Lecturas del Convenio Unido para el Viernes, 4 de Octubre, 2024

Giliana Kudsha

Fe Completa

Si tenéis fe completa en mí, por el poder del Padre de la Grandeza, seréis llevados a salvo a través del río embravecido, al otro lado donde os espera la paz.

Enseñanzas de la Luz Capítulo 80:

Guerra Espiritual (Luchando contra el Dragón)

1 La imagen de un dragón o una bestia se utiliza a menudo como una referencia simbólica a los sentidos incontrolados y a la mente carnal, y a la lujuria incontrolable y así sucesivamente.

2 Nunca os rindáis en el campo de batalla con la malvada. Una vez que os rendís ante la lujuria, la malvada ha colocado una garra dentro de vuestro costado y tiene control de vuestra propia mente y os será muy difícil escapar.

3 Los que hacen un hábito de rezar regularmente y con corazón solemne para que todas las almas sean liberadas de las garras de la malvada, saben que es su vocación luchar contra el dragón.

4 Rezad siempre por los inocentes, todos aquellos que están en el camino de la oscuridad, para que puedan tener una oportunidad de dar la vuelta y aceptar la verdad y la Luz, todo de acuerdo con la justicia de Dios.

5 La mayoría de los demonios son ignorantes de su propio fin; la causa de esta ignorancia es debida al deseo de poder sobre la Luz; su deseo intenso los ha cegado de la verdad de su propio destino, y por eso viven en una fantasía de su propia creación.

Libro de la Verdad: El Discurso sobre el Agua de la Vida y El Discurso sobre la Libertad Espiritual – 162:6-7:

6. El Discurso Sobre el Agua de la Vida

162:6.1

El último día, el gran día de la fiesta, cuando la procesión proveniente del estanque de Siloé pasó a través de los patios del templo, e inmediatamente después de que los sacerdotes echaron el agua y el vino en el altar, Jesús, de pie entre los peregrinos, dijo: «El que tenga sed, que acuda a mí y beba. Del Padre en lo alto traigo a este mundo el agua viva. El que cree en mí se llenará del espíritu que este agua representa, porque aun las Escrituras han dicho: ‘de él fluirán ríos de agua viva’. Cuando el Hijo del Hombre haya completado su obra en la tierra, se derramará sobre toda la carne el Espíritu vivo de la Verdad. Los que reciban este espíritu jamás tendrán sed espiritual».

162:6.2

Jesús no interrumpió el servicio para hablar estas palabras. Se dirigió a los adoradores inmediatamente después del canto del Halel, la lectura de los salmos acompañada por el ondear de las ramas ante el altar. En ese momento, había una pausa mientras se preparaban los sacrificios, y fue en ese momento en el que los peregrinos escucharon la voz fascinadora del Maestro declarar que él era el dador del agua viva para todas las almas con sed de espíritu.

162:6.3

Al concluir de este servicio matutino, Jesús continuó enseñando a las multitudes, diciendo: «¿Acaso no habéis leído en las Escrituras: ‘He aquí que las aguas caen sobre la tierra y las bebe el suelo reseco, así otorgaré yo el espíritu de santidad para que lo beban mis hijos en una bendición que llegará hasta los hijos de sus hijos’? ¿Por qué tenéis sed del ministerio del espíritu mientras tratáis de aplacar la sed de vuestra alma con el agua de las tradiciones de los hombres, vertida de las jarras rotas del servicio ceremonial? Lo que veis aquí en este templo es la forma en que vuestros padres intentaron simbolizar el otorgamiento del espíritu divino sobre los hijos de la fe, y habéis hecho bien en perpetuar estos símbolos, aun hasta el día de hoy. Pero ahora, a esta generación ha llegado la revelación del Padre de los espíritus, a través del autootorgamiento de su Hijo, y todo esto será certeramente seguido por el otorgamiento del espíritu del Padre y del Hijo sobre los hijos de los hombres. Para todo el que tenga fe, este otorgamiento del espíritu será el verdadero maestro del camino que conduce a la vida eterna, a las verdaderas aguas de la vida en el reino del cielo sobre la tierra y allende en el Paraíso del Padre».

162:6.4

Y Jesús continuó contestando las preguntas de la multitud y de los fariseos. Algunos lo consideraban un profeta; otros, creían que él era el Mesías; y aún otros decían que no podía ser el Cristo puesto que venía de Galilea, y que el Mesías debía restaurar el trono de David. Pero aun así, no se atrevieron a arrestarlo.

