajaba en procesión de Jerusalén hasta cerca de Maza para cortar las ramas de sauce destinadas a adornar el altar del sacrificio, mientras que el tercer grupo formaba una procesión para marchar desde el templo siguiendo al sacerdote con el agua, quien, al son de las trompetas de plata, llevaba la jarra de oro que contenía el agua simbólica, saliendo por Ofel hasta cerca de Siloé, donde se encontraba el Portón de la fuente. Una vez que se había llenado la jarra de oro en el estanque de Siloé, la procesión marchaba de vuelta al templo, entrando por el Portón del agua y dirigiéndose directamente al patio de los sacerdotes, donde el sacerdote que llevaba la jarra de agua se unía al sacerdote que llevaba el vino para la ofrenda de bebida. Estos dos sacerdotes se dirigían luego a los embudos de plata que conducían a la base del altar, y echaban en ellos el contenido de las jarras. La ejecución de este rito de echar vino y agua señalaba el momento en que los peregrinos reunidos comenzaban a cantar los salmos 113 al 118 inclusive, alternativamente con los levitas. A medida que repetían estos versos, hacían ondular sus manojos de ramas hacia el altar. Luego se realizaban los sacrificios para ese día, asociados con la repetición del salmo del día, relegando el salmo ochenta y dos para el último día de la fiesta, comenzando con el quinto verso.

5. El Sermón Sobre la Luz del Mundo

162:5.1

Por la noche del penúltimo día de la fiesta, cuando se encontraba la escena brillantemente iluminada por las luces de los candelabros y de las antorchas, Jesús se paró en el medio de la multitud reunida y dijo:

162:5.2

«Yo soy la luz del mundo. El que me sigue, no andará en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida. Presumís enjuiciarme y sentaros para juzgarme, y declaráis que, si doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no puede ser verdadero. Pero la criatura no puede enjuiciar al Creador. Aunque doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es eternamente verdadero, porque sé de dónde vine, quién soy, y adónde voy. Vosotros, que queréis matar al Hijo del Hombre, no sabéis de dónde vine, quién soy ni adónde voy. Vosotros juzgáis sólo por las apariencias de la carne; no percibís las realidades del espíritu. Yo no juzgo a ningún hombre, ni siquiera a mi archienemigo. Pero si decidiera juzgar, mi juicio sería verdadero y recto porque yo no juzgaría solo, sino con mi Padre que me envió al mundo, y que es la fuente de todo juicio verdadero. Aun vosotros decís que se puede aceptar el testimonio de dos personas confiables—pues bien, yo atestiguo estas verdades; y también lo hace mi Padre en el cielo. Y cuando ayer yo os dije esto mismo, en vuestras tinieblas me preguntasteis, ‘¿dónde está tu Padre?’ En verdad no me conocéis a mí ni a mi Padre, porque si me conocierais a mí, también conoceríais a mi Padre.

162:5.3

«Ya os he dicho que yo partiré, y que me buscaréis pero no me encontraréis, porque adonde yo voy, vosotros no podéis venir. Vosotros, los que rechazáis esta luz, sois de lo bajo; yo soy de lo alto. Vosotros, los que preferís sentaros en las tinieblas, sois de este mundo; yo no soy de este mundo, y vivo en la luz eterna del Padre de las luces. Ya habéis tenido abundantes oportunidades para aprender quién soy yo, pero tendréis aún otra prueba que confirma la identidad del Hijo del Hombre. Yo soy la luz de la vida, y todo aquél que rechace deliberadamente y a sabiendas esta luz salvadora, morirá en sus pecados. Mucho tengo que deciros, pero sois incapaces de recibir mis palabras. Sin embargo, aquél que me envió es verdadero y fiel; mi Padre ama aun a sus hijos descarriados. Y todo lo que mi Padre ha hablado, yo también proclamo al mundo.

162:5.4

«Cuando el Hijo del Hombre sea elevado, entonces conoceréis que yo soy él, y que no he hecho nada por mí mismo, sino según me enseñó el Padre. Hablo estas palabras para vosotros y para vuestros hijos. Aquél que me envió, aun ahora está conmigo; no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que a él le agrada».

162:5.5

Al enseñar así Jesús a los peregrinos en los patios del templo, muchos creyeron. Y ningún hombre se atrevió a arrestarlo.