7. El Discurso Sobre la Libertad Espiritual

162:7.1

En la tarde del último día de la fiesta, como los apóstoles no consiguieron persuadirlo de que huyera de Jerusalén, Jesús fue nuevamente al templo para enseñar. Al encontrar un gran grupo de creyentes reunidos en la logia de Salomón, les habló diciendo:

162:7.2

«Si mis palabras moran en vosotros y queréis hacer la voluntad de mi Padre, seréis verdaderamente mis discípulos. Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres‘. Yo sé cómo me contestaréis: somos los hijos de Abraham, no somos esclavos de ninguno; ¿cómo entonces se puede hacernos libres? Aun así, no hablo del sometimiento exterior al señorío de otro; me refiero a la libertad del alma. De cierto, de cierto os digo, el que cometa pecado es el siervo de la esclavitud del pecado. Y sabéis que el siervo raramente mora para siempre en la casa del amo. También sabéis que el hijo permanece en la casa de su padre. Así pues, si el Hijo os hará libres, os hará hijos, seréis en verdad libres.

162:7.3

«Yo sé que vosotros sois de la semilla de Abraham, sin embargo vuestros líderes quieren matarme porque no han permitido que mi palabra ejerza su influencia transformadora en sus corazones. Su alma está sellada por el prejuicio y enceguecida por el orgullo de la venganza. Yo os declaro la verdad que me señala el Padre eterno, mientras estos maestros engañados tratan de hacer las cosas que aprendieron tan sólo de sus padres temporales. Y cuando contestáis que Abraham es vuestro padre, os digo que, si fuereis hijos de Abraham, haríais las obras de Abraham. Algunos entre vosotros, creéis en mis enseñanzas, pero otros buscáis destruirme porque os he dicho la verdad que he recibido de Dios. Pero Abraham no trató así la verdad de Dios. Percibo que algunos entre vosotros estáis decididos a hacer las obras del diablo. Si Dios fuera vuestro Padre, me conoceríais y amaríais la verdad que os revelo. ¿Es que no veis que he venido del Padre, que he sido enviado por Dios, que no estoy haciendo esta obra por mí mismo? ¿Por qué no comprendéis mis palabras? ¿Es acaso porque habéis elegido haceros hijos del mal? Si sois los hijos de las tinieblas, no podréis caminar en la luz de la verdad que os revelo. Los hijos del mal sólo siguen los caminos de su padre, quien fue un impostor y no defendió la verdad porque no llegó a haber verdad en él. Pero ahora viene el Hijo del Hombre, que habla y vive la verdad, y muchos entre vosotros os negáis a creer.

162:7.4

«¿Quién entre vosotros me condena por pecador? Si yo proclamo y vivo la verdad que me muestra mi Padre, por qué no creéis? Quien es de Dios escucha con regocijo las palabras de Dios; por esta causa, muchos entre vosotros no oís mis palabras porque no sois de Dios. Vuestros maestros aun tuvieron la presunción de decir que yo hago mis obras por el poder del príncipe de los demonios. Uno, aquí cerca, acaba de decir que yo tengo un demonio, que soy hijo del diablo. Pero todos los que entre vosotros os ocupáis honestamente de vuestra propia alma, sabéis muy bien que yo no soy un diablo. Sabéis que honro al Padre aunque mientras tanto vosotros me deshonráis. No busco mi propia gloria, sino tan sólo la gloria de mi Padre en el Paraíso. Yo no os juzgo, porque hay uno que juzga por mí.

162:7.5

«De cierto, de cierto os digo a vosotros los que creéis en el evangelio, que, si el hombre mantiene esta palabra de verdad viva en su corazón, no saboreará jamás la muerte. Ahora pues, aquí a mi lado dice un escriba que esta declaración prueba que tengo un diablo, puesto que Abraham está muerto, y también los profetas. Y él pregunta: ‘¿es que tú eres tanto más importante que Abraham y que los profetas que te atreves a pararte aquí y decir que el que crea en tu palabra no saboreará la muerte? ¿Quién dices tú que eres para atreverte a pronunciar tales blasfemias?’ A todo esto yo digo que, si me glorifico a mí mismo, mi gloria no es nada. Pero es el Padre el que me glorificará, aun el mismo Padre que vosotros llamáis Dios. Pero vosotros no habéis logrado conocer a éste, vuestro Dios y mi Padre, y yo he venido para que os encontréis el uno al otro, para mostraros cómo llegar a ser verdaderamente hijos de Dios. Aunque no conozcáis al Padre, yo lo conozco de veras. Aun Abraham se regocijó de ver mi día, y por la fe lo vio y se regocijó».

162:7.6

Cuando los judíos descreídos y los agentes del sanedrín que se habían reunido a esta altura oyeron estas palabras, levantaron un tumulto, gritando: «Tú no tienes cincuenta años, y sin embargo hablas de ver a Abraham; ¡eres hijo del diablo!» Jesús no pudo continuar el discurso. Tan sólo dijo al partir: «De cierto, de cierto os digo, antes de que fuera Abraham, yo soy». Muchos de los incrédulos corrieron a buscar piedras para arrojárselas, y los agentes del sanedrín trataron de arrestarlo, pero el Maestro se alejó rápidamente por los corredores del templo y escapó a un lugar secreto de encuentro cerca de Betania donde lo aguardaban Marta, María y Lázaro